∘°∘♡∘°∘ ! tres.

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( . . . )

— ¿estás acá, juani? —cuestionó el pelinegro mientras entraba a la habitación.

el de rulos castaños intentaba aguantar su respiración lo mejor posible y las ganas de reír lo inundaban por completo. sus rodillas tocaban su pecho al estar sentado, escondido adentro del armario. cualquiera pensaría que ya estaba algo grande para seguir jugando a las escondidas; a él no le importaba y se ve que a su acompañante menos.

— mh, voy a tener que buscar en otro lado entonces. —blas comentó, aunque sus palabras quedaron en la nada.

salió de la habitación y el ruido de la puerta al cerrarse se hizo presente. por otro lado, el menor abandonó su escondite con cuidado, vigilando con cautela cada lugar para asegurarse de que realmente estaba solo. esa era su oportunidad para correr hacia el punto de partida y por fin poder ganar aunque sea una vez, ya que blas era tan habilidoso y sus largas piernas le daban mucha ventaja.

tomó el picaporte lentamente y comenzó a girarlo para abrir, ya se estaba preparando mentalmente pero todo su plan se derrumbó en cuanto fue tomado por la cintura. blas estuvo todo este tiempo esperándolo detrás de la puerta y ahora que lo tenía lo mejor que pudo hacer fue subirlo sobre sus hombros, las piernas de juan quedando sobre estos y su cabeza casi rozando el suelo. el más alto se aseguraba de sujetarlo bien por los muslos sin llegar a ser un agarre brusco.

— ¡soltame blas! — exclamaba el más bajo, tirando patadas al aire en vano.

el contrario hacía caso omiso y bajó las escaleras de la casa corriendo hasta que llegó a la sala de estar. ahí el delicado cuerpo de juan quedó desparramado en el suave sofá mientras que el alfa colocaba su propio cuerpo entre las piernas contrarias para empezar una guerra de cosquillas en la que estaba ganando.

el rostro del ojiazul ya se encontraba enteramente rojo y en sus pulmones sentía que el oxígeno faltaba, sus carcajadas podían escucharse por todo el hogar y hasta en el vecindario pero no le interesaba. realmente amaba poder disfrutar esos momentos con el chico que más lo conocía y a pesar de que blas ese día estaba cumpliendo ya los dieciocho años seguía siendo un niño al lado del más chico.

era toda una vida en la que llevaban compartiendo cumpleaños desde que se conocen. juan cumplía catorce años y no tenía muchas amistades para poder invitar pero eso era lo de menos, en realidad él sólo necesitaba al muchacho de ojos oscuros y a su familia, entonces sabía que nada saldría mal.

— blas polidori, comportate. —su madre dijo mientras entraba cargada de bolsas.— nos fuimos un rato y haces un desastre.

en menos de un segundo el más alto ya se encontraba de pie totalmente alejado del sofá. mordía su labio inferior para no reír y miraba al contrario de manera cómplice.— perdón, ma. no me di cuenta que habías llegado.

— sí, lo que vos digas. —ella respondió, intentando no sonreír ya que debía mantener en su cara la seriedad.— ahora andá a bañarte y toma algo, tu olor inundó toda la sala y es un asco.

el mayor a veces no lo notaba o intentaba pasar desapercibido, pero el aroma a naranja y madera era tan fuerte que lograba discolocar a cualquiera de su propio lugar, era algo vergonzoso sin dudarlo. sin dar tantas vueltas se fue escaleras arriba y juan ahora se encontraba solo con la dulce omega, y miraba de vez en cuando el lugar por donde había desaparecido el otro, sin poder evitar aquellos pequeños suspiros que escapaban de sus labios.

— alguien está un poquito enamorado, ¿no te parece?

la voz de la mujer irrumpió el silencio y captó toda su atención. no era un secreto para nadie los sentimientos del de rulos castaños hacia el alfa y desde muy pequeño comenzó a manifestarlo. tal vez era su cercanía, sus abrazos compartidos o los secretos intercambiados; juani no lo sabía, pero desde años que su corazón pertenecía exclusivamente a blas a pesar de que ahora intentara esquivar aquellas molestas sensaciones. no quería parecer el típico intento de adolescente que caía de manera fácil por su mejor amigo y sabía cómo era el contrario, tan enamoradizo siempre de cada persona que conocía, simplemente no tenía oportunidad.

o tal vez no la tenía por la diferencia de edad, que también estuvo siempre presente. blas y juan eran conscientes de ello y a la vez se volvía un gran obstáculo para el ojiazul quien se imaginaba siempre distintos escenarios con el otro pero nunca llegaban tan lejos. quería poder tenerlo como un simple crush o algo que pasaría con el tiempo, pero eso no sucedía.

— nada que ver. —respondió, por fin.— sólo que siempre tarda mucho y me estoy aburriendo.

— ay, juan ignacio. podrás engañar a cualquiera, pero no a quien estuvo en tu mismo lugar.

ella no le dio tiempo para responder y se fue hacia la cocina, dejando a un pensativo chico. él en realidad no podía hacer nada con lo que sentía y prefería que todo quedara de esa manera, ya que una amistad como la de blas era realmente valiosa y no podía arriesgarse a perderla.

al menos ahora, cuando creciera todo podría ser una historia distinta.

bocanada; juan x blas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora