Sobre hermanos, hormonas y llaves, Lucerys.

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Odia al maldito.

Lucerys observó a Aemond la misma noche en la que Maegor y su madre discutían ferozmente sobre detener la guerra, se coló en las habitaciones de su progenitora y encontró al asesino dormido.

Aemond es irrefutablemente Aemond, lo reconoció en su niñez y aún con los rasgos de Visenya mezclados en su rostro, no hay duda, es su tío renacido.

Un odio que no sabía que tenia, un odio que jamás había sentido en esta vida o en la anterior, como fuego atusándose en su estómago subiendo a su garganta y picando sus ojos. Odio genuino, crudo y real.

Cargo al niño aún así, lo acuno en su pecho y beso su cabeza.

Era su hermano ahora, el monstruo que lo mato, a su abuela y a su padre, un mata sangre hecho y derecho, que aún muerto lo había buscado en otros incluso en otra bastarda. En su tía, no respeto su memoria y hasta el final de sus días lo busco, lo supo cuando se montó en ese fósil para matar a su padre con el único y exclusivo objetivo de que Aemond fuera el único ser viviente que lo recordara codicioso que nadie más tuviera a Lucerys, ni en sus memorias y corazón. Agradece a los dioses, por que dentro de todo, su padre lo mato, Daemon siempre lo vengo y defendió hasta su último aliento.

Ahora era su hermano y sólo los dioses saben por que lo enviaron de regreso junto a él, ¿Con qué propósito?, ¿Con qué objetivo?.

Apega más al bebé en sus brazos, besa su frente y mira la bahía de Dragonstone por la ventana de la habitación.

Pero ahora estás aquí. Y conozco tu secreto... pero tú no el mío.

Sonrió con una crueldad sólo vista en Visenya cuando castigaba a Aenys. Sonrió como un verdadero Targaryen.

Y pagarás cada crimen, querido hermano.

Con fuego y sangre.

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Viserys creció tan bello que fue confinado.

Esta bien.

Lucerys se encargó de la salud mental de Maegor, descubrió que su hermano basaba toda la "locura" en reacciones irracionales, problemas de ira y sobre todo, problemas con el poder.

Se enfocó en que su hermano sanara dichos problemas y le entregó toda la atención que podía cuando no se la entregaba a Aemond y su madre.

Su relación fue más formal, pero se negó a consumarla hasta que tuviera 17.

Maegor era dulce.

Aún no lograba encontrar amor en el, ese amor que hacía a su madre llorar por la noches o a Daemon esperar a su sobrina por una década. No tenía en Maegor a su Rhaenys y Rhaenyra aún.

Pero las hormonas aquí son más intensas y no niega que cuando ve a Maegor entrenar... sus pantalones interiores se mojan.

Es algo que ha incomodado su... cuerpo.

Tiene eso de las mujeres de su mundo.

Claro sabía que tenía eso pero sólo estaba ahí y no tenía más funcionalidad que hacer pipi, hasta que empezó a palpitar y a mojarse si Maegor hablaba, si Maegor le tomaba de las manos, si Maegor entrenaba, si Maegor comenzaba a coquetear. Si Maegor.

Siempre Maegor.

Aemond es más dulce ahora, cae redondo en su fachada de hermano dulce y preocupado, le entrega todo el amor que le faltó en la otra vida y sus ojos dejaron de acusarlo con una afirmación vieja hace años.

Dioses crueles -Lucerys-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora