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Enzo abrazaba a Clara y ella tenía su cabeza apoyada en el pecho de él. Una de sus manos acariciaba su torso desnudo, dibujando círculos sobre su piel. Estaban cómodos uno con el otro después de una larga noche haciéndolo.

Estaban en silencio, escuchando sus respiraciones, mirando hacia la nada.

— Tengo que irme —dijo Clara luego de unos minutos.

El jugador asintió, pasándole su ropa y vistiéndose él también. Enzo se preparó para llevarla a su casa, pero Clara lo detuvo.

— Puedo irme sola.

— No vas a caminar a tu casa a esta hora, yo te llevo —dijo él.

— Es Inglaterra, no me va a pasar nada.

— Clara... —empezó a quejarse Enzo.

— Por favor, necesito caminar —insistió ella.

Enzo terminó aceptando, acompañando a Clara hasta la puerta. Ninguno de los dos sabía cómo despedirse, por lo que ella simplemente le dio un abrazo y salió. El jugador cerró y se quedó unos segundos del otro lado, pensando en insistir sobre llevarla a su casa. Sin embargo, no hizo nada.

Clara fue todo el camino fumando, intentando calmar las mariposas que sentía en su estómago. Repasaba la noche en su cabeza, todavía sintiendo las manos de él por todo su cuerpo.

Cuando llegó, se dio una ducha y se fue directo a la cama, sintiéndose pesada y cansada. No le costó mucho dormirse, tampoco empezar a soñar con escenarios ficticios sobre Enzo.

El jugador, por su lado, no podía conciliar el sueño. Sentía la cama vacía y una extraña necesidad de dormir abrazando a alguien, a Clara. No entendía por qué no podía quedarse, no significaba nada, era solo compartir la cama. Pero también entendía que ella quería establecer límites, hacerle saber que tener sexo era lo único que podían tener en común.

Cerró los ojos con fuerza, pero nada. Sería una noche larga.

Al día siguiente, la alarma lo despertó de golpe. No sabía cuándo se había quedado dormido, pero sabía que no debía ser hace mucho tiempo, ya que aún se sentía cansado.

— La puta madre —murmuró mientras se levantaba.

Se dirigió a la cocina como todas las mañanas y se encontró con la cocinera, preparándole el desayuno. Ella lo miró de reojo y le sonrió levemente, pasándole una taza de café, tostadas y fruta.

— No descansé para nada bien —dijo él, dándole un sorbito a la infusión.

El café calentó su cuerpo rápidamente, se metió un pedazo de tostada en la boca, agotado. Ni siquiera quería desayunar, y no lo hubiera hecho, de no ser porque entrenaba en dos horas.

— Yo creo que tuve el mejor sueño en muchos días —contestó Clara, preparando algo en un bowl.

— Qué envidia —murmuró Enzo.

El jugador se terminó el desayuno unos minutos más tarde y se preparó el mate, como todos los días, para llevar al entrenamiento. Apenas podía pensar con claridad, estaba muy cansado.

Se despidió de Clara y ella le dio un pequeño saludo, indicándole que lo esperaba para la hora del almuerzo.

El jugador se dirigió al Cobham, en donde se realizaban los entrenamientos del Chelsea, llegando más temprano que el resto. Se fue directo a los vestuarios, mirándose al espejo. Se cambió por la camiseta del equipo, mirando su torso en el proceso.

Se encontró con que tenía pequeñas marcas de rasguños, de Clara. Sonrió, pero esperaba que nadie tuviera que verlo, ya que sería algo vergonzoso.

Cole apareció riendo con otro compañero, deteniéndose con la cara sonriente de Enzo.

𝓛𝓪 𝓬𝓸𝓬𝓲𝓷𝓮𝓻𝓪 | ᴇɴᴢᴏ ꜰᴇʀɴᴀɴᴅᴇᴢ | ᴄʜᴇʟꜱᴇᴀ ꜰ.ᴄ. | +18Where stories live. Discover now