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Enzo estaba tan enojado, que decidió no insistir. No llamó ni le escribió a Clara, tampoco la buscó. No entendía qué pasaba por la cabeza de la cocinera y no sabía si quería hacerlo. Estaba cansado de tantas vueltas.

Sin embargo, no dejaba de pensar en ella. ¿Qué estaría haciendo? ¿Lo extrañaría? ¿Pensaría en él? ¿Y si tenía ganas de escribirle, pero no lo hacía?

Cole invitó repetidas veces a Clara al club nocturno, pero siempre le contestaba con excusas. También la invitó a su casa, pero ella de nuevo volvió a negarse. Hasta que, finalmente, el jugador dejó de insistir.

Nadie sabía nada de ella y eso le rompía el corazón al jugador, no solo por no saber nada, sino de pensar que Clara estaba sola.

Are you ok? —le preguntó Cole a Enzo en uno de los entrenamientos.

Él contestó con evasivas, mintiendo que se encontraba en el mejor momento de su vida. Chelsea venía ganando todos los partidos, llegando a la final del F.A. Cup. Enzo tenía que estar feliz, y lo estaba, pero faltaba algo.

Clara pasaba sus días trabajando arduamente. Incluso llegó a tomar otro trabajo durante la tarde, en un restaurante caro en el centro de la ciudad. Ahorraba cada centavo que ganaba, porque la realidad es que necesitaba comprar un pasaje para volver a Argentina.

Estaba cansada de vivir en Inglaterra, de extrañar, de sentirse sola.

Se le cruzaba Enzo por la cabeza todo el tiempo, pero cuando eso pasaba, se forzaba a pensar en otra cosa.

Volvió a hablar con Charlie, apoyando a su amiga durante el embarazo. Sin embargo, todavía no podía mirar a Thom a la cara. No porque le gustará, sino porque le avergonzaba haber sentido algo por él en algún momento.

Ni Enzo ni Clara la estaban pasando bien.

Cole se había vuelto, a pesar de las excusas de Clara para no asistir al club, muy amigo de la cocinera. Solía visitarla durante las tardes libres, en donde compartían un té o café, y hablaban de cualquier cosa, menos de Enzo.

— ¿No querés venir a la final de la F.A. Cup? —preguntó Cole.

— No sé si tengo tantas ganas, no entiendo nada de fútbol —contestó ella.

— No importa, vos tenés que gritar nuestros goles, te doy una camiseta, un pase a los palcos y la vas a pasar bien, no podés vivir encerrada entre cuatro paredes.

— Me gustan mis cuatro paredes —sonrió Clara.

Se sentía segura, lejos de todo y de todos. Sin embargo, sentía una falta tremenda de algo, de lo que sea, algo que la hiciera sentir que la vida tenía algún tipo de sentido.

— Dale, vení, por mí, por favor —pidió Cole, haciendo ojos de perrito.

Clara se lo pensó durante unos minutos.

— Está bien —aceptó finalmente.

Cole sonrió, festejando que la cocinera le haya aceptado la invitación.

El día de la final, Clara vistió la camiseta de Cole, llegando al palco en donde estaban el resto de invitados. El lugar era hermoso, gigante, el palco era demasiado caro para la vida que ella estaba acostumbrada.

Se sentó, esperando el horario del partido. Todos a su alrededor estaban tranquilos, como si el equipo no estuviera jugando una final importante.

Entonces los jugadores salieron a entrenar y lo vio. Enzo daba vueltas con una pelota, iba y venía dando saltos, estirando las piernas y realizando pases. Clara pensó que iba a morir de dolor, pero se sentía segura sabiendo que él no la veía.

𝓛𝓪 𝓬𝓸𝓬𝓲𝓷𝓮𝓻𝓪 | ᴇɴᴢᴏ ꜰᴇʀɴᴀɴᴅᴇᴢ | ᴄʜᴇʟꜱᴇᴀ ꜰ.ᴄ. | +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora