Our love: Arizona.

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~Calliope~

— ¿Cómo está ella? — pregunté con la voz entrecortada, mientras ingresaba a la sala.

Mis ojos hinchados por el llanto observaban la figura de mi novia, ya casi sin vida en esa camilla, débil y sin esperanzas de despertar.

Me sentía abrumada por la culpa que me embargaba.

— ¡¿Cómo crees que está?! ¡Eres la culpable de todo esto! ¡Por tus mañas sin clase! — su madre me gritaba con un odio desgarrador.

— Por favor, les pido silencio, Arizona está muy sensible — intervino el médico con tono compasivo.

— ¿Estará bien? — pregunté al borde del llanto, luchando por contener las lágrimas que amenazaban con brotar.

— Su estado es crítico, solo queda esperar — respondió el médico con mirada compungida.

Asentí en silencio, sintiendo un peso abrumador en mi pecho.

Estaba exhausta, mis noches se habían convertido en un insomnio constante, apenas probaba bocado y apenas pisaba mi propia casa. Mi vida giraba en torno a este lugar, esperando que ella despierte.

— Creo que deberías irte a tu casa a descansar — me aconsejó Emilio con voz cansada.

— Quiero estar con ella, ¿Qué tal si despierta? — susurré con la voz entrecortada por la angustia.

— Te llamaré. Necesitas descansar, ducharte o comer algo. Regresa con más fuerzas — insistió Emilio con gesto comprensivo.

No quería dejarla ni un segundo, pero sabía que si me rehusaba, su madre atacaría y eso era lo último que deseaba en ese momento.

Me destrozaba verla conectada a todos esos claves, tubos y demás, me quita el sueño, siempre que se me veine a la cabeza su estado, me gusta recordarla como comenzamos.

~Dos años atras~

Estábamos en la junta que organizó la alcaldesa de la ciudad en la que vivimos, la familia Robbins. La sala estaba decorada con elegancia, con arreglos florales y demás.

Esa familia es un sueño, ellos son perfectos, parecen la típica familia de revista, ni hablar de su hija. Los Robbins irradiaban una sofisticación natural, con sus atuendos impecables y una elegancia que parecía sacada de las páginas de una revista de moda.

Ella va a mi instituto, siempre la vemos impecable, sin ninguna arruga en su uniforme, ni su cabello desprolijo y sus notas ni hablar. Su presencia en el instituto era como un destello de perfección entre los demás estudiantes. Cada detalle de su apariencia y su desempeño académico parecían estar cuidadosamente pulidos.

Yo claramente me lo gané por una beca, sino, no estaría ahí, todos en ese instituto son ricachones, se dividen por clases sociales, es una de las razones por las que nunca hablé con ella. Mi presencia en el instituto era fruto de mi esfuerzo y dedicación, una oportunidad que me permitía codearme con jóvenes provenientes de familias adineradas, aunque las diferencias sociales a menudo nos separaban.

— Ya aburre con sus discursos - Addie se quejó y yo reí. El tono sarcástico de Addie resonó en medio del discurso monótono de la alcaldesa, sacándome una risa espontánea.

Ella es una ricachona más pero diferente, nunca le importó mi clase social baja y ninguno de mi grupo de amigos. Aunque pertenecía a la élite social del instituto, ella era diferente; su actitud hacia mi condición social y la de mis amigos siempre fue respetuosa.

— Vamos, están detrás del escenario - Addie tomó mi mano y me llevó quién sabe dónde. Con un gesto decidido, Addie me tomó de la mano y me condujo hacia afuera.

— ¿Dónde vamos? - pregunté. Con curiosidad  mientras nos adentrábamos en los pasillos traseros del escenario.

— Con los chicos duh - dijo obvia. La respuesta despreocupada de Addie hacía más relajado todo.

Llegando, nos encontramos con mark, Meredith, Jackson y su novia, Alex y Cristina.

— Holaaa - grito Addie mientras nos sentamos con ellos en el suelo, estaban tomando y algunos fumando.

— ¿Quieres? - me ofrecieron una cerveza. 

— Claro.

— ¿Puedo estar aquí? - una voz suave se escucho detrás de mi.

Gire apenas y estaba la hija de la alcaldesa, Arizona, con una sonrisa tímida y amigable.

— Puedes pero si tú madre te regaña no es nuestra culpa - dijo Cristina en burla.

— Cállate - se sento muy cerca de Alex. - Pásame - pidió un cigarro.

Todos se rieron.

— ¿Que tanto se rien? - dijo molesta.

— ¡¿Tu, fumando?! - rieron.

Ella giro sus ojos.

— ¿Me darán o no?

Me impresiono su comportamiento, pensé que era una chica que no comsumia esas cosas y menos que fume.

— ¿Iran a mi fiesta del viernes? - addie Pregunto - ¡Es mi fiesta de cumpleaños! - chillo.

— Claro! - todos dijieron.

— ¿Tu Robbins? - Pregunto Addie hacia ella.

— Si mi madre me deja si.

— Uy entonces eso es un no!

¿Por qué siempre la meten a la madre?

— Tratare de que me dé permiso - ahí mismo, la rubia miro hacia mi dirección, notando mi presencia- ¿Tu quien eres? - Pregunto asombrada. - Lo siento que descortés, no te salude - se puso de pie. - Arizona Robbins.

— Como si no supiera quién eres - Cristina se burlo una vez más.

Ella extendió su mano.

— Calliope torres. - tome su mano, de echo, su piel es muy suave.

— Mucho gusto ¿Eres nueva?

— No, de echo...

— Oh...¿Qui-

Ella iba a volver a hablar pero fuimos interrumpidas por el llamado de la madre de Arizona algo molesta.

— Uye Ari! - gritaron todos.

~•~

Llegue a mi casa al rededor de las diez de la noche, había quedado en encontrarme con una chica con la que solo mantengo relaciones sexuales como con otras, y solo eso.

¿Qué? Soy joven y quiero divertirme.

— ¡Hija, has llegado! - me recibió mi mamá mientras cocinaba. - Siéntate, la cena estará lista en unos minutos.

— Está bien.

— ¿Dónde estabas hasta tan tarde? - preguntó, y antes de que pudiera responder, siguió hablando. - Ya sé, ¿estuviste con alguna de tus amiguitas, no? ¿Cuándo me presentarás a tu novia?

— Algún día - reí. - Todavía no estoy pensando en tener pareja, mamá. Solo quiero divertirme.

— ¡Ay, niña! ¿Acaso tendré que elegir por ti?

— ¡Mamá!

No entiendo por qué mi mamá quiere que traiga a alguien a mi vida. Soy libre y hago lo que quiero. Me encanta tener ojos para todos y que nadie me dé sermones por eso.

No quiero a una loca que me esté celando o controlando.

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