Prólogo

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El mar siempre ha sido parte de mi familia, desde los niños nadando hasta los padres pescadores, sin dejar de un lado a las madres, aquellas que gritan y corren a por sus chiquillos

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El mar siempre ha sido parte de mi familia, desde los niños nadando hasta los padres pescadores, sin dejar de un lado a las madres, aquellas que gritan y corren a por sus chiquillos.

Se puede decir que soy uno de esos chiquillos, pues si mi vida ha girado alrededor de nuestro pequeño pueblo y las hermosas locuras que puedes encontrar en el, pero crecer no estaba en mis planes, dejar mi nido sin duda me daba miedo, pero crecer era parte de la vida.

Era el último verano en casa, las ultimas sonrisas, las ultimas alegrías, luego tendría que poner los pies sobre la tierra. Tengo miedo pero a la vez alegría, cumpliré mi sueño y sere feliz o eso espero.

Sin dejar de soñar en mi mente observo al frente, las personas bailan alrededor del fuego que nos calienta de la noche fría, las olas de la playa bailando al son de la brisa y sin duda la buena música.

- ¿Pensado en la vida?

- Da un poco de miedo, tengo miedo que no funcione, de no ser la mejor, de no superarme - Sus manos tomaron las mias, ya sabía lo que me iba a decir, el tan sabio y yo a veces tan tonta.

- Inténtalo verás que lo vas a lograr, pero no dejes de intentarlo.

- Me agotaría.

- Descansas y lo vuelvas a intentar - Me reí y él me abrazó fuertemente.

Claramente eso no era la realidad, era un recuerdo uno cuando tenía diez años, el último abrazo antes que un enemigo silencioso se lleve a la mejor persona del mundo.

Una lágrima silenciosa rodó por mí mejilla.

Lo voy a intentar, juro que lo voy a intentar.

- Te quiero, donde sea que brilles te amare por siempre.

Vuela sin miedo a caer

Dos maletas, en solo dos maletas tenía que guardar todos mis recuerdos, mis alegrías, los sueños de una niña de diez años con ganas de comerse el mundo de un solo bocado.

En dos maletas tenía que entrar toda mi vida.

Dejar cosas no era fácil, dolía y te desgarraban el alma, saber que no sería lo mismo, que al regresar en verano solo sería una turista más.

Quería que la idea de conocer nuevos países sea increíble, que cumpliría sueños que crecían como rosas en mi interior, pero las espinas siempre dolían.

Mi mente repetía una y otra vez que mi vida sería increíble, me daba ánimos a mí misma.

Pero dónde quedaba la niña que amaba jugar en la arena y correr a casa de su abuela que la esperaba con dulces, dónde quedaba la niña que amaba jugar a los doctores con su prima, dónde quedaba la niña que amaba jugar a los espías con su hermano y sobretodo dónde quedaba la niña que amaba ser niña.

Mi maravilloso sueño Where stories live. Discover now