II

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Suena la alarma y raramente Raqui no había ido hasta donde estaba yo, para asegurarme que me había despertado, las luces permanecían apagadas, algo que no solía ocurrir, por algunos minutos me quedé en la cama estirándo mis piernas, pensando que simplemente se había quedado dormida, hasta que lo extraño se volvió preocupante. Dentro de mi salió un impulso de salir corriendo hasta el cuarto de mis abuelos, Ramón, mi abuelo estaba con su bastón dando vueltas por la habitación.

– Ve a ver qué ella está mal.

Fui rápido hasta donde estaba ella, mi abuela estaba inmóvil en la cama mirando a un punto fijo y por más que la llamaba, no hacía nada, mientras mi abuelo decía que ella había vomitado y que estaba mal, segundos después comenzar a mirar hacia los lados, ya no solo a un objetivo, yo estaba solo en casa, con todo esta situación, mis nervios estaban al hacerme explotar, pero tenía que tratar de la tener la calma mientras estaba en el cuarto, llamo a mi padre a su casa y le pido que venga acá, que mi abuela no estaba bien y luego a mi tía.

– Tía, Raqui no está bien, no se ha levantado de la cama y no dice nada. ¿ Dime qué estás cerca?

Gracias a Dios ella ya venía en camino y mientras ella llegaba había llamado a dos amigas que eran casi de la familia para que vinieran a ver cómo estaba la situación, mi padre vino solo a ver el irse, en cambio vino mi pequeña hermana con él, apenas Raquel la vio, dentro de todo lo que tenía, sonrió al verla.

– Solo queda esperar a que el doctor llegue.

Ellos se fueron a su casa, Olga y Junia llegarían para ver cómo estaba la situación, gracias a Dios mi abuela ya se había parado, incluso había ido al baño y comenzó a tratar de hacer las cosas del día a día, con algo de torpeza, ella traía puesta una chancleta solamente y yo trataba de hacer que se pusiera la otra, ella no estaba entendiendo nada de lo que yo decía. Junia le hacía entrar en razón de que estuviera tranquila y en eso llegaría mi tía, ella preocupada al ver toda la situación, la logramos sentar en el balance, mientras que se le calentaba el agua para el baño y llevarla al hospital, Rosmery llamaba a una prima de nosotros de Estados Unidos que era enfermera, dándole a conocer todo lo que pasaba y en eso yo acompañaba a mi heroína y fue cuando de momento dejaría de hablar enredado para balbucear, cuando de un momento a otro comenzó a sonar raro y a babearse, solamente lance un grito a mi tía, ella fue hasta donde estaba, para todos los que estabamos allí con ella saliéramos a buscar algun carro.

– Papi, papi, trae al médico, Raqui está mal, traelo ahora– fue lo único que pude decirle a mi padre al llamarlo para que conociera sobre la situación.

Mientras todos buscábamos, yo salí corriendo a la casa de un tío que vivía cerca de nosotros, al llegar no pude pronunciar palabra alguna, solo me derrame en lágrimas, ellos rápidos entendieron que algo andaba mal, gracias a Dios en ese momento pasaba un carro y lo llamaron para que se estacionara en la casa, de igual manera en ese instante llegaría mi padre con el doctor en la moto electrica. Cuando entramos en la casa mi abuela estaba convulsionando, mi tía por la desesperación estaba muy nerviosa y tan solo le rogaba al médico que hiciera algo, que no la dejara morir, yo rápido me cambié de ropa para montarme en el carro. Cada segundo parecía no tener fin, el coche fue a toda velocidad, mientras que al frente iban el médico y mi papá avisando que había alguien grave, ya para cuando llegamos al centro de salud mi abuela aparentemente estaba dormida pero con un ronquido tan fuerte, que algo en mi decía que estaba al morir, a ella la sacaron para la camilla, yo solamente supe que alguien me abrazo para sacarme del auto, era Yaima, una de mis compañeras de trabajo, que en todo momento trato de que yo mantuviera la calma, hasta que llegara la ambulancia.

Horas después habíamos decidido que mi tía se quedará en casa cuidando a mi abuelo, mi hermana Samara ya estaba enterada de la situación y buscaba algo para venir de la Habana hasta acá, según los médicos íbamos directo a terapia intensiva, Yaima había dejado sus hijas a cuidado de alguien para acompañarme, porque según todos yo no estaba preparado para ir solo, había pasado todo el momento bajo una crisis de nervios, tanto así que acabe con oxígeno puesto. En el recorrido de la ambulancia hasta el hospital del municipio mi abuela paso todo el tiempo entre dormida y observando todo lo que pasaba a su alrededor, como si estuviera extraviada, ya habíamos pasado lo peor, en algún momento antes de estar tranquila tuvo más de diez convulsiones.

Esa noche la subieron a cuidados intensivos como nos habían comunicado, los médicos de igual forma al verla llegar, no le dieron una importancia tan grande, tanto así que decían que un TAC no era tan necesario, que al parecer era algún tipo un infarto y que lo peor ya había ocurrido, todo esto pasaba mientras mi hermano desde el extranjero nos decía que está prueba era más que necesaria y que no nos dejáramos convencer de lo contario. Esa noche dormir en la sala de espera fue practicamente imposible, apesar de que mi compañera hacia de todo para distraerme. Al día siguiente nos dieron la oportunidad de verla através de un frío cristal, allí estaba ella dormida, aunque en ocasiones decían que estaba muy intranquila, los partes médicos eran tres al día y cada uno decía lo mismo, ningún diagnóstico exacto, pero si la certeza de que no era necesario una tomografía, apesar de que nosotros insistimos de que si. El día pasaba lento sin poder verla aunque fuera así através del vidrio que nos separaba de la unidad de cuidados intensivos. Al amanecer ya era hora del relevo, por el pasillo veíamos a mi hermana y a su esposo que tomarían nuestro lugar, siempre he dicho que Samara tiene mucho más carácter que yo y se que ella lograría ese traslado para la provincia para poder hacerle la prueba.

– Todo va estar bien Taty, vamos a llevarla hacerle el TAC.

Y yo te adoroWhere stories live. Discover now