Acto I: Capítulo 1

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Carcosa, 17 de marzo de 1912

Así como todos los muertos dejados atrás por la ineptitud e ignorancia de su padre, por el rencor de su tío, por la ira de sus abuelos, y por el desespero de su madre, André se encontraba quieto al punto de parecer una roca, frío como un trozo de hielo, y tenía la mandíbula caída, casi dislocada por su asombro.

Decir que estaba sorprendido por todo lo que acababa de oír sería menospreciar su estupefacción.

Había ido a la casa de su tío queriendo explicaciones a las incontables dudas que tenía sobre su pasado, pero al parecer, otra vez dejaría la reunión con más preguntas que respuestas.

Si bien ahora conocía el origen de la avalancha de infortunios que afectó a su familia, su rápido crecimiento y derrumbe lo tomó tan desprevenido como a las víctimas originales de la catástrofe.

Lo que más lo irritaba, sin embargo, era no poder compartir la rabia intensa y justa de los más afectados. Mientras ellos veían a su padre como la chispa que había detonado la fatal explosión, como el culpable de su entierro bajo la nieve y su posterior olvido en el cementerio boreal, él no lograba asignarle una culpa absoluta por su inflamabilidad. Tal vez porque comprendía, desde su neutral perspectiva, que Claude también había sido una de las pobres almas manipuladas y atormentadas por Aurelio —el real y más perverso villano de toda aquella historia—.

Esto dicho, el escritor sí lo culpaba por su omisión. Por su actitud infantil, pequeña de mente e inconsecuente.

Haber encerrado a su tío sin insistir en una investigación más profunda sobre sus supuestos "crímenes", haber ignorado sus gritos de ayuda, y haber desconfiado de su obvia inocencia eran actos malvados, sin explicación justa o válida.

La impulsividad y la imprudencia son hermanas, pero no tienen parentesco alguno con la venganza, mucho menos con la impiedad. El señor Chassier había escogido, por cuenta propia, unirlas y forzarlas a estimarse, queriendo creer en la versión de los hechos que más lo reconfortaba: su esposa lo había dejado por su hermano y, por ende, ambos merecían una reprimenda. Ella la encontró en la forma de una muerte prematura; Jean, en la pérdida total y arbitraria de su libertad. ­ ­

—Ahora comprendo porque no querías contarme la verdad —el muchacho le dijo al ministro, removiéndose los lentes para masajear su rostro—. Esto es un desastre, de inicio a fin...

—Lo siento... —Claude respondió, pero se detuvo al verlo levantar un dedo.

—No ahora. —Si lo oía decir una palabra más, André estaba seguro de que le gritaría y no quería hacerlo de inmediato. Deseaba mantener su imparcialidad hacia su padre y juzgarlo de acuerdo a sus trasgresiones, no de acuerdo a su propia molestia—. Monsieur Jean... o Walbridge... Le tengo una pregunta. — Al ser nombrado, el jefe de los ladrones alzó la mirada. Entre todos, era el que demostraba más indiferencia ante su propio sufrimiento. Su expresión era melancólica, claro, pero su actitud era serena—. ¿Qué le dijo Frankfurt a usted sobre mi madre, después de la fuga? ¿Le contó alguna mentira para justificar el hecho de que su compañera de celda no había venido con nosotros en el barco de Zarayvo?...

—Bueno... —Jean respiró hondo—, él me dijo que sí encontró y rescató a la prisionera de la que me había vuelto amigo, pero también afirmó que ella se había escapado así que llegaron al muelle, porque no quería subirse a un barco lleno de prisioneros hombres y estar atascada ahí por meses...  —Dio de hombros—. Fue una respuesta que me pareció coherente y creíble lo suficiente, así que confié en que lo era.

—¿Y usted? —André se volteó a Elise—. ¿Al final se volvió a encontrar con Frankie? ¿Mantuvo el contacto después de huir de Isla Negra?

—Sí... —La mujer se limpió las lágrimas de sus propias mejillas, rojas e hinchadas—. Lo hice varias veces, hasta que él fue asesinado. Desde ese momento, supe que tenía que alejarme de los ladrones definitivamente y concentrarme en perseguir a mi padre. Porque se me hizo claro que solo encontraría paz el día en que él muriera.

Traición y Justicia: El Valor de la VenganzaWhere stories live. Discover now