Noche para recordar

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Amala

Eran las ocho y cincuenta de la noche, en la ciudad llovía a cántaros, mientras yo terminaba de preparar la cena escuchaba el programa de televisión que estaban pasando en ese momento.

Hoy el día en la tienda de antigüedades había sido muy agotador, muchas personas habían ido a comprar muchas decoraciones indias para decorar sus hogares.

Empecé a preparar la mesa para cuándo llegará mi esposo, coloqué los platos en nuestros respectivos lugares, serví un poco de vino tinto en unas copas y llevé la cazuela con la pasta al centro de la mesa. Estaba todo listo, solo faltaba que mi guapo esposo llegará.

—Hola, bonita —dijo Killian abrazándome por la espalda, di un pequeño saltó al sobresaltarme. Había llegado a las nueve en punto, siempre era muy puntual.

—Eres un tonto —respondí riendo, me giré para poder abrazarlo y besarlo.

Me tomaba de la cintura con cariño, me besaba de forma lenta y tierna. Se separó de mí, sonriendo miró hacia un lado para ver la cena que había preparado.

—Bonita, todo esto huele delicioso —dijo Killian con una gran sonrisa, seguía sin soltar mi cintura.

—La preparé especialmente para ti —dije tomando sus manos para apartarlas y llevarlo a la silla para qué se sentará. Al momento de sentarnos comenzamos a servir la pasta en los platos, miré a Killian con cariño—. Espero disfrutes la cena.

—Así lo haré —me respondió con esa bella sonrisa que siempre me enamoraba.

Los dos bebimos un poco de vino, miré a Killian en la espera de saber sí le gustaría la cena, él tomó la pasta con su tenedor y cuando estaba por meterse el tenedor a la boca, el teléfono fijo comenzó a sonar. Killian con fastidio se levantó de la mesa y respondió a la llamada, yo le di una probada a la pasta y no era por presumir, pero me había quedado muy rica.

Miré a Killian, estaba apoyado en la pared con el teléfono pegado a su hombro mientras anotaba algo que le estaba diciendo la otra persona en la línea. Cuando terminó de anotar, se despidió y colgó el teléfono. Se acercó a la mesa y volvió a sentarse, le dio un trago al vino, su mirada era cansada y tomó otra vez su pasta.

—¿Todo está bien, amor? —pregunté al verlo así.

—No es nada, bonita, solo que tengo que terminar un informe del caso que estamos llevando —respondió Killian con una sonrisa y mirada cansada, tomó mi mano con dulzura y se la llevó a los labios—. No te preocupes, terminando la cena empezaré el informe para ir a dormir contigo.

Le sonreí en respuesta. Killian tomó su tenedor con pasta y se la llevó a la boca, la mordió por unos segundos y luego tragó. Me miró y la energía volvió a él.

—Está pasta es realmente deliciosa —decía en un tono más alegre—, gracias Amala, por esta cena.

Me levanté y le di un tierno beso en la mejilla. Cenamos tranquilamente, cuando terminamos, él quería ayudarme a recoger la mesa y lavar los platos, pero lo mandé a su oficina para que pudiera empezar a hacer su informe. Cuando terminé de lavar los platos, me di una ducha y me puse mi camisón blanco favorito, me recosté en la cama y miré el reloj que estaba en mi mesa de noche, eran las diez y veintidós de la noche.

Miré la luz que salía de la oficina de Killian, di un suspiro, siempre trabajaba duro en la comisaría y se había convertido en uno de los empleados más importantes después de lo que vivimos hace dos años en Calcuta, lo amaba por todo eso... pero siempre estaba trabajando y nunca descansaba.

Quería darle un momento de descanso, y en eso llegó a mi mente una idea algo depravada, pero que ayudaría a relajarlo mucho.

Me levanté de la cama y me dirigí hasta su oficina, al momento de entrar me di cuenta de que estaba escribiendo y al mismo tiempo estaba leyendo una carpeta con su nuevo caso. Me acerqué a él.

Killian y Amala | One shotWhere stories live. Discover now