CAPITULO 13(PARTE II)

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Eric siguió a su hermano hasta su estudio, donde el mayor le señaló el aparador, ofreciéndole un trago con un ademán. Él asintió y lo observó sacar una botella de oporto y derramar el líquido en un vaso que después le extendió.

Esperó hasta que ambos estuvieron sentados con sus bebidas en mano para repetir la pregunta que la había hecho con anterioridad.

—¿Cómo supiste de ella?

—¿Te refieres a cómo sé que saliste huyendo de aquí hace unos meses después de bailar con lady Lilian Lovelace en mi boda?

Eric cerró los ojos, rememorando aquel instante en que tuvo a la rubia joven entre sus brazos durante el único baile que compartieron. Después de eso, había salido con pies de pólvora de Bristol. La excusa había sido reunirse con Weiss para ayudarle a reflotar la empresa, pero en el fondo solo quería poner todo el mar que pudiera entre Lady Lilian y él.

Inconscientemente acarició su muslo, en donde lucía una larga cicatriz que era un recordatorio de sus motivos para alejarse. No debía olvidar ese asunto.
Él era un riesgo para su seguridad, y ella era peligrosa para su cordura, su contención y su fuerza de voluntad.

Dudaba de que Bejamin supiera sobre los secretos que ellos compartían. Si estaba interrogándole con respecto a la dama, sería porque los había visto interactuar aquel día y sacado sus propias conclusiones.

Eric intentó tranquilizarse y aparentar que su corazón no se había acelerado y su pulso desbocado al oír que ella no era la esposa de ningún bastardo afortunado. Se había alterado tanto ante la insinuación del mayor que por poco se auto incriminó.

Solo se debía a que lo había cogido con la guardia baja o a que estaba con los nervios de punta desde que no les había quedado más remedio que volver a Bristol.

—Dime que no ilusionaste a mi joven cuñada de algún modo, Eric. Ella es una dama respetable y demasiado inocente para su propio bien —le advirtió con expresión dura.

Él apretó los labios.

—No entiendo a qué viene todo esto. Apenas conozco a la muchacha. Sabes que no necesito seducir a una dama de campo, me sobran féminas mucho más mundanas e interesantes. Ella no es lo suficientemente atractiva como para que valga la pena —alegó, y se sintió  vil por emitir aquella mentira.

Su hermano no se dejó engañar ni lo liberó del intenso escrutinio. Él evitó apretar los puños. No podía delatarse frente a Harrow ni que este descubriera que lo unía a la joven secretos que podían arruinarla a los ojos de la buena sociedad.

—Vi cómo la mirabas en mi boda, Eric. Y no me refiero a cómo sueles observar a una mujer que te gusta, te he visto seduciendo a mujeres demasiadas veces. Esto era diferente. Parecías encandilado, embrujado por ella. No dejaste que nadie más se le acercara en toda la tarde, la rondabas, no le quitabas los ojos de encima. ¿Crees que los demás caballeros no se percataron de tu actitud posesiva ese día? Te faltó orinar a su alrededor.

Eric a punto estuvo de escupir el líquido que había bebido con el fin de escapar de la mirada inquisidora del marqués.

—Has perdido el juicio —arguyó casi sin aliento, tosiendo.

—¿También me equivoco al suponer que hay algo entre ustedes cuando ella estuvo involucrada en tu trampa a sir Miles y fue por su boca que me enteré de lo que estaba sucediendo en primer lugar? No me digas que no has transgredido alguna regla con ella, porque no te creeré. Si mi esposa o el mismo lord Hampton se enteran...

—Ya te lo he dicho, ella no me interesa. Solo pasé un buen rato en tu boda campestre. De ningún modo me ataría a una pueblerina tan cándida y simplona. Seguramente ella ya ha aceptado la propuesta de algún caballero y se casará pronto, o al menos prometida con algún otro.

Conquistar a un lord*PRÓXIMAMENTE RETIRADO*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora