Capítulo 2

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Luego de dejar su hogar Anthony viajo a una aldea entre los límites de Pays de Caux y Netherfield. Ahí se asentó en una vivienda en donde pagaba la modesta cantidad de doscientos francos al mes, cantidad que era cubierta gracias a los pagos igual de modestos como ayudante de ciertos establecimientos del lugar.

Jamás hablo sobre su pasado o sobre su familia, no lo veía necesario, ahí no era más Anthony Crowley, sino Anthony J., un joven que perdió a su familia y llego ahí por coincidencia.

El señor Bobary, un ayudante de cirujano modesto, hombre de buen aspecto y fanfarrón, quien se había casado con la hija de un mercader, apoderándose así de una dote de 20 mil francos. A la vista tenía una apariencia respetable, vestía con colores llamativos, sus dedos siempre adornados con anillos; era lo que la gente llamaba "nuevo rico", personas sin gusto, tratando de vestir elegante y llamativos solo para alardear sobre su nueva riqueza.

A los aristócratas no les gustaba socializar con este tipo de personajes, era ya conocido que los "nuevos ricos" solo vivían bien por un par de años, para luego caer en desgracia, lo cual era cierto, las cenas caras, el despilfarro por cada uno de los establecimientos frecuentados por la alta alcurnia, y el pagar espectáculos caros para entretenerse, eran algunos de los ejemplos.

Pero el señor Bobary, supo aprovechar muy bien sus cartas, haciendo buen uso de sus conexiones y de su extraordinaria facilidad para realizar negocios, haciendo crecer considerablemente su riqueza.

Bajo la promesa de ayudarlo a destacar, Bobary lo tomó como su protegido al poco tiempo de su llegada, notando su interés en el estudio y su facilidad de habla, viendo en el, un gran potencial y un posible futuro esposo para su hija.


Estela Bobary, una joven de trece años, entusiasta y hermosa, quedo enamorada del joven al instante, esto alegró mucho al señor Bobary. Si bien sabía que al morir él, su hija quedaría desamparada sin acceso a su herencia, prefería tener a un hombre de confianza para seguir administrando su fortuna que tanto le costó tener, y ¿quién mejor que un joven a quien podría moldear y adiestrar para ser su sucesor?

Bajo la protección del señor Bobary, Anthony logro asistir a la escuela, sacando las mejores notas, resaltando de entre sus compañeros como un joven listo y hambriento de saber. Gracias a su dedicación, logró entrar fácilmente a la facultad de ciencias de Netherfield, estudiando Medicina y astronomía en sus tiempos libres. Llevándose el elogio y admiración de parte de sus profesores.

Durante sus estudios, el señor Bobary, repetidamente le insistía sobre su hija, comentando sobre su situación y su necesidad de casarla con un joven de buena familia y educado.

Esto le causaba conflicto, tenía en claro que el señor Bobary planeaba casarlo con su hija, algo que a él no le llamaba la atención, por algo había escapado de una familia que lo único que quería era casarlo para seguir con su apellido, lo que propicio que declinara de cualquier insinuación de parte de Bobary o de Estela sobre el tema.




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Al graduarse, fue directo con la familia Bobary para agradecerles todo lo que habían hecho por él, comentando que era tiempo de buscar su camino, esto al señor Bobary no le agradó en nada, pero entendía que tenía que dejarlo ir, como un pez al que estas apunto de atrapar, siempre hay que soltar el hilo para dejarlo ir un poco, y cuando menos lo espere, atraerlo de nuevo a ti.

Se asentó a las orillas del rio Wye cerca de la frontera Hereford, empezó a vivir como su madre hubiera querido, se dedicaba a lo que más amaba, sin preocupaciones, y todo fue como él quería, hasta que la realidad entró en su vida, trayéndolo de vuelta al mundo que más odiaba.

El toque en su puerta fue el detonante, acostumbrado a no recibir visitas, en parte por el lugar poco poblado que escogió para vivir, se sorprendió al escuchar de nuevo aquel toque.

- ¿Buenas tardes, es usted el joven Anthony Crowley?

- ¿Quién lo busca?

-Una disculpa, soy Arthur, soy enviado de la familia Crowley, me contaron que el hijo del señor Crowley, Anthony, vivía aquí.

-Lamento decirle que lo engañaron caballero, aquí no vive ningún Crowley, que tenga buen día

Al intentar cerrar la puerta, el brazo del mensajero quedo atorado en la ranura, provocando así un grito de dolor por parte del joven.

- ¿Qué crees que haces?

-Lo siento señor, pero tengo instrucciones directas de llevar conmigo al joven Crowley.

-Pues deberá buscar en otro lado, ya le comenté que aquí no vive ningún Crowley.

-Lo siento señor, pero, las indicaciones fueron claras, a un costado del rio Wye, en una cabaña por la que sale humo blanco, ahí es donde el heredero de la familia Crowley se encuentra, ve y tráelo a donde pertenece.

- ¿Quién te dio esas indicaciones?

-El mismo Señor Crowley

El cuerpo de Anthony se tensó al instante, sabía que, si se negaba a ir con Arthur, su padre mandaría a más gente para buscarlo irrumpiendo así su tranquilidad, aunque técnicamente, ya lo había hecho. Soltando un suspiro sonoro, dejó de ejercer fuerza sobre la puerta, liberando así el brazo del mensajero.

-Pasa

- ¿Disculpe?

-Pasa, toma asiento

-Pero...

-Soy médico, revisaré tu brazo, no quiero ser el culpable por un hueso roto, ¿o acaso quieres esperar a que el dolor se haga insoportable para saberlo?

-No...

-Entonces, toma asiento.

Estaba claro que Anthony no tenía el más mínimo interés por regresar con su padre, el hacerlo sería como abandonar todos sus ideales formados hasta ahora.

Mientras revisaba al hombre sentado en su improvisado recibidor, pensaba en todo lo que su madre y él tuvieron que vivir y soportar.

Pensando en ello, su vida pasada era como esas raras nuevas enfermedades que aparecían, las cuales te consumían poco a poco sin que te dieras cuenta, sin signos ni síntomas, solo hasta el final, cuando ya no se podía hacer nada, era cuando se mostraban los estragos que había dejado la enfermedad.

Tomó una clara decisión sobre lo que tenía que hacer; evitar la enfermedad antes de que siquiera empezara a consumirlo y si era necesario, cortándola de raíz.

Tomó una clara decisión sobre lo que tenía que hacer; evitar la enfermedad antes de que siquiera empezara a consumirlo y si era necesario, cortándola de raíz

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Como regalo de inicio de historia les traje los dos primeros capitulos. espero que los disfruten. no duden en contarme que les esta pareciendo, sus comentarios me ayudan muchisimo.

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