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M I L K Y

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Todo su cuerpo se siente pesado. Recostado en el sofá, nuevamente, trata de ignorar el dolor en todo su ser. Después de haber llamado a la D.D.D, su apartamento fue descontaminado, el doppelgänger capturado, y él, medianamente olvidado. Su aspecto parecía importarle poco a sus compañeros, aunque ni siquiera sabía quiénes eran, por el cambio de turnos y el traje de cuerpo completo.

— Mierda.

Susurra mientras se levanta puesto que la puerta ha sido tocada. Con pereza abre y se encuentra con quien menos le apetece.

— Francis.

— ¿Qué te ha pasado?

Ese tono y ceño fruncido indicaban que habría una larga sesión de explicaciones, la cual le iba a provocar un dolor de cabeza inaguantable.

— Buenas tardes primero de todo.

— Tardes, porque buenas se acaban de ir.

— Eres un exagerado.

— No te has visto en el espejo.

Touché.

Escúpelo de una vez, ¿qué carajos te ha pasado?

— Pareces un padre muy enfadado.

O un novio preocupado.

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— ¡Podrías haberlo evitado!

Quejidos resuenan en su baño personal. Alguna lágrima quiere escapar de sus ojos, pero lo evita cerrando fuertemente estos mismos. La conversación se ha ido dando mientras Mosses se hacía cargo de él y sus heridas, aunque al parecer este no tenía mucha idea de cómo hacerlo sin causar más dolor.

— Con más cariño, Milkman.

Habla con voz llorosa mientras el hombre delante de él le pasa alcohol por algunos de los arañazos que tiene en su rostro. Los toques con algodón se vuelven más gentiles, haciéndole suspirar de alivio. Y es porque tiene los ojos cerrados que no aprecia que el mayor se encuentra algo sonrojado por la situación.

Cualquiera que estuviese fuera, si escuchase ese tipo de palabras y sonidos, malinterpretaría todo.

— Es que eres un cabeza hueca, está bien que seas de la D.D.D., pero no es una jodida necesidad ponerte en riesgo de esa manera.

— ¿Y qué debía hacer?— Murmura abriendo un ojo ligeramente—. ¿Esperar a que me mate?

— No, haber llamado a Sam sin que se diera cuenta, o al menos a la agencia, sin ponerte a ti en peligro.

— No es para tanto—, dice con voz cansada, mientras relame su labio ligeramente partido por la anterior pelea—. Podría haber sido peor.

— ¿Peor? No te has visto.

— Sí, sí, lo que digas.

Cuando parece que ha terminado se intenta poner de pie. Intenta porque cuando lo hace jadea inconscientemente, no ha querido mirarse el torso, porque probablemente estaría lleno de marcas moradas producto de los codazos y puñetazos del doppelgänger.

𝐌𝐢𝐥𝐤𝐲 [ғʀᴀɴᴄɪs ᴍᴏssᴇs | ᴍɪʟᴋᴍᴀɴ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora