Capítulo 1

25 6 0
                                    

Unos suaves toques en mi puerta me sacaron completamente de lo que estaba haciendo, deje mis herramientas a un lado y me dirigí a ver quién era, no solía recibir visitas y muchos menos al caer la noche, me extrañé bastante.

Desde que después de 100 años de lucha, Ganon hubiera sido derrotado a manos de mi hermano Link, el héroe de Hyrule y elegido por la espada maestra, sentía que algo se escapaba de mis manos.
No lo entendía, se supone que había recuperado la mayoría de mis recuerdos, sin la ayuda de mi hermano no hubiera sido posible.

Pero aún faltaba algo.

No logro recordar absolutamente nada de lo que pasó justo antes de que Ganon, la calamidad, apareció. Solo que desperté en un santuario de resurrección 100 años después.

Bueno, eso era hasta que abrí la puerta y la vi a ella.

100 años antes


Era por fin mi primera misión como escolta de la princesa de Hyrule, Zelda. Nos encontramos ahora mismo en carruaje de camino a la ciudad Gerudo, en medio del desierto. Supuse que aún nos faltaban unos días para llegar acabamos de entrar en terreno árido.

Me distraje dibujando en mi libreta cualquier cosa que me pareciera exótica, era buena forma para pasar el tiempo. Aunque, me vi obligada a subir la cabeza al sentir cierta mirada clavada en mí, al hacer esto me encontré con los encantadores ojos que la princesa poseía, la gente de la ciudadela no engañaba cuándo escuchaba a personas divagar sobre lo bella que era la princesa mientras hacía mis guardias. Me hubiera gustado que me mirasen de una forma proporcional a su encanto, porque nada su forma de mirarme me indicaba algo bueno. Me sentí obligada a preguntar.

- Su alteza, ¿Hay algo que necesite? - Pregunté curiosa, aunque no sé si debí preguntar, era la primera vez que hablaba directamente con ella.

- No, todo bien. - Respondió con un tono serio y algo cortante. Me limité a asentir y seguir en mis asuntos, pero de vez en cuando lograba sentir esa fuerte mirada en mí. Me pregunto si habré echo algo mal para molestarla.

Todo en orden hasta que el carruaje se aceleró abruptamente haciendo que mire por la ventana para ver que ocurría y encontrarme con que estábamos siendo atracados por miembros del clan Yiga. No lo pensé mucho y salí a enfrentarlos.

Monté el caballo que movía el carruaje y con mi arco traté de alejarlos, pero no funcionó. En el momento en el que mis ojos vieron cómo le prendían fuego a sus flechas mi cuerpo actuó por si solo, volviendo a toda prisa a dentro del carruaje, sacando a la princesa y saltando antes de que ardiera con nosotros dentro. Me aseguré de que la princesa no tenía ningún rasguño una vez me levanté.

- Quédese aquí Majestad, no tardaré mucho. - Ella solo asintió, se la veía bastante asustada.

Derribé los caballos enemigos con mis flechas, y cuándo mis contrincantes estaban en el suelo me encargué de acabar con ellos usando mi espada. Volví con la princesa y la ayudé a levantar.

- ¿Se encuentra bien, princesa? -

- Sí... ¿Que haremos ahora? - Me quedé en blanco, por suerte aún tenía mi mochila con suministros.

- Avanzaremos a pie, no tenemos otra opción. -  La idea no pareció agradarle mucho, no la juzgo, cualquiera anda aquí con el sol encima. - No creo que tardemos mucho en llegar a algún bazar. - Añadí, intentando que le agrade un poco más.

- ¡Ah! Y tome esto, por el sol. - le pasé mi capucha con bordados hylianos, lo aceptó sin decir nada y comenzamos a  caminar. La tarde no tardó mucho en llegar, se agradecía una puesta de sol. Lo mejor sería acampar por aquí, estábamos en una zona más o menos tranquila, al menos de momento.

- Princesa, pasaremos la noche aquí. Trataré de hacer algo en lo que pueda dormir y yo me ocuparé de hacer guardia. - Ella aceptó, no era muy habladora. Hasta ahora todas las veces que habíamos interactuado habían sido por iniciativa mía.

Prendí una fogata y construí una pequeña """"cama"""" con lo que tenía, era poco, pero para una noche le serviría.

- Iré a cazar algo para comer. Espéreme aquí y no se mueva. Tome mi abrigo, la noche aquí es fría. -

- ¿Puedo acompañarte? - Su única motivación era investigar un poco el lugar, por lo que tenía entendido, la princesa tenía un natural curioso que a su padre no le agradaba mucho. Ya que se pasaba el tiempo estudiando la bestias divinas en vez de intentar de despertar su poder divino.

Pero no me podía permitir que le ocurriera algo. Sería mi fin.

- Lo lamento, alteza, pero no puedo dejarla acudir conmigo. No quiero que se lastime. - No me puso muy buena cara.

- Soy una mujer independiente, puedo cuidar de mí misma. -

- Dudo que pueda hacer eso ante algún miembro del clan Yiga. - Me arrepentí de mis palabras al segundo. Seguramente había cavado ya mi propia tumba después de esa oración. Me miró con el ceño fruncido. A ver, técnicamente tenía razón.

- Disculpe mi... -

- No sigas, vete a cazar. -

Tragué saliva fuerte y asentí, no podía hacerlo peor. No había sido manera de tratar a una princesa. ¿Por qué no me callé?

Di media vuelta y me dispuse a llevar algo de comer para al menos calmar la situación. Acababa de oscurecer, y el terreno árido alumbrado por la luna tenía fama de ser especialmente hostil.

Y tan hostil.

No conseguí nada más que pelea, menos mal que no tenía ninguna herida grave de momento. Solo logré llevar unas sandías gélidas. Me daba vergüenza pero regresé con ella.

- ¿No te fuiste a cazar? - preguntó con cierto desdén.

- Sí. -

- ¿Y solo fuiste capaz de traer sandías gélidas? -

- Efectivamente. - No quiero volver a pasarme de la lengua, decidí no hablar mucho, al menos intentarlo. Aunque me estaba buscando las cosquillas. - Me hubiera gustado traer algo mejor, Majestad, pero no me ha sido posible. - Le entregué su parte cortada, y me quité poco a poco piezas de armadura, era insoportable aquí para caminar y combatir. Y no hablemos del peso.

- ¿Que haces? - Preguntó extrañada.

- Necesito quitarme un momento la armadura. Quiero ver si tengo alguna herida que necesite curar. -

- Mhm. - Hizo una mueca y giró su cabeza. No le presté mucha atención y me centré en mí. No había pasado ni un segundo  y ella giró su vista hacía mi de nuevo. - Estás sangrando. - Habló señalando mi estómago.

-¿Eh? - levanté ligeramente mi camisa y noté un corte no muy largo pero profundo a la derecha de mi ombligo. Cogí un paño con un poco de agua y traté de limpiarlo, pero seguía sangrando. Me até el paño a la cintura e hice presión.

- ¿Hay algo que pueda hacer? - Preguntó preocupada.

- No, no. Está controlado. Gracias igualmente. -

Ella asintió no muy convencida y me dió de su sandía. - Toma, te hará bien.- 
La acepté y comí con ella. Después me aseguré de que se durmió e hice guardia el resto de la noche, por suerte mi sangrado eventualmente cesó y hubo una noche tranquila.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Apr 06 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

𝗦𝗢𝗙Í𝗔 || Zelda X Fem!OcDonde viven las historias. Descúbrelo ahora