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El nuevo trabajo de Clara era muy similar, por no decir igual, al que hacía en casa de Enzo. La única diferencia es que, en vez de cocinar para una persona, debía hacerlo para cuatro. La casa era ruidosa y agitada, pero la cocinera había empezado a acostumbrarse. ¿Y lo bueno? Es que solo trabajaba por la mañana, dejando todas las comidas listas para el resto del día.

Luego, por la tarde, Clara asistía a un curso de cocina y por la noche se hundía en una completa miseria. Hacía ya un par de días que solo intercambiaba mensajes con Enzo, odiándose a sí misma por mantener algún tipo de relación con él. Tenía que alejarse antes de salir más lastimada, pero no podía evitarlo.

Enzo pasaba su tiempo entrenando, jugando y, luego, por la tarde, buscando excusas para encontrarse con Clara. Muy bien no le estaba yendo, ya que hacía días que no la veía.

Se había aprendido los horarios de Clara de memoria, de tanto hablar por mensajes respecto a eso. Le estaba yendo bien y eso lo ponía feliz, pero la extrañaba. Ahora tenía un cocinero, un hombre de unos 30 y algo, que tenía conocimientos en nutrición deportiva y se encargaba de hacerle los platos más feos que había probado en su vida, pero empezaba a acostumbrarse.

Además, empezaba a notar los cambios en su cuerpo y su estado físico gracias a esas comidas superproteicas. No le parecía que estuviera tan mal.

Una tarde, harto de morirse de ganas de ver a Clara, le escribió preguntando cómo estaba. Intercambiaron unos cuantos mensajes hasta que finalmente Enzo se animó a enviar un "¿podemos vernos?". Y Clara, que era débil ante el jugador, aceptó.

Acordaron encontrarse en la casa de él y luego salir por ahí, con mate de por medio, a olvidarse un poco de sus vidas por un rato.

Cuando Enzo vio a Clara sintió que el corazón se le salía del pecho. Se la notaba cansada, con ojeras, llevaba el pelo atado y le temblaban un poco las manos producto del frío. Ella se acercó hasta él y le dio un abrazo, oliendo su perfume mientras tanto.

— Hola Clari —la saludó Enzo, acariciándole la espalda en el abrazo.

— ¿Cómo estás? —preguntó ella, separándose.

— Estoy bien, te extrañaba.

Clara sonrió, ella también lo extrañaba.

Luego de una breve charla, se subieron al auto del jugador y salieron hacia ningún lado, hablando en el camino. Clara repasó sus horarios con el jugador, cómo era su nuevo trabajo, la casa y también le comentó sobre la profunda tristeza que sentía en su interior.

A Enzo empezaba a preocuparle.

A veces era de lo único que hablaban, de la angustia y soledad que la cocinera sentía. Enzo no era ajeno a esos sentimientos, también los tenía, pero se mantenía enfocado en otras cosas, mientras que en Clara parecía abarcar todo.

Esperaba que con su salida pudiera alegrarla un poco.

Era la primera vez que se veían fuera de las cuatro paredes que solían habituar, ya sea la casa de Clara o la de él, así que la cocinera disfruto mucho del pequeño paseo.

Luego de aproximadamente una hora, volvieron a la casa del jugador, en donde se sentaron en el sillón, aún con el mate, riendo de chistes estúpidos que Enzo hacía.

Después de un rato, los dos se pusieron con sus respectivos celulares, Clara intercambiando mensajes con sus padres y Enzo hablando con Cole, respecto a la noche que tenían libre, yendo al VIP de un club exclusivo.

— ¿Querés venir? —dijo Enzo, Clara no entendía de qué hablaba— Esta noche, club, VIP.

Clara recordó la última vez que estuvo en ese club y la idea no le parecía tan tentadora, pero a la vez, estaba harta de pasar las noches encerrada en su casa. Quizás, si asistía con Enzo, las cosas podían cambiar.

𝓛𝓪 𝓬𝓸𝓬𝓲𝓷𝓮𝓻𝓪 | ᴇɴᴢᴏ ꜰᴇʀɴᴀɴᴅᴇᴢ | ᴄʜᴇʟꜱᴇᴀ ꜰ.ᴄ. | +18Where stories live. Discover now