001

223 27 9
                                    

Me llamo Zakuta Haruno, y mi historia no es la más fácil de contar. Ser el único hijo de unos comerciantes en una aldea pequeña tiene sus altibajos, pero lo que siempre me destacó fue mi cabello rosa, una herencia directa de mi madre. Al principio, me encantaba. Me hacía sentir especial, diferente. Pero todo cambió cuando empecé a jugar con otros niños.

Las burlas fueron lo primero en llegar.

-¿Eres niña o niño? -se mofaban, con risas crueles.

-¡Soy niño! -me defendía, aunque mi voz temblaba.

-¡El rosa es de niñas y tú tienes el pelo rosa! -gritaba una niña con malicia.

-¡No es verdad! -cerraba los ojos con fuerza, intentando contener las lágrimas y apretaba los puños.

-¿No? Entonces vamos a solucionar eso -dijo un niño, riéndose con malicia.

Abrí los ojos lentamente, apenas anticipando lo que vendría. Sentí algo pesado cayendo sobre mi cabeza. Era lodo, arrojado por el niño, cubriendo mi cabello rosa.

-Ahora sí eres un niño -se burlaron, mientras las risas resonaban a mi alrededor.

Me encogí en una bola, tratando desesperadamente de protegerme de los golpes y patadas que me llovían encima. Lágrimas silenciosas rodaban por mi rostro mientras suplicaba que me dejaran en paz. Cada golpe y burla marcaba mi niñez con cicatrices emocionales profundas.

Los días pasaban y yo me encerraba cada vez más en casa, inventando excusas sobre la calor para no salir. Mis padres, preocupados por mí, decidieron llevarme al parque para animarme, pero en un descuido, me perdieron de vista y los mismos niños crueles se acercaron otra vez.

-¡Volvió la niña! -exclamó un niño, señalándome mientras las miradas de los demás se posaban en mí.

El corazón se me aceleró de puro miedo, buscando una salida, pero rápidamente fui acorralado.

-¿Dónde te habías metido, eh? -se rió una niña con malicia-. Quería que jugáramos a las princesas, tú podrías ser mi hija.

-¡No quiero! -grité, luchando por liberarme.

-¡No te vas a ir! -dijo otro niño, agarrándome del cabello con fuerza.

Caí al suelo, sintiendo el dolor y la humillación en cada fibra de mi ser.

-Te daremos otra lección y ya no te queremos en este parque, niña -amenazó uno de los niños, levantando el puño para golpearme otra vez.

De repente, una piedra impactó en la cabeza del líder de los matones, deteniendo la violencia momentáneamente.

-¡Eso dolió! ¿Quién fue? -gritó el chico, buscando al responsable.

Una niña apareció, su cabello rubio ondeando con la brisa y sus ojos azules llenos de determinación. Tenía mi misma edad, pero irradiaba una valentía que me dejó atónito. Parecía una princesa de los cuentos de hadas.

-¡Déjenlo en paz! -gritó, su voz resonando como un rayo de esperanza.

Detrás de ella, un grupo de niñas se alineó, desafiando a los matones con su presencia. Los niños, viéndose superados en número, no tuvieron más opción que retirarse corriendo.

-¡Más les vale dejarlo en paz! -repitió la niña, con firmeza.

Observé maravillado cómo los matones se dispersaban, y entonces la niña se acercó.

-Hola, soy Ino Yamanaka. ¿Cuál es tu nombre? -preguntó amablemente.

-Ah, yo soy... -titubeé, impresionado por su fuerza y belleza-. Mi nombre es Zakuta Haruno.

Confusión Ninja | Actualizaciones LentasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora