El Secreto De Luzbel

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Alan siguió a Luzbel sigilosamente por aquel corredor ocultándose entre las sombras, no se perdería descubrir su secreto por nada del mundo. Vio que se dirigía a sitios que el niño no había estado antes, pasillos estrechos y oscuros con antorchas que iban encendiéndose algunas veces, las ratas huían a medida que Luzbel iba avanzando como si temiesen por sus vidas.

Los olores nauseabundos se incrementaban a media que descendían por aquel pasillo siniestro carente de puertas y ventanas. Así llegaron ante una puerta hecha de hierro en extremo pesada, Luzbel sacó un manojo de grandes llaves y colocó una en la cerradura. Tras un estrepitoso sonido ésta se abrió.

El polvo se levantó envolviéndolos a ambos como si niebla se tratara, Luzbel y su acompañante entraron a ese lugar. Alan se sobresaltó al sentir cómo la puerta se cerraba detrás de su persona. Luzbel siguió avanzando hacia el corazón del lugar descendiendo por las escaleras que el pequeño divisó.

Alan lo seguía a una distancia prudencial, las escaleras se asemejaban a una gigantesca serpiente que zigzagueaba a medida que descendía en las profundidades de las sombras.

Llegaron a una sala circular cuyo suelo era negro y gris, había cinco puertas, dos antorchas decoraban cada puerta en la parte de arriba de sus dinteles. Esculturas adornaban aquella sala, hechas de mármol de soldados de épocas pasadas. Cada puerta tenía un tablón atravesado en diagonal y un grueso y gran candado. Las paredes y el techo estaban hechos de piedra.

En el centro de la sala se ubicaba un altar similar al que solían usar en el pasado las culturas antiguas para los sacrificios, con grilletes para sujetar los tobillos y las muñecas de las víctimas. Solo que éste en cuestión estaba vacío.

Cuatro candelabros se ubicaban en los extremos de dicho altar. En verdad era un sitio macabro que a Alan le provocaba mucho miedo en verdad. Luzbel se dirigió a una de las puertas, retiró con extrema facilidad el tablón en y colocó una de las tantas llaves que llevaba encima en el candado quien se abrió al instante siguiente.

Luego la pesada puerta se abrió fácilmente para dejar pasar a Luzbel. Quien se perdió en la oscuridad que invadía la habitación. El pequeño se fue acercando lentamente hasta llegar al umbral donde pudo escuchar la voz de una mujer joven decir:

- No...por favor Luzbel....ten piedad....por favor....
- Shhhhh calla pequeña - la aterciopelada voz de hombre de Luzbel retumbó por el lugar.

Los sollozos de la joven se oyeron como ecos que salieron de la habitación colocándole a Alan la piel de gallina. El pequeño avanzó dos pasos hacia el interior de la habitación para ver a Luzbel sujetar a una bella joven de dorada cabellera por detrás inmovilizándola para proseguir a abrir la boca.

Sus colmillos crecieron mientras que sus violáceos ojos se tornaban escarlata. Ella lloraba de la desesperación y temblaba como una hoja sin posibilidad de moverse ni escapar de sus brazos.

Luzbel clavó sus afilados colmillos en el delicado cuello de la mujer quien lanzó un estrepitoso grito de dolor. Recién Alan lo supo al contemplarlo todo. Había sido secuestrado por un vampiro y estaba bajo su merced.

Los nervios hicieron que el pequeño cayese de rodillas al suelo mientras las lágrimas inundaban su rostro. El terror se adueñó del pequeño quien tiritaba estando a punto de colapsar de los nervios. Cayó boca abajo sujetándose con las manos sin dejar de llorar y temblar.

Luzbel dejó de beber la sangre de la joven para mirarlo a él dibujándose una cruel sonrisa sangrienta en su rostro donde la sangre manchaba sus dientes, labios y quijada. Los ecos de sus carcajadas retumbaron en el lugar impidiéndole a Alan gritar, ya que a pesar de abrir la boca no le salía la voz ni era capaz de moverse debido a que su cuerpo estaba paralizado.

Como pudo se incorporó y tras voltear corrió lo más rápido que le fue posible pero un par de mujeres de no más de veinte años de edad en apariencia aparecieron de la nada frente suyo, cortándole la retirada.

Ellas le sonreían entre siniestras y sensuales sin importarles que él sea tan solo un niño de nueve años de edad. Una tenía la negra y sedosa cabellera larga y los ojos verdes, su pálida piel de porcelana. La otra tenía los cabellos rojos y sedosos, los ojos dorados y la piel pálida, blanca.

Ambas eran esbeltas y hermosas, tenían el mismo vestido blanco ceñido en sus cinturas que les llegaban a sus tobillos. Permanecían descalzas.

- ¿A dónde crees que vas niño hermoso? - le preguntó la del pelo negro
- No debes correr ya que aquí no está permitido hacerlo pequeño - le dijo la pelirroja

Sus carcajadas resonaron en el ambiente como ecos mortales, mientras Alan retrocedía mirándolas con ojos desorbitados. Sabía que debía escapar pero no encontraba salida alguna y se desesperaba.

La morena lo sujetó de sus brazos inmovilizándolo al completo, la pelirroja se le fue acercando poco a poco gatunamente. Ambas sonreían con crueldad intensa. Al borde del colapso, el niño sintió emerger del interior de su propio cuerpo una poderosa fuerza invisible que salió de su interior mediante sus palmas alejando a esos monstruos con forma de bellas mujeres de su ser quienes dieron alaridos de dolor como si hubiesen sido quemadas con ácido.

Las fuerzas lo abandonaron al segundo siguiente, cayendo en los brazos de Luzbel quien lo sostuvo como si fuese un amante. La oscuridad se apoderó de Alan en esos momentos.

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Más Allá De La Muerte ~ Alan  ~Where stories live. Discover now