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Con Enzo listo, Clara acomodó sus piernas para que el jugador pudiera entrar con mayor facilidad. El jugador comenzó a besarla, distrayéndola del breve dolor que sintió al ingresar dentro de ella.

Clara dejó escapar un suspiro mientras Enzo comenzaba a penetrarla, con movimientos leves de sus caderas para alcanzar mayor profundidad. El jugador no dejaba de besarla por todas partes, deteniéndose en su cuello y sus pechos.

Enzo apuró los movimientos, precisos y lentos, luego más rápidos y violentos. Clara le apretaba la espalda con las uñas, rasguñando, provocando en él algo parecido a un dolor placentero.

Con el jugador dentro de ella, Clara mordisqueaba el cuello de Enzo, apretando su cuerpo contra sí misma.

Enzo podía sentir todo de ella, llegando hasta el fondo con cada embestida. Entonces Clara lo empujó suavemente y él se asustó, pensando en que la estaba lastimando o algo por el estilo.

Sin embargo, la chica lo dio vuelta, obligándolo a quedarse debajo. Se sentó encima del jugador, con él aún dentro de ella y comenzó a realizar sentadas. Esa posición enloquecía al jugador, que cerró sus ojos, llevando sus manos a los pechos de Clara, que rebotaban con cada movimiento que la chica realizaba.

Clara apretaba sus muslos alrededor de Enzo, de esta forma logrando que la penetración llegará más lejos, y haciendo que él viera estrellas con cada movimiento. Llevó una de sus manos alrededor del cuello de él, sin apretar, solo sosteniéndose de ahí, y Enzo dejó escapar algo parecido a un gruñido, suave, entre dientes.

— No hagas eso —pidió el jugador.

— ¿Por qué? —preguntó Clara, preocupada, sacando su mano.

Pero el jugador volvió a agarrarla, llevándola nuevamente a su cuello, obligando a Clara a qué apretará con un poco más de fuerza.

— Porque me vuelve loco —murmuró Enzo.

Clara sonrió satisfecha, con cada sentón sintiendo su cuerpo tensarse, acercándose al orgasmo. Enzo apretaba los glúteos de Clara, acompañando los movimientos de ella, aun con la mano de ella apretando su cuello.

Entonces Enzo la agarró con cuidado, obligándola a darse la vuelta. La puso de espaldas a él encima de la cama y desde detrás comenzó a penetrarla. Clara se acomodó, quedando en cuatro, y Enzo tiró suavemente de su pelo.

Clara empujaba su culo, haciendo que Enzo la penetrara con fuerza. El jugador ahora rodeó con su mano el cuello de ella, lo que la acercó peligrosamente al orgasmo, su cuerpo tensando cada vez más.

— La puta madre Enzo —murmuró ella.

— ¿Cómo me dijiste? —gruñó él, tirando un poco más de su pelo y empujando con fuerza dentro de ella.

La chica dejó escapar un gemido, que volvió loco al jugador, apurando el ritmo de sus caderas, embistiendo con violencia.

— Enzo —gimió Clara, sintiendo el orgasmo tensar su cuerpo.

Las piernas de ella temblaban levemente y Enzo, en vez de detenerse, continuó penetrándola, haciéndola sentir, quizás, uno de los mejores orgasmos de su vida.

— La puta madre Enzo —dijo ella, llevando una de sus manos a sus tetas, apretándose suavemente, intentando calmar la electricidad que invadía su cuerpo.

Enzo salió de dentro de Clara, dándole un breve respiro, mientras la chica se acomodó boca arriba en la cama. Él se posicionó encima de ella, mirándola desde arriba.

Se veía hermosa, con los labios hinchados de tantos besos y las mejillas sonrojadas del calor que sus cuerpos sentían. El color violeta que se había puesto en los labios había desaparecido, Enzo se preguntó si no estaría en su cara.

𝓛𝓪 𝓬𝓸𝓬𝓲𝓷𝓮𝓻𝓪 | ᴇɴᴢᴏ ꜰᴇʀɴᴀɴᴅᴇᴢ | ᴄʜᴇʟꜱᴇᴀ ꜰ.ᴄ. | +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora