U N O

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1. 10 formas extrañas de conocer a alguien.

Olivia

La alarma sonaba en toda la habitación. El pitido de aquel aparato fue el culpable de interrumpir mi sueño, anunciando que ya era hora de poner un pie fuera de la cama.

Pero... ¿Lo quería hacer?, ¿En verdad quería levantarme de aquella cama para empezar un nuevo día?.

La respuesta era clara y sencilla a un rotundo, NO. El solo pensar que me quedaba un día más por vivir sin que esta sea la mejor, solo lo empeoraba y anhelaba con desaparecer de la faz del universo. Con decir que aveces salía a la calle en busca del edificio más alto posible para subirme en este y acabar con mi vida.

Eso si que era algo muy turbio de mi.

De mala gana salgo de la cama quitando las sábanas sobre mi cuerpo que ya se encontraban calentitas bajo mi piel, mi pie es el primero en tocar el frío piso y mis ojos recorren cada rincón de la habitación. La luz del sol mañanero se cuela por mi ventana alumbrando las paredes azules dándole un tono más claro.

Cojo el teléfono y apagó la maldita alarma que ya no me dejo seguir durmiendo más, y con esto último me dirijo al baño para darme una buena ducha.

Mis manos tocan el pomo de la puerta y una vez que estoy dentro recargo mi cuerpo sobre esta. Al ver mi reflejo en el espejo no me sorprende en absoluto mi aspecto.

Mi cabello está hecho un desastre, durante estos meses había crecido tanto que ya comenzaba a molestarme de lo largo que era. De hecho, justo hoy iría a la estética para cortarlo y teñirlo de un color diferente que no sea azul. Las ojeras sobresalen de mis ojos debido a mi gran falta de sueño. Cualquiera que me viera en este aspecto pensaría que soy una moribunda que apenas y sobrevive.

Tomo la toalla de bañar y me meto a la regadera sintiendo como el agua fría cae sobre mi, relajando cada uno de mis músculos.

Cierro los ojos pasando el jabón por cada parte de mi cuerpo y entonces pequeños recuerdos invaden mi mente.

Abro los ojos de golpe y salgo de la regadera enredada en una toalla. Una vez bañada y cepillada me dirijo a mi armario en donde escojo un par de ropas cómodas o bueno, como mi madre suele llamarle: "Ropa de pordiosero". No es más que un pantalón negro holgado y una playera gigante que tiene la palabra stranger things escrito en medio de esta, con letras rojas.

Me veo en el espejo una y otra vez, y me doy ánimos de que hoy todo saldrá de maravilla, que la gente hoy no tendrá los ojos puestos en mi, que hoy será un día diferente al resto. Suelto un último suspiro y salgo de mi habitación bajando las escaleras de dos en dos dirigiéndome a la cocina en donde por sorpresa, no hay nadie.

Bofeo incrédula.

La cocina está vacía, la casa se siente sumamente abandonada todos los días cuando despierto. Mis padres nunca están en casa, ya que siempre se encuentran ocupados en su trabajo, nunca he despertado con la suerte de verlos en la mañana, ni si quiera cruzo palabras con ellos. Para mi, no son más que unos simples desconocidos y supongo que yo para ellos por igual.

Cada día siempre me levanto con la esperanza de encontrarlos desayunando en la mesa y preguntándome sobre lo que hago todos los días. Cosa, que nunca pasa y que jamás pasará a causa de su maldita ausencia.

La probabilidad de enamorarse por errorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora