Prologo

322 68 8
                                    

























Gritos desgarradores, suspiros alterados se escuchaban por los pasillos, el viento frío chocaba fuertemente contra los vidrios, tanto como si fueran a romperlos. La mujer sudaba, tenía el rostro demacrado y cansado; aún así, seguía haciendo fuerzas hasta que escuchó ese pequeño llanto, pero lo suficientemente alto.

Lo tomó entre sus brazos y lo vio. Era precioso, ojos verdes con una pizca de marrón, su cabellera castaña era fina pero notable, su piel lechosa, sus manitas pequeñas que agarraron su dedo mientras le regalaba una sonrisa. Su corazón se estrujó de ternura y angustia. Pudo verlo por primera vez y última. No podría verlo crecer ni tampoco verlo jugar con su hermana. En el fondo tenía esperanza de quedarse, pero era imposible; lo sabía. Su cuerpo temblaba mientras su nariz y ojos comenzaban a sangrar. Tuvo que dejarlo en brazos de una enfermera cuando tosió sangre.

Antes de que fuera muy tarde, escribió una carta mientras dejaba el nombre del pequeño niño con grandes ojos Hazel que la miraba lloroso, como si supiera que ella se iría.

—No me mires así, te vigilaré estés donde estés, al igual que con tu hermana —habló con una sonrisa y ojos cristalizados. El niño la siguió con sus enormes ojos cuando se acercaba a él para acostarse a su lado.

—Tú, mi pequeño príncipe, te llamarás… Damián Nix Targaryen, príncipe del infierno, padre de los dragones y dueño de la noche —su voz cada vez se iba apagando mientras sus ojos poco a poco se iban cerrando—. Siento no poder aguantar y no poder estar cuando me necesites en un futuro. Lo siento, Damix… Te amo —de pronto dejó de hablar. Sus ojos se cerraron por completo y su respiración cesó. El pequeño príncipe soltó un llanto fuertemente. Su progenitora había fallecido; la reina de los dragones había muerto el mismo día a pocas horas de su nacimiento.

Ese día, el dios del inframundo había ganado otro hijo, pero había perdido a su compañera, su reina, su propia esposa. Calista, la princesa del inframundo, también había ganado un hermano, pero había perdido a su madre, su consejera y mejor amiga. Mientras que Damián había ganado una vida, había perdido a otra.














 Mientras que Damián había ganado una vida, había perdido a otra

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.



𝓣𝓱𝓮 𝓟𝓻𝓲𝓷𝓬𝓮 𝓸𝓯 𝓱𝓮𝓵𝓵Where stories live. Discover now