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—Tu dormirás con Beth —señaló Glenn.
—De acuerdo —tomé mis cosas yendo hacia el piso de arriba donde dejé mis cosas.
Al salir de la casa vi a Carl caminando a lo lejos en dirección hacia el granero. Todos están ocupados trayendo las cosas del campamento hacia acá, así que decidí ir detrás de él. Cuando llegue al granero subí las escaleras, ahí está sentado frente a la ventana donde yo estuve el día anterior.
—Hola —lo saludé sentándome a su lado.
—Hola —saludó sin tanto ánimo.
—¿Qué te sucede?
—Nada —contestó sin mirarme y jugueteando con el cierre de su suéter.
—No te creo —golpeé su brazo con mi mano—. Dime.
Suspiró, levantó la mirada.
—El caminante que mató a Dale, yo lo vi en el bosque y no pude matarlo —contó con culpa.
—¿Lo viste? —me sorprendí—. Pero, no es tu culpa —lo intenté tranquilizar tomando una de sus manos.
—Claro que lo es, no lo maté.
—No, no es culpa tuya, Carl. Nadie podía saber que eso iba a suceder.
—¡Fue mi culpa! ¡Debí de matarlo cuando pude!
—Shh, Carl... —miré a los lados asegurándome de que nadie esté cerca—. Escúchame —pensé en como hacer que se calle antes de que todos lo escuchen y alguien lo culpe por ello.
—¡Si lo hubiera hecho él seguiría vivo! ¡Fue mi culpa!
—No, tú...
—¡Soy un cobarde! ¡No puedo proteger a nadie! ¡Y si sigo así entonces tú y todos mori...! —tomé su rostro acercándome a él hasta juntar mis labios con los suyos, logrando que guarde silencio.
Algunos segundos después me di cuenta de la locura que acabo de hacer. Me separé de inmediato bajo su mirada sorprendida.
—Y-yo... Y-yo... Tenía que hacer que te callaras —expliqué con el rostro caliente—. Lo siento.
Me levanté con prisa, di media vuelta, pero cuando intenté irme, él tiró de mi mano obligándome a volver y sus labios volvieron contra los míos quedándonos así por unos momentos.
