11: Enfrentamiento en Embertown

9 7 0
                                    



Mientras todos en Embertown intentaban salir lo más rápido que podían algunos aún seguían guardando algunas pertenencias suyas, los que intentaban salir habían comenzado a hacer un desastre, se empezaban a amontonar por el miedo de morir ahí, porque querían salir, pero nada de eso los ayudaba, simplemente empeoraban la situación, algunos soldados del pueblo intentaban tomar el control nuevamente para que todo eso se resolviera lo más rápido que podían, para que salieran de una vez pero parecía completamente imposible, algunos iban caminando otros con carretas pero se hizo imposible el salir de ahí.
–¿qué es lo que está pasando? ¿Porque no avanzamos?– pregunto una mujer en la multitud mientras tomaba la mano de su padre y a su otro costado tenía a su hermana menor.
–no lo se, pero deberíamos de intentar avanzar, para salir de aquí– comento el hombre de cabellos grisáceo para avanzar poco a poco en esa multitud, sus hijas mayor y menor lo siguieron lo más que podían, aunque era muy difícil para ellos tres pasar entre la multitud ya que estaban demasiado apretados, todos esperaban el momento para moverse, pero cuando se movieron de nuevo, un poco entre la multitud, varias carretas habían chocado por el poco espacio que la gente brindaba para caminar  haciendo peor el salir de ahí.
–parece que es una conspiración del destino para que nos asesinen aquí– comento la mujer.
–no digas esas cosas Shenhe, saldremos de aquí incluso si el dios de la vida quiere ponerse en nuestra contra, nuestra vida no terminará en este pueblo y mucho menos en esta guerra– el hombre apretó con fuerza la mano de su hija mientras trataba de mirar por encima de la gente para ver que tan lejos de aquel accidente se encontraban y si podían pasarlo con facilidad, pero parecían estar lejos, lo que significaba que también lo estaban de la salida.
Sin aviso alguno las campanas del pueblo empezaron a sonar anunciando la llegada de los dioses, todos los que aún no habían salido del pueblo empezaron a pasar por encima de las carretas que habían caído lo único que querían hacer los habitantes era salir de ese lugar.
Aiko había mandado a varios demonios para interceptar a los dioses antes de que llegarán a Embertown ya que estos decidieron atacar de frente, los demonios apenas entraron al bosque fueron cruelmente asesinados por los dioses sin tener ninguna compasión, matándolos de una manera rápida ya que no tenían tiempo que perder, necesitaban matar a todos los de Embertown, cada vez más avanzaban matando a todos los que enviaban y cuando llegaron a la entrada varios demonios con arcos los estaban esperando, Aiko miro a los arcángeles y ángeles que habían llegado primero con desprecio desde arriba de la muralla. –mátenlos a todos– ordenó la mujer para bajar lentamente la mano dando la señal de que podían disparar las flechas, la mayoría de esos arcos eran armas celestiales las cuales mataron a los arcángeles y ángeles que llegaron, las flechas llegaron atravesar los cuerpos de algunos ángeles y arcángeles, algunos simplemente las apartaban con sus escudos y espadas abriéndose pasó a la entrada del muro, una esfera de fuego había sido enviada en dirección a la muralla haciendo que cayera a pedazos y con ella todo aquel que se encontraba de pie, los dioses ahora tenían completa libertad de entrar y no se hicieron esperar, los arcángeles entraron lo más rápido que podían cortándole la cabeza a cualquier demonio que veían, dejándoles una entrada más libre a los dioses, los ángeles se quedaron en la entrada terminando con la vida de los sobrevivientes a la caída de la muralla y encargándose de todo aquel que tratara de matar a los dioses que entraban, la segunda defensa de los demonios no se hizo esperar y enfrento sin miedo al feroz ejército de arcángeles, por otra parte la gente de Embertown empezaban a empujarse para salir de ahí,  Embertown era un pueblo muy grande, con demasiados habitantes no podían derribar lo que quedaba de la muralla porque era lo único que los protegía de los dioses, no podían ir a ningún otro pueblo a refugiarse, solo podían ir a la capital, ya que Ashdrift no era seguro para ellos, los dioses estaban en el bosque lo cual también impedía que salieran porque probablemente los matarían apenas lo tocaran, aun así los del ejército de los demonios se esparcieron por el bosque para proteger a los demonios que salían de cualquier ataque que podían hacer los dioses.
La feroz batalla por no dejar que los dioses avanzarán se hacía cada vez más intensa para los demonios, estaban empezando a perder y esto porque los dioses habían empezado a atacarlos sin ninguna piedad, algunos demonios lograban herir a los dioses, y otros a arcángeles, entre tanta destrucción, de entre los escombros que habían caído salió Aiko lista para matar a cualquier ángel que se le pusiera enfrente y eso hizo masacro de forma violenta y sin ninguna piedad a cualquier ángel que le hiciera frente, cuando terminó con todos los ángeles que le habían visto surgir de entre los escombros fue detrás de los dioses que habían avanzado,  ella ya tenía su objetivo en la mira, Raiden, ella era a quien quería asesinar con sus propias manos, no le importaba si estaba herida, si se le dificultaba moverse, o si tenía que enfrentarse a algún dios para llegar a ella, simplemente lo aria, sin importar cuánto tardará llegaría a ella, y así fue como masacro a cada arcángel que se le cruzada avanzaba con pasos firmes y lentos arrastrando la espada que tenía debes en cuando hasta que al final vio a la diosa como estaba peleando con otro demonio y sin pensarlo dos veces atacó,  se dirigió a ella a gran velocidad atravesándole el costado del abdomen, Raiden al sentir aquel dolor miro de reojo por debajo de ella, encontrándose con los ojos ámbar de Aiko. –aquí se termina todo Raiden– la mujer sonrió para ver como el demonio con quién estaba peleando, se acercaba para darle su último golpe, sin pensarlo dos veces Raiden disparo un rayo en dirección del otro demonio, tomó con sus manos la punta de la espada que le había atravesado y hizo que la electricidad de su ataque recorriera la espada, era muy probable que ella saliera lastimada con eso pero no le importaba, no se dejaría matar tan fácilmente por un demonio, Aiko al sentir como la electricidad recorría su cuerpo se aparto de Raiden sacando su espada del cuerpo de esta.
–atacar por la espalda es de débiles como tu– Raiden se mantenía de pie con un poco de dificultad por la herida que tenía miro con total desprecio a su contraria, como si fuera algo inferior.
–no me importa si es de débiles lo único que me importa es matarte– Aiko se encontraba lista para atacar nuevamente a Raiden –no intentes regenerarte, no lo lograrás, porque te he atravesado con un arma celestial– reveló la información para ver la expresión de Raiden cambiar rápidamente de una de desprecio a una de sorpresa, Aiko avanzo nuevamente para tratar de herir a Raiden de nuevo pero esta reacciono para defenderse haciendo que fuera más difícil para Aiko herirla,  las espadas chocaban mientras cada una de las mujeres evitaba por completo cualquier golpe que diera su contraria, aún así llego el momento donde esta vio una oportunidad para dar su golpe pero Raiden tiro un rayo entre las dos haciendo que se apartaran.
–¿porque quieres pelear contra mi?– pregunto la diosa, la pregunta que hizo le recorría la cabeza desde que reconoció a Aiko como la mujer con la que había peleado en el segundo pueblo de los onis.
–por qué quiero matarte– cambio de mano su espada lista para cualquier movimiento de su contraria.
–¿y porque me quieres muerta?–pregunto nuevamente tratando de encontrar una respuesta lo suficientemente válida como para que ella hiciera eso.
–para vengar la muerte de Kashiu– Aiko se acercó para ser detenida por la espada de su contraría.
–¿ese era el nombre del oni que mate?– soltó una pequeña carcajada mientras bloqueada cualquier golpe de su contraria, le parecía gracioso el hecho de que esa mujer frente a ella estuviera peleando a muerte solo para vengar a un hombre que ni siquiera conocía bien.–¿porque te interesa tanto vengarlo?–.
–porque el tenia una familia, y porque tu despreciaste su vida después de matarlo– Aiko se encontraba llena de emociones, se sentía tan mal por la muerte de ese hombre y solo por el hecho de aver dejado a su esposa e hija, se sentía impotente por no haber podido ayudarlo como se suponía que lo aria y odiaba a esa diosa porque no tenía ni el mínimo respeto por la vida de un oni o un demonio.
–lo único que es igual para todos es la muerte, pero la vida no, es por eso que la vida de los demonios es insignificante– Raiden alzo su espada por encima de su contraria estaba lista para acabar con ella de una vez y que dejara aquello que le parecía una estúpida venganza.


       Mientras las peleas seguían los arcángeles se habían quedado atrás, dejando que los dioses pasarán sobre ellos, mientras se encargaban de otros demonios, la primera línea de dioses que llegó está donde los habitantes de Embertown estaban, masacraron a los que se encontraban de últimos en aquellas grandes filas, atacando por diferentes direcciones matando uno por uno, y algunos demonios dispuestos a luchar contra los dioses, aun así la segunda línea de estos avanzo masacrando a los que empezaban a correr hacia la salida, sin darles ni una oportunidad de salir, los que iban saliendo empezaron a correr sin siquiera mirar atrás, ya que alguien había informado que los dioses ya estaban muy cerca, entre tanta desesperación todos se empezaron a apartar de todos, las familias quedaba separadas y los niños lamentablemente aquellos que llegaban a separarse se perdían entre la multitud sin tener alguna oportunidad de pelear contra los dioses, estos no se tentarían el corazón en ningún momento matarían a quien sea que pudieran. En eso una niña de ojos azules salió de la multitud intentando esconderse en algún callejón del pueblo alejada de la entrada, corría y trataba de pasar desapercibida para que nadie la siguiera pero en su desesperación por esconderse se topo de frente con el dios de la muerte Maksim, el apuesto hombre de mirada gentil se encontraba recogiendo su cabello hacia atrás, manchas de sangre se veía en su rostro y vestimenta, a sus pies se encontraban varios cuerpos de demonios, el hombre miró de reojo a la pequeña niña la cual su miraba demostraba completo terror. Maksim la miro por unos minutos sabía lo que pasaría, sabía que esa niña tenía que morir en ese momento y solo pudo dar un pequeño suspiro tratando de mantenerse tranquilo, en lo más profundo de su cabeza se podía escuchar un "¿porque?", de alguna forma quería buscar un culpable a eso que haría, alguien para que no el no cargará con la culpa, pero no había nadie y la única persona que podía culpar de alguna manera era a quien tanto amaba pero el no quería culparlo porque de alguna manera sabia que directamente no era su culpa, Maksim se acercó lentamente a la niña mientras está retrocedía poco a poco pero no lo suficiente como para huir de él, tomó a la niña del brazo evitando por completo que huyera, alzó su espada dispuesto a terminar con la vida de ella pero en un pequeño momento vio aquellos ojos azules de la niña y no pudo evitar pensar en Minerva, tenía los mismo ojos que ella, era como volver a verla como una niña, la mirada de Maksim no pudo ocultar su impacto. –lo siento mucho, Minerva– susurro aquello para después atravesar su espada en el pecho de la pequeña niña así acabó de una vez por todas con aquel acto, después de sacar su espada del cuerpo de la niña el hombre no pudo evitar llorar por aquello que había hecho, se sentía un completo asco, en ese momento ni siquiera sé reconocía a él mismo, ni reconocía el porqué de todo esto, abrazo el cuerpo de la niña pidiéndole perdón por lo que había hecho, pero ni porque quisiera hacerlo no podía dejarla viva, porque era algo que él libro de la vida de ella lo requería, ella tenia que morir a manos de ese dios, incluso si el dios no lo quería, porque las reglas los obligan a hacer cosas que no quieren, que no desean, que ni siquiera piensan, ellos tienen que soportar todo sin importar sus necesidades.
Los dioses seguían masacrando a diestra y siniestra a cualquiera que se encontrara en su camino, ya habían asesinado a la mitad de habitantes que quería huir de Embertown, parecían llevar la delantera, salían desesperadamente del pueblo huían, sin mirar atrás dejando sus cosas o dejando atrás a sus seres queridos, todo era más difícil para ellos pero cuando pensaron que ya no tendrían ninguna ayuda, varias flechas en dirección de los dioses descendían de los cielos, los dioses, arcángeles y ángeles intentaron cubrirse con cualquiera cosa que les diera una oportunidad de no sufrir alguna herida pero no todos se libraron de ese ataque, los demonios quien ahora se encontraba descendiendo de los cielos estaban listos para atacarlos, Nayuta no dudó ni un instante en controlar a los habitantes del pueblo para que pelearan contra los dioses dándole un pequeño giro a la mesa, los demás demonios que descendían se iban directamente contra los dioses y arcángeles ya que eran los principales a tratar de exterminar, todos estaban listo para lo que sería una pelea justa después de mucho tiempo,  una pelea por un pueblo, donde sólo uno saldría victoriosos, con la llegada de los demonios aquellos que salían de Embertown pudieron huir con éxito y sin ninguno problema exacto los que fueron controlados por Nayuta.
–¿dios de la muerte verdad?– pregunto el hombre de cabellos largos oscuro, el castaño se levantó del suelo dejando lentamente y con mucho cuidado el cuerpo de la pequeña niña la cual había asesinado, Maksim miró por encima de su hombro dándole la peor mirada de todas a su contrario –¿quien eres?– pregunto para darse la media vuelta y quedar frente a frente con el hombre.
–¿así que asesinaste a una niña inocente?– pregunto Yuko quién parecía no tener ningún arma a su disposición. –dime, ¿cómo se siente matar inocentes?–.
El castaño apretó con fuerzas su espada su mirada fría cambió a una de ira en cuestión de segundo, el hombre ni siquiera respondió a la pregunta, atacó a su contrario tratando de darle en algún lugar que lo dejara herido de gravedad pero no lo hizo, su contrario lo esquivaba o se alejaba de él poco a poco con una sonrisa entre sus labios –los dioses y los demonios no somos tan diferentes, mira todo lo que han causado, mira todo a tu alrededor y verás, la realidad de los dos– el de cabellos oscuros sacó su arma sin dificultad alguna deteniendo la espada de su contrario, frente a frente se encontraban los dos hombres forcejeando por ver quien retiraba su espada primero, la mirada de Maksim demostrada completo descontento e irá y la de Yuko sólo mostraba arrogancia, sabía ante quién se enfrenta y no le importaba en lo absoluto lo que le habían ordenado, no pelear con ese dios sería una oportunidad perdida, después de todo era el dios de la muerte uno de los dioses más temidos para los demonios pero a el solo le causaba fascinación ver como su mirada cambia, su forma de pelear, de hablar, de pensar, era simplemente inigualable para el, pero para Maksim el demonio con quién peleaba no era más que un simple estorbo que tenia que eliminar de una vez, ante el forcejeo el primero en alejarse fue el de cabellos oscuros ya que castaño lo había hecho retroceder con un golpe que dio con su pie, el castaño rápidamente se reincorporó mirando con total desprecio a Yuko, –no son inocentes, nunca lo serán, porque simplemente nacieron así, siendo impuros, siendo un error, un error del dios de la vida que yo tendré que exterminar– concluyó Maksim respondiendo a la pregunta que no pudo contestar en su momento, veía como Yuko se encontraba de pie con dificultad sujetando su costado –los dioses y los demonios no somos lo mismo, somos diferentes a grandes rasgos, toda esta destrucción la ocasionaron ustedes mismos– Maksim estaba listo para terminar de una vez con la vida del demonios. 

   La pelea entre las dos mujeres aún seguía ahora Aiko tenía una gran herida  justamente en la frente, la sangre recorría su rostro con gran velocidad, su vista cada vez era peor porque la sangre llegaba hasta sus ojos haciendo que tuviera que limpiarse mientras trataba de contrarrestar los ataques de su contraria, Raiden por otra parte había bajado un poco el ritmo debido a la herida reciente que tenía, cuando las flechas cayeron del cielo, las dos mujeres ni siquiera se invitaron, solo las esquivaron con total facilidad concentrándose solamente en sus pasos era como un baile, un baile que al concluir una de las dos tenía que salir muerta. –date por vencida de una vez, estás apunto de caer– comento Aiko quien se había dado cuenta del ritmo bajo que empezaba a tener la diosa.
Raiden quien para ese momento no se veía nada bien por el dolor de la herida y porque parecía aversión infectado en cuestión de segundos pero no era así, las espadas que usaba Aiko tenía veneno en ella, eso era que estaba haciendo efecto, por eso se sentía tan cansada la diosa, como si fuera a caer en cuestión de segundos –No dejaré de pelear mientras tenga fuerzas–.
–entonces estás destinada a morir aquí– Aiko nuevamente atacó ferozmente a la diosa estaba lista para matarla sin importar si le decían que había hecho trampa con ese ataque, ella solo quería ganar sin importar que, ni siquiera le importaba hacer las cosas bien o justas, talvez con la muerte de la diosa una parte de ella se sentiría bien.
En un abrir y cerrar de ojos Raiden cayó al suelo sin ninguna fuerza, el veneno ya estaba haciendo efecto en su cuerpo y no podía hacer nada contra eso, Raiden mirada como Aiko se acercaba a ella entre carcajadas, sentía la sensación de aver ganado de una vez por todas, creía que el destino estaba completamente a su favor y que ese día ella vengaría a aquel oni que murió en su brazos –la gran diosa Raiden al final terminó cayendo al suelo como todos lo hacen,  ¿sabes? No tienes que preocuparte por tu alma después de morir, me darás la fuerza que necesito para esta guerra– se tuvo enfrente del cuerpo de la diosa, alzó su espada para clavarla en el cuerpo de su contraria, pero ni siquiera pudo bajar su arma cuando se vio enfrentándose con el arcángel que cuidaba de la diosa
–ningún demonio va a tomar el alma de mi diosa, mientras yo esté viva– el arcángel de grandes alas y ojos oscuros se encontraba a unos centímetros del cuerpo de Raiden.
–Iris–murmuró en voz baja la diosa quien se encontraba en el suelo, su voz muy débil apenas pudo ser escuchada por su arcángel, Iris sabía perfectamente el gran daño que había sufrido Raiden era necesario terminar con aquel demonio de una vez, le atacó con todo y sin ninguna piedad, Aiko ya estaba muy débil y cansada seguir el paso del arcángel era completamente imposible dada sus circunstancias, pero aun así le siguió el ritmo por un tiempo.
–¿Cómo te atraves a herir a mi diosa?– pregunto la mujer frustrada veía como el cuerpo de su contaría se movía a la par con el de ella, era obvio que no perdería el ritmo pese al desgaste que esta tenía.
–es un ser insignificante como tu, no tiene nada de especial– comento la mujer quien atacó sin ninguna dificultad a su contraria.
–maldita, ¿cómo te través a decir eso?– pregunto nuevamente frustrada había logrado esquivar el ataque de su contaría para darle un golpe con su otra mano, aquel golpe que había dado fue tan fuerte que hizo sangrar de la nariz a Aiko, la demonio retrocedió unos cuantos centímetros, una risa se hizo escuchar por su parte mientras escupía sangre.
–¿Qué se siente tener que cuidar a unos asesinos como ellos?– pregunto Aiko quién alzó su mirada dejando ver la sangre que corría por todo su rostro –ellos son iguales a nosotros, ustedes también y lo saben, muy en el fondo lo saben, Lilith nuestra madre fue creada a como molde de todos ustedes, eso nos hace iguales– la mujer apunto su espada en dirección del arcángel mientras murmuraba algunas palabras –solo la lujuria indura a todos en pecado– terminó de decir aquel discurso que murmuraba haciendo que en la pinta de su espada apareciera una pequeña esfera color rojo, era tan que pequeña que a lo lejos no se podía notar, la mujer bajo su espada haciendo que de alguna manera aquella esfera se hiciera más grande, cualquier cosa que estaba alrededor del ahora un gran oyó negro era atraído hacia adentro de él. –Desapareceré Embertown antes que cualquier de ustedes pueda tenerlo– comento la mujer mientras se alejaba con total tranquilidad ya que por donde están ella nada era atraído a aquella espera.
El arcángel a mirar aquel oyó, que le arrastraba, se acercó lo más rápido que pudo a Raiden para tratar de cargarla y sacarla de ahí, pero era casi imposible poder llevársela estaban siendo atraídas por ese oyó, ni siquiera sabían dónde llegarían si estaban en ese lugar, cada vez estaba más cerca del oyó intentaba que Raiden quien no estaba consiente no se acercará tanto, pero de repente y sin ningún previo aviso el oyó fue cortado por la mitad por una espada, el poseedor de ella no era más que el arcángel del dios de la muerte.
–Uri– dijo el nombre de su compañera quien le había salvado la vida a ella y a su diosa.
La mujer de cabellos dorados miró a Iris mientras guardo su arma –¿se encuentran bien?– pregunto para acercarse a las dos mujeres.
–mi diosa esta gravemente herida, la llevare al segundo pueblo oni lo más rápido posible para que sea atendida– comento Iris quien miraba con preocupación a su diosa.
–el demonio con quién se enfrento Raiden es el demonio de la lujuria, me sorprende el poder que tiene nunca pensé que pudiera hacer algo así– comento Uri quien ayudaba a Iris para que cargará el cuerpo de Raiden de una buena manera.
–Los demonios adquieren poder por las almas que consumen y no solo por eso, también por la cantidad de pecadores que allá bajo su título,  la lujuria es algo muy normal entre los humanos, es normal el nivel de poder que tiene, aunque creo que solo lo utiliza cuando esta  en gran peligro– comento.
–en eso tienes razón, la diosa del trueno dio mucho de sí en esta pelea, a pesar de que fue envenenada pudo estar de pie y defenderse por un tiempo– Uri miro a Iris con un pequeño momento parecía que su mirada decían cosas que solo ellas entendían –lleva a la diosa Raiden con los sanadores lo más rápido que puedas– Uri dio por último unas palmadas en el hombro de su contraria antes de que esta se fuera, agradecido brevemente a Uri, pese a que el objetivo de ella era otro por su deber tuvo que ayudar a Iris y Raiden con aquel inconveniente que tuvieron, aun así quedo impresionada ante tal estrategia que había usado Aiko, era un hechizo muy poderoso,  tenias que tener demasiado poder para lograr hacer algo de ese tamaño, aun así lo que dijo Iris tenía razón, la lujuria es un pecado muy común entre los humanos, tanto que la mayor parte del tiempo se olvidan de que es así, Uri saco su arma mientras seguía buscando a su dios sabía que se enfrentaría a demonios que se encontrara porque aún no habían ganado la pelea pero estaba muy cerca de lograrlo.


   Yuko salió volando contra la pared de una casa haciendo que le colapsara encima, Maksim se encontraba caminando en dirección donde su contrincante había chocado,  la mirada de este no era más que una sin expresión sus ojos se veían vacíos como si nada le importará pero mantenían un cierto destelle de desprecio, el sonido de sus zapatos era algo que Yuko podía escuchar con total claridad intentaba salir de entre los escombros pero su cuerpo se encontraba muy herido como para salir de ahí, solo podía pensar en el gran problema que se había metido por aver tomado a la ligera la advertencia de los demás demonios, talvez si hubiera hecho caso no se encontraría en esa posición pero la necedad de uno es lo que hace que caigan. –¿Ya te cansaste?– pregunto Maksim deteniéndose enfrente de los escombros, estaba esperando que el hombre saliera en algún momento pero su espera se hizo algo larga –¿eso fue todo por parte del demonio de la ira?– pregunto nuevamente poniéndose de cuclillas –que aburrido eres, apenas me estaba divirtiendo– Maksim miro su reflejo en su espada podía ver el cielo y sus ojos reflejados en esto también algunas gotas de sangre que tenía cerca y solo pudo pensar en cómo Yamato había hecho que aquel cielo que normalmente es azul, tuviera el mismo azul de sus ojos.
Yuko quien aún seguía entre los escombros sin moverse ni un centímetro sabía que podía intentar hacerse pasar por muerto porque el dios sabía que no lo estaba, cerró sus ojos por un momento intentando pensar en algo para librarse de esa situación, escuchaba lo que el dios decía pero no le tomada importancia solo le importaba sobrevivir a eso, y entre su espera se hacía más larga, no daba con ninguna forma de escapar, aun así decidió quedarse ahí, esperando recuperarse de las heridas que tenía.
Maksim quien seguía pensando algunas cosas fuera de la pelea que estaba teniendo se movió de dónde estaba en un abrir y cerrar de ojos, un pequeño oyó se hizo donde estaba, Maksim volteo a ver en dirección de quien había hecho aquello.
–pensé que estabas tan distraído que ni lo notarías– comento Nayuta quien se encontraba apuntando al lugar donde estaba el dios. –ahora que tienes un peso más en la conciencia talvez pueda controlarte– Menciono con una sonrisa en su rostro.
–el demonio del control,  ¿verdad?– preguntó Maksim quién guardo su espada.
Nayuta sonrió de par en par mirando Maksim –la única e irreemplazable– hizo una pequeña reverencia hacia el dios.
–¿qué es lo que hace un demonio de tan bajo nivel físico aquí?– pregunto.
–no hables de esa manera de mi, es muy descortés– menciono –solo estoy aquí para llevarme a ese demonio que acabas de golpear–.
–¿Qué pasa si no lo permito?– pregunto mientras se disponía a ponerse en posición de pelea, esta pelea seria cuerpo a cuerpo ya que es el punto débil de la mujer.
–tendrás que pasar sobre ellos– dijo por último mientras varios demonios empezaron  a salir de entre las calles que llegaban a ese lugar –nunca vengo sola–.
El dios se dispuso acercarse lo más rápido que podía a Nayuta para intentar golpearle pero apenas movió un pie de donde estaba, se encontró rodeado  de todos aquellos quienes eran controlados por la mujer, Maksim sacó su arma lo más rápido que pudo se dispuso a asesinar a todo aquel que se le acercará,  Nayuta aprovecho esa oportunidad para sacar a Yuko de los escombros. –se te dijo que no tenias que pelear contra el– decía mientras estaban intentando sacarlo de los escombros.
Yuko al fin se había movido haciendo más fácil que Nayuta lo ayudara a salir de los escombros, la mujer utilizo a otros demonios que controlaba para que llevarán a Yuko de ahí. –le dijiste a Maksim que podías controlarlo– comento Yuko.
–solo puedo controlar a aquellos que no son mentalmente fuertes, Maksim aun tiene mucha fuerza mental, pero esta apunto de colapsar poco a poco– comento la mujer mientras huía de ese lugar con los demonios y Yuko, talvez tenía razón en sus palabras y el dios poco a poco se comenzaría a desmoronar.
Maksim quién seguía asesinando siniestramente noto como de repente todo los demonios cayeron al suelo, haciéndole saber que el demonio del control y el de la ira habían huido, podía ir tras ellos y matarlos de una vez, pero decidió no seguirlos y dejar que se fuera, ya que el sonido de unos tambores empezaron a sonar, haciéndole saber que esa era la señal de la retirada de los demonios

BROKEN CONTRACTS: LA GUERRA DE LOS 100 AÑOS Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz