Sentimientos a Contrarreloj

Capítulo I: "Sin mirar atrás"

Recuerdo que una vez alguien me dijo:

"Todo lo que necesitamos es amor".

En aquel momento, esas palabras resonaron en lo más profundo de mi ser, como un eco susurrante en un universo de incertidumbre y color. Esa frase sencilla, pero cargada de significado, se convirtió en mi faro durante los días oscuros. Al menos, en un principio eso fue lo que pensaba.

Así comenzó mi viaje en busca de esa fuerza capaz de mover montañas y transformar instantes en eternidades. El amor, con su magia inexplicable y su poder sanador, se convirtió en mi musa, en mi guía en un mundo donde los relojes marcan el tiempo con una urgencia implacable.

Mientras observaba las estrellas en el firmamento nocturno sentada a orillas de la playa en compañía de la Luna, me pregunté:

-¿Acaso el amor es la fuerza que trasciende el tiempo y el espacio, conectando nuestras almas en un éter eterno? ¿O simplemente es una ilusión pasajera que se desvanece con el amanecer de un nuevo día?

En ese momento, una ráfaga de viento cálido acarició mi rostro y las sombras de la noche se desvanecieron, dejando al descubierto un panorama de posibilidades infinitas y emociones inexploradas. Y así, con el corazón palpitando al compás de las incógnitas del universo, me adentré en el laberinto de los sentimientos a contrarreloj, en busca de respuestas que solo el amor verdadero puede revelar.

... Bueno, supongo que esta es la parte en la que me presento:

Mi nombre es Sarah Whitmore y mi historia se remonta a mucho antes de mi nacimiento. Mi madre, Nathalie Springfield Whitmore, siempre se ha destacado por su firmeza y espíritu emprendedor. Como mujer de negocios, su carácter admirable y su respeto por los demás han hecho que todos los que la conocen tengan una excelente opinión de ella.

Desde muy temprana edad mostró un interés en el mundo del arte y demostró tener un talento innato para ello, que pronto se convirtió en su musa y su mayor pasión. Con tan solo 16 años, creó una gran colección de dibujos que, gracias a la ayuda de ciertas personas, entre ellas sus amistades, pudo exponer en una de las galerías más famosas de Manchester.

Sus pinturas fueron reconocidas y muy bien recibidas por la sociedad, incluso por los críticos de arte, lo que llevó a que el propietario de una cadena de galerías en el país le ofreciera un puesto en su empresa. Sin duda, esto le permitiría adquirir aún más experiencia y, sobre todo, profesionalidad en su campo.

Cinco años más tarde, ya se había convertido en la directora de su propia empresa, lo que generó innumerables oportunidades valiosas para colaborar con otras agencias.

Pero todo no podía ser tan sencillo. Su vida iba a dar un giro de 180 grados que lo cambiaría todo, algo que no se esperaba en lo absoluto.

Cierto día se le presentó una oportunidad de trabajo aún mayor que las que ya tenía. Un prestigioso empresario, reconocido internacionalmente como uno de los mayores coleccionista de arte, visitó una de las galerías más recomendadas de la ciudad por sus empleados, donde se exhibían las obras de mi madre. Al verlas, apreció el valor excepcional de cada una de ellas, por lo que concertó una reunión con mi madre de inmediato.

En dicha reunión, le hizo la propuesta más atractiva que había escuchado hasta aquel entonces: trabajar codo con codo con él, recorriendo el mundo para mostrar sus obras de arte en todas partes. Además, le prometió beneficios que cualquiera persona apasionada por su trabajo consideraría el paraíso. Tendría la oportunidad de convertirse en una gran accionista mayoritaria en diferentes compañías y sería dueña de la mitad de las acciones de las mismas.