4. Hábitos

353 31 2
                                    

La noche era joven cuando los cuatro amigos se reencontraron. Ruslana, Martin, Bea y Chiara fueron andando hacia la fiesta. Martin no tardó mucho en convencerlas: A Ruslana le dijo que iba la rubia, a Bea le prometió que al día siguiente irían juntos a un recital de poesía, y a Chiara que Violeta iba a pedirle perdón por lo de la noche anterior. Se pusieron guapos y se dispusieron a irse al sitio de confianza de la zona para salir de fiesta.

Ya en la puerta, tuvieron que esperar veinte minutos a que llegaran Denna, Juanjo, Alex, Lucas y Violeta. El reencuentro inicial fue en la cola para entrar, para sorpresa de éstos.

J: ¿Qué hacéis en la cola? -preguntó sorprendido.

B: Estamos esperando para poder entrar -respondió ingenuamente.

J: Ya, amor, ya. Me refiero a que qué hacéis estando en la cola. Venga, vamos, anda.

Los segundos en que transcurrió esta conversación bastaron a Chiara para hacer un repaso a Violeta de arriba a abajo. No fue un repaso de desprecio, sino todo lo contrario. Pensó para sus adentros que en el fondo la chica era muy guapa, y que si lo del día anterior fue un malentendido, tampoco le importaría llegar a mayores con la pelirroja.

Juanjo dirigió el camino de los 9 hacia el portero principal. Allí le susurró algo al mencionado y se apartó a un lado para exponer la presencia de Violeta, e inmediatamente el guardia abrió.

La cara de los cuatro que no conocían el historial de Violeta y Juanjo fue digna de ser grabada: cruzaron miradas de incertidumbre, miraron alrededor en busca de si algún factor externo fue quien dio la aprobación de entrar, e intentaron buscar en su cerebro una explicación lógica de lo que acababa de pasar.

Una vez dentro, Martin se encargó de la iniciativa:

M: Vámonos a la segunda planta. La música es mejor, y suele haber un poco de menos alboroto.

Y así fue. Todos se dirigieron a la mencionada planta. Al inicio de la fiesta, Alex y Lucas se encargaban de traer bebida para todos. Aunque en un principio algunos como Chiara o Bea lo rechazaban por desconfianza, al final terminaron cediendo por la presión social.

En mitad de la noche Juanjo, Violeta, Alex y Lucas desaparecieron. Tenían una cita en la tercera planta, la zona privada, para comprobar el estado de la zona y decidirse a comprar el local.

Comprobaron la planta y, sin duda, lo que más le gustó a ambos fue que una de las habitaciones parecía un gran salón, algo que serviría para tener reuniones privilegiadas con los jefes gordos de la zona.

Aunque al principio el dueño se resistió a vender, no hay nada que pueda más que Violeta Hódar. Si ella quería ese local, ella iba a tener ese local. Así que cerraron la venta a cambio de un considerable precio adicional a aquel al que estaba tasado el recinto.

Con la alegría desbordando el cuerpo de Juanjo y un sentimiento de victoria disimulando en el de Violeta, ambos volvieron a la segunda planta. Al llegar, vieron que Bea y Martin no estaban en un principio, y no tardaron en explicarles que fue porque Bea estaba ya cansada y decidió tomar un taxi de vuelta a casa, acompañándole Martin a la puerta para asegurarse de que lo tomaba correctamente.

Mientras Juanjo se fue a la barra, Violeta se reunía con Denna, Ruslana y Chiara. Las dos primeras estaban en completa sintonía de nuevo, pero aún así las cuatro se integraron bastante bien.

Cuando Martin volvió, fue directo a la barra al ver que allí estaba Juanjo, y poco más se supo de ellos durante el resto de la noche: se olvidaron completamente de que ambos fueron con su grupo de amigos, y se disfrutaron intensamente.

ÉXTASIS Donde viven las historias. Descúbrelo ahora