Capítulo 9

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Joss Hamilton

La primera vez que me levantaba sin arrepentirme de lo ocurrido la noche anterior.

Abrí los ojos al escuchar mi celular. ¿Qué demonios? ¿Quién llamaba tan temprano? ¿Por qué no podían dejarme dormir en paz en mi cama?

Observé el lugar antes de moverme para buscar mi celular y me di cuenta de que no estaba en mi cama, ni en mi habitación y ni siquiera en mi casa.

Entonces mi mente se calibró para recordar lo que había pasado anoche. La fiesta, la discusión con Javier, la discusión con Peter. Alex.

Los dos estábamos en el sofá, abrazados y vestidos. Bien, no la cagué anoche. El recuerdo de cada beso apareció en mi mente. Sobre todo, el último.

Me arrepentí de haber tardado tanto para traerla.

—¿Por qué? —preguntó después de separarnos.

—No entiendo —aparté un mechón de cabello de su rostro acariciando su mejilla—. ¿A qué te refieres?

Los dos estábamos recostados en el sillón, de frente, ella un poco más abajo quedando su cara a la altura de mi cuello.

Dio un ligero bostezo y negó.

—Nada.

«¿Por qué la estás besando cuando miles de veces le has dejado en claro que no sientes nada por ella?».

—¿Quieres que volvamos a casa?

Volvió a negar.

—Quiero... quedarme aquí... —Su voz era tan suave que me hizo sentir una corriente por todo mi cuerpo.

—¿Qué ves en mí?

Me sorprendí al ver qué por decisión propia me miraba directamente a los ojos. Muy pocas veces había hecho eso y no esperaba que con esa pregunta lo hiciera. Sonrió y, por primera vez en la noche, tomó la iniciativa besándome.

Y tal vez eso fue lo que, para mí, lo hizo el beso más especial de toda la noche. Porque me lo estaba dando como respuesta a mi pregunta, pero no lo había entendido. No había entendido qué era lo que veía en mí para que aún siguiera aquí después de todo lo que vivimos.

Cuando se separó me miró unos segundos y después cerró sus ojos quedándose dormida. La abracé sin dejar de pensar en la respuesta.

Me arrepentí de no haber entendido su respuesta.

La felicidad de haberme despertado sin arrepentirme de algo se disipó pues el arrepentimiento me invadió en cuanto mi mente comenzó a idear el plan para tratarla distante. ¿Por qué era así? ¿Por qué por momentos encontraba el valor para estar con ella y después me convertía en un cobarde que huía? ¿Por qué no podía enfrentar eso de una vez por todas en lugar de solo hacer patéticos intentos?

Mi celular volvió a sonar y tuve que sacarlo de mi pantalón. Miré la pantalla. Papá.

Mierda.

Contesté.

—Hola, papá... —hablé bajo para no despertar a Alex.

—¿Dónde están? —Estaba serio.

Eso no era bueno.

—En casa de Peter.

—¿Por qué ninguno de los cuatro contestaba?

Detestaba cuando me hablara como si estuviera en un puto interrogatorio.

Me arrepiento #4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora