14. Un gusto no le hace daño a nadie

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Julia paseó un largo rato entre las islas de ropa de aquella tienda. Ángela la arrastró ahí tras una larga retahíla de ruegos, pero seguía sin estar convencida; lo último que pretendía era gastar en algo que no necesitaba.

Entonces vio una blusa imposible de ignorar, con un diseño audaz de espalda descubierta y un escote que sugería en lugar de mostrar. El rojo intenso de la tela era vibrante y provocativo, casi pulsante; una promesa de inolvidables momentos. Al tocarla la tentación creció, su textura sedosa se asemejaba a una caricia. Julia liberó un suspiro largo y nostálgico en tanto sus ojos, cautivados por la prenda, viajaban al pasado. La última vez que vistió algo así de especial, pensado para hacer brillar a la portadora, había sido el día de su graduación, cuando las ilusiones de un futuro prometedor bullían en un peligroso caldo de ingenuidad.

—Deberías llevarla, te quedará de infarto. —Ángela se acercó por detrás, poniéndole la barbilla en el hombro para ver la blusa a un grado tan íntimo, que le provocó un estremecimiento—. Anda, si me gustaran las mujeres de seguro me enamoro de ti con ella puesta... A lo mejor haces que Jaime se anime —recalcó, jocosa.

—¿Qué dices? —replicó, sonriendo medio sonrojada. Sacudió la parte superior del cuerpo, apartando a la molesta muchacha y giró para verla de frente—. Es cara, no puedo darme el lujo. Y de Jaime. —Inhaló y bajó la vista, ella misma no sabía si en verdad quería avanzar con él—. Dejemos el asunto por la paz.

—¿Por qué? Se gustan tanto que solo ustedes no se dan cuenta.

Julia era consciente de esa atracción; sufría los efectos en carne propia varias veces al día, y en las últimas semanas creyó distinguir claramente que a él le sucedía lo mismo. Sin embargo, suponía que Jaime tenía frenos parecidos a los suyos. Primero, no quería ni pensar en qué sucedería si se atrevían a dar otro paso y las cosas no resultaban. La incomodidad para ambos se volvería insoportable, y en su caso sería una catástrofe. Eso solo para empezar, porque lo otro que intuía era que algo muy malo había sucedido con él, algo que lo dejó con ganas de prolongar su soltería.

Había intentado averiguar detalles de la historia amorosa de su socio con Memo. Incluso llegó a pensar en utilizar el nombre de Pamela para hacerlo, pero al final lo consideró demasiado intrusivo y descartó la idea. Creyó que con lo indiscreto de Memo sería sencillo, pero parecía que tenía un pacto de silencio con Jaime; apenas ahondaba en el tema, el hombre viraba la dirección de la conversación con un talento increíble.

Lo único que pudo comprobar fue gracias a Ángela. Según ella, Pamela era la exnovia de Jaime, pero solo pudo confirmarle que la ruptura fue tormentosa pues el resto lo ignoraba.

—¿Cuánto hace que no te consientes un poco? —Insistente, Ángela se movió a su alrededor cual serpiente engatusadora, apartando a Jaime y su relación fallida—. Hagamos esto: tú te la compras y yo te invito a celebrar. Una noche de chicas, puedo invitar a unas compañeras de clases. Verás que la pasaremos genial.

La propuesta era tentadora, casi al mismo nivel que la blusa. Era viernes, y hasta el día siguiente no tendría que ir a trabajar al bar; había contemplado dejar ese trabajo nocturno y recuperarse de la semana, descansando a sus anchas sábados y domingos. Para su fortuna, los pacientes habían aumentado, y con los gastos disminuidos gracias a la ayuda de Jaime, ya no era imposible pagar las mensualidades de sus deudas.

Con discreción, Julia buscó el precio entre los pliegues y una etiqueta de descuento le cantó al oído; fue la señal. Ansiaba recuperar su vida y la alegría, esas ganas de volar que le arrebataron tantas malas decisiones y gente de la que no quería acordarse. Por fin, sentía que podía volver a respirar tranquila.

Vio a los ojos de la muchacha sonriente frente a ella en un gesto de complicidad. Ángela había resultado un ángel, igual que Jaime. En el corto tiempo de convivencia la hizo creer otra vez en la amistad, mostrándose empática con su situación y nada celosa a pesar de que vivía con su novio. Tal vez ayudaba su carácter despreocupado o que supiera lo de Jaime, al final era su socio quien le interesaba, aunque no se concretara nada.

¿Y si me analizas y yo a ti? #PGP2024Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt