3. Gelatinas en vasos de fresa

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Mi hija Mariana fue a visitarnos en vacaciones de diciembre. Mi esposo y yo la recibimos con abrazos en el aeropuerto.

Mariana, de pocas palabras como yo, nos resumió sus días de intercambio en europa en 1 hora. No dió muchos detalles, fue directa en cuanto a las experiencias que había vivido y al terminar, se fue a dormir a su cuarto. Mi esposo y yo nos quedamos en el comedor, en silencio, tomando el café sobrante de aquella mañana de diciembre.

—Ha crecido —Dijo Carlos, mientras miraba fijamente el retrato familiar que nos habíamos tomado cuando Mariana cumplió 5 años y que teníamos colgado en el comedor.

—A veces extraño cuando la llevábamos a jugar a Chapultepec —Confesé, mirando a sus ojos, que se veían cansados. Él soltó una risa, se levantó de su silla y me dió un beso en el cabello, mientras me abrazaba por la espalda.

—Dile a Mari que el próximo sábado iremos a pasear juntos —Dijo, mientras se iba caminando en dirección a su oficina. Me quedé en el comedor, contemplando el silencio de la casa y recordé cuando, tiempo atrás, estaba inundada del sonido de risas y carcajadas de mi niña y el hijo de mi esposo.

:):):):

El viernes por la noche, a Carlos le avisaron que tenía que asistir a una conferencia en Chiapas. Se fue apenas salió el sol.

Me quedé en la cama pensando en si salir o quedarme en casa viendo películas con Mariana. A mi hija no le gustaban los cambios repentinos y era muy gruñona, entonces al verla levantada desde temprano con un vestido de esos que se usan en los días de picnic, me levanté para ir al bosque. Al salir de la ducha, mientras me secaba mi cabello rizado, ví que tenía un mensaje de texto de Xochitl, deseandome un buen sábado. Sonreí.

—Mari, ¿te importaría si invito a una compañera de trabajo a nuestra salida? —Le pregunte a mi hija, mientras ella metía en su mochila botanas. Ella bostezo y asintió, sin decir nada.

Le dije a Xochitl si quería acompañarnos y ella aceptó, gustosa. Quedamos en vernos cerca del lago.

Mi hija fue la que manejo hasta ahí. Tuve que soportar escuchar su música de My chemical romance a todo volumen, pero me sentía feliz de tenerla de vuelta en casa. Extrañaba su caos.

—Has mejorado —Le dije a Mariana después de que estacionara el coche en dos movimientos. Ella sonrió y me dió un abrazo corto.

—He practicado, mamá.

Caminamos hablando de sus amigos del extranjero, Mariana decía que sus compañeras de cuarto eran parecidas a ella y que eso la hacía sentir bien, como si no fuera un bicho raro.

Le platique un poco sobre quien era Xochitl, Mariana solo me preguntó si en verdad podía ser su amiga aunque fuéramos de diferentes partidos políticos. Le dije que eso no impedía nada.

Llegamos frente al lago y ahí ví a Xochitl, sentada en una de las bancas del bosque comiendo un chicharrón preparado. Al vernos, se levantó rápidamente y nos saludó con una cálida sonrisa.

Noté que Mariana se sintió nerviosa al ver la cara de Xochitl, pero mantuvo la compostura. Era muy madura.

—Ella es mi hija, de la que te platique —Le dije a Xochitl. Ella le dió un abrazo y Mariana le regaló una sonrisa.

—Estas muy guapa, Mari. Te pareces muchísimo a tu mami —Dijo. Mariana soltó una risa mientras negaba con la cabeza.

—No invente, todos me han dicho que me parezco más a mi papá —Contesto mi hija. Si, todos decían eso, que su cara era la de mi esposo.

Xochitl nego con la cabeza, aún sonriendo.

—Tienes su cabello rizado, su complexión y sus gestos. ¡Hasta tu voz se parece! —Señalo Xochitl—. Eres igualita a tu mami.

Me sonroje. Mariana soltó otra risa mientras mi compañera de trabajo sacaba una bolsa dos vasos de plástico con cucharas. Note que los vasitos tenían fresitas pintadas y que las gelatinas eran de fresa.

—Les traje unas gelatinas, yo misma las prepare.

Las gelatinas tenían flores decoradas y se notaba el esmero que se les había puesto.

Mi hija la veía, como cuestionando si realmente las había hecho Xochitl.

—¿No necesita tomar un curso como de 3 años para saber estas técnicas, señora Xochitl? —Pregunto.

—Si, por supuesto, pero llevo haciendo gelatinas desde que soy niña —Respondio Xochitl, aún sonriendo.

Mi hija hizo una mueca.

—¿Pero estás gelatinas no son muy tardadas? —Volvio a preguntar—. Es que una amiga que hace reposteria me dijo que se tarda siglos en decorar sus gelatinas y que prefiere hacer otras cosas.

Xochitl se mordió el labio inferior y volteo a otro lado.

—Si, la verdad es que me tarde un poco en eso. Como Clau me dijo que venías de vacaciones a México, quise preparar algo para recibirte —Confeso Xochitl —. De hecho, hoy pensaba en ir a visitarlas de sorpresa.

Me sentí valorada y querida por Xochitl. El corazón me dió un vuelco, me dieron ganas de decirle lo mucho que yo también la apreciaba, pero me quedé sin palabras. Siempre había sido una mujer seria y más cuando se trataba de mis sentimientos.

Aún así, Mariana le agradeció y le dijo que siempre estaría invitada en nuestro hogar. A pesar de su personalidad huraña, mi hija logro mostrar gratitud a Xochitl.

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Perdonen la espera, voy a tratar de actualizar más seguido solo que he estado medio ocupada. Gracias por sus votos y sus comentarios:)

Tras la cuarta transformación (clauchitl)Where stories live. Discover now