Capítulo 26

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El sol caía sobre el horizonte de Oxenfurt. A lo lejos se podía ver el humo provocado por la lucha entre Redania y Nilfgaard. Sin embargo, a Iris le parecía que la guerra estaba muy lejos de ella, tan lejos que no podría atraparla ni en un millón de años.

Y quizá tenía razón. Su futuro cada vez se cernía más sobre ella. Un futuro que ella no había elegido pero que cada día que pasaba sin recibir ni siquiera una carta, se le hacía menos pesado.

—Prometiste que me lo darías —dijo el príncipe ofiri a su lado.

Iris había llegado a su prometido a descubrir su lugar favorito de la ciudad. Desde el puente que conducía a Novigrado se podía ver el atardecer en el horizonte. La luz del sol se reflejaba en el agua y todo se volvía de un color anaranjado.

—Todavía no.

Aquella conversación solía suceder a menudo. Cuando era rechazado, el príncipe aceptaba la derrota y no volvía a insistir hasta la cita siguiente. A Iris cada vez le costaba más decir que no. El compromiso anterior se hacía cada vez más débil y no le costaba imaginaba a su antiguo amado con alguien más. Se preguntas por qué tenía que seguir siendole fiel.

El príncipe ofiri la trataba bien. No era salvaje ni emocionante, pero le proporcionaba una seguridad que le permitía dormir por las noches. No había vallas que trepar ni flores que alargar. Era él y ella caminando y hablando de todo lo que la falta de idioma les permitía.

—¿Deberíamos marchar? —dijo él. Iris asintió.

La tierra se le había pegado al vestido y se lo sacudió como pudo. El príncipe tuvo el detalle de levantarle la falda hasta el tobillo para que no se le manchase de barro. Ese gesto tan inocente y lleno de caballerosidad era lo que a veces le hacía dudar de lo que ella misma quería. La fecha de su boda se acercaba cada día más y lo único que deseaba era que llegara antes que Olgrierd.

—Casi nunca me habla de tu casa.

—Hablo mucho sobre mi país.

—Sí, pero cómo es tu casa.

—Pero Iris, ¿tú quieres venir con mí?

—¿Cómo?

—Conmi...go. Sé que tu padre te obliga.

Iris miró a los ojos al muchacho que le había hecho ese pregunta. Si le dieran a elegir, probablemente hubiera preferido quedarse en su casa. ¿Qué hubiera hecho entonces? ¿Guardar el luto a Olgrierd durante el resto de su vida? Por lo menos de esa forma podría alejarse de todo lo que le recordaba a él. Además, el príncipe ofiri se portaba muy bien con ella y se preocupaba de que todos sus acercamientos fueran bien recibidos. Lo que nunca había esperado a Iris de que por primera vez en meses podía tomar una decisión.

—Me duele si tú... no me quieres como yo te quiero. Antes no te conocía pero eres linda, buena y no me buscas por ser un príncipe. No deseo que no seas feliz conmigo. Romperé el compromiso.

—¡No! —El príncipe ofiri se sorprendió. —Durante todos estos meses te he conocido y te quiero. No tanto como igual tu deseas, pero con el tiempo llegaré a amarte. Lo que más ansío es el día de nuestra boda para marcharme de mi casa y alejarme de mi padre.

Iris sabía la pregunta qué venía a continuación. ¿Por qué no me besas? Cualquier otro la habría hecho, pero no el príncipe ofiri.

Por eso, ella tomó ventaja y se inclinó hacia él. Posó sus labios con timidez sobre los suyos, esperando que correspondiera a su contacto. Él lo hizo al principio. Le puso las manos en la caderas sin ansias, pero dejando ver de las ganas que tenía de aquello.

Tormentas de Skellige (The Witcher 3)Où les histoires vivent. Découvrez maintenant