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  La oficina de Conway estaba vacía y silenciosa, el Comisario Trucazo entró para esperar a sus compañeros dentro y tomarse un vaso de whisky que con suerte le ayudaría a sobrellevar la terrible jaqueca que tenia desde la noche anterior. No había dormido en aproximadamente cuarenta y ocho horas y solo llevaba unos cuantos vasos de café y nicotina encima. No le sorprendería si el día de hoy caía como jamón crudo en comisaria. 

Por obra del destino no tuvo que esperar mucho a que Conway hiciese acto de presencia con Gustabo detras suyo, cabía la posibilidad de que hubiesen llegado juntos. Freddy hizo lo posible por no rodar los ojos ante aquella situación que últimamente se había vuelto cotidiano  y un tanto molesto para él.

—¿Esperaste mucho?— pregunta el Superintendente tomando asiento en la silla de cuero marrón ubicado detrás de su escritorio, Freddy niega con la cabeza llevando el vaso a sus labios mientras seguía discretamente los movimientos del rubio detrás de sus gafas de sol oscuras. 

—Na— responde distraido. —Apenas llego yo también. 

Gustabo toma asiento en un sillon individual un poco alejado de ambos superiores y se queda en silencio, algo que no extrañó a nadie pues así era Gustabo cuando Jack Conway estaba presente. Callado y tranquilo, jamás se notaba su presencia. 

—Castro y Gonzalo están de camino, pero podemos ir empezando así te pongo al día con toda esta mierda— Freddy asiente y escucha atentamente el informe que Conway empezó a leer desde la tablet. Se detiene de vez en cuando para añadir comentarios o preguntarle al Comisario su opinión personal sobre tal o cual tema. En ningún momento mira o dirige sus ojos hacia Gustabo y el menor no parece muy deseoso en participar en la conversación. 

—Entonces tenemos a uno— Dice Freddy una hora despues, la Jefa Del Hospital sentada a su lado eleva una de sus perfiladas cejas dejando de leer su propia tablet. Gonzalo, quien se encontraba fumando cerca de los de enormes ventanales, apenas gira un poco para ver a su jefe a la cara. 

—No nos emocionemos, no estamos seguros de que sea información cien porciento verídica.

El menor del grupo chaquea la lengua hastiado. —Es lo mejor que tenemos después de seis meses dando vueltas alrededor del mismo árbol.

—Se supone que nuestro informante es de fiar— añade Trucazo después de un largo silencio por parte de su superior. —¿No era así hace un mes, Conway?

Castro ríe sin gracia y deja su tablet frente a ella. Se saca sus gafas de sol dejando ver unos ojos azules brillantes que chispeaban rabia en contra del hombre mayor con traje. —Hace un mes metias las manos en el fuego por el estúpido sapo, ¿ahora nos vienes con que la información puede no ser verídica? ¿A qué coño juegas?

—El problema no es la lealtad del informante, si no la posibilidad de que la información que le son proporcionadas por los altos mandos no sean del todo verdaderas—. Fue un acto de inercia, Freddy está complete seguro de ello, pero cuando la aterciopelada voz de Gustabo llegó a sus oídos instintivamente gira hacia él tan rápido que siente un tiron violento en el cuello. Para su suerte nadie parece percatarse de aquello.

—Por eso digo que el informante no tiene la culpa— se retracta el Comisario. 

Por primera vez en lo que va de reunión Gustabo le dirige la mirada. O bueno, eso es lo que él cree porque las gafas del Inspector Jefe no dejan que Freddy ni un apice de ese azul característico.

—Ni siquiera sus compañeros confían en él, ¿porqué sigues de necio?— reclama la mujer de pelo rojo.

Jack parece inquebrantable. —Porque es lo mejor que podemos conseguir, Clara.

Freddy's boy | FREDDYTABO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora