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little Mónaco prince ❞


Charles asomo su cabeza por la ventana del auto, viendo como los demás niños corrían hacia la entrada del colegio, unos chocando con otros y algunos saludándose como si fueran los mejores amigos.

―Ya debería bajar, su alteza. ―le dijo el chofer mirando por el espejo retrovisor. ―A su madre no le gustara saber que volvió a entrar hasta el último.

El niño de nueve años dudo.

A Charles no le gustaba la escuela. Toda su vida había estudiado dentro del palacio de Mónaco, instruido por profesores privados y bajo la supervisión de su abuela.

No entendía porque de pronto debía dejar esa comodidad. ― ¿Estarás aquí a tiempo? ―le pregunto tomando su mochila.

―Sabe que sí.

El menor tomo una bocanada de aire y abrió la puerta, con pasos firmes camino hasta la entrada bajo la mirada de los que seguían llegando.

Todos ahí sabían que el segundo hijo del rey asistía a clases en ese lugar, algunos habían atendido las indicaciones sobre tratarlo como un niño normal, sin reverencia, sin preguntas sobre la realeza. Algunos otros le tenían miedo.

Ninguno le dirigía si quiera una palabra.

Como todos los días luego de que el timbre anunciara el término de clases, se sentó en una de las bancas más retiradas a esperar el auto aparecer.

Mientras veía a sus compañeros platicar entre ellos cerca de las escaleras, el príncipe opto por sacar su libro favorito, uno de portada roja y con apartado para coleccionar estampas. Aquel en el que se podía leer el título "Ferrari y su historia"

―Mi hermano tiene uno de estos. ―escucho junto a él.

Una niña de ojos azules le sonrió. Charles giro un poco para asegurarse de que le estaba hablando a él y no a alguien más.

― ¿De verdad? ―se atrevió a preguntar.

―Aja. ―murmuro acercándose aún más. ―A veces le ayudo a coleccionar las estampas.

― ¿A ti te gustan los autos?

―Me gustan. ―afirmo. ―Mi papá tiene un taller.

Charles sonrió. ―Mi papá tiene un Ferrari.

―Claro que lo tiene. ―dijo la niña con obviedad. ―Sería un rey muy malo si no lo tuviera.

El niño la miro confuso. Él suponía que aquella niña no sabía con quien hablaba, seguramente de haber sabido que era el príncipe de Mónaco nunca se hubiera acercado.

Ahora veía que estaba equivocado.

― ¿Cuál es tu...?―el sonido de una bocina lo distrajo.

―Esa es mi mamá. ―le aclaro la castaña. ―Adiós, alteza.

―No me digas alteza. ―dijo en voz baja. Ella lo miro dudosa pero después asintió y con un despido de mano se alejó en dirección al auto. Charles suspiro y volvió a dar una mirada al lugar, viendo su propio auto esperándolo a unos metros de donde se encontraba sentado.

― ¿Qué tal le fue hoy, alteza?

Charles cerró la puerta. ― ¿Por qué llegaste tarde?

―No lo hice. ―le aseguro el chofer con una sonrisa. ―Pero parecía ocupado. ¿O no?

El de ojos verdes prometió no emocionarse. Una conversación con una persona no los volvía amigos. Reafirmo su pensamiento al día siguiente cuando vio a la niña platicar con sus amigas y reírse de algo mientras caminaban hacia un salón alejado del suyo.

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⏰ Última actualización: Apr 24 ⏰

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𝙊𝙣𝙚 𝙎𝙝𝙤𝙩𝙨 ▰ 𝘾𝙝𝙖𝙧𝙡𝙚𝙨 𝙇𝙚𝙘𝙡𝙚𝙧𝙘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora