Capítulo 12

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Tras algunas llamadas, las dos mujeres recorrieron durante horas la carretera, Denise le indicó a Claudia que durmiera, pero la ansiedad de ésta por poder encontrarse de nuevo con la representante del Partido Acción Nacional le daba escalofríos

— ¿Y si no quiere verme? — Preguntó Claudia con nerviosismo

— Dudo que sea así, si te nombró fue por algo, además casi llegamos, créeme Claudia, si quieres regresar, tú vas a tener que pagarme la gasolina que gasté en esto y no es nada barata — Afirmó Denise con una voz firme fijando su vista en el volante

— De acuerdo, Tienes un punto, no puedo acobardarme, ¿Es en ese hotel? — Cuestionó Claudia señalando a un edificio con una estructura elegante

— No, se encuentra en uno más modesto, me parece que su partido quiere hacer notar que pueden llevar una política de austeridad

Claudia se rió un momento denotando su sarcasmo, sabía que Xóchitl podía quedarse en un lugar que no contara con todas las comodidades, pero no su equipo de nefastas personas que la rodeaban, por lo que le parecía sospechoso que fuera así.

Tras diez minutos de mirar a su alrededor, lo encontraron, se estacionaron frente al hotel, Claudia se colocó una peluca rubia que consiguieron en una tienda de disfraces, se bajaron del vehículo y caminaron al lobby.

— Rebecca, buenas noches, hablamos por teléfono hace un rato, ¿Será posible que me dé el número de habitación de la Señora Xóchitl Gálvez, por favor? — Espetó Denise con total confianza

— Por supuesto, habitación 203, Señora Maerker — Confirmó la joven mujer mirando la computadora detrás del mostrador

Claudia Sheinbaum

Denise le guiñó un ojo a la chica, dejó una palmada de complicidad sobre mi espalda y se retiró, la mujer no solo hablaba, hacía lo que decía.

Me armé de valor, respiré profundamente, tomé el elevador y caminé un momento por el pasillo, hasta que encontré la puerta con el número 203 en un acabado dorado ligeramente oxidado.

El ambiente de aquel lugar era misterioso, antiguo, como si estuviese atrasado en el tiempo, las paredes eran amarillentas, la alfombra que cubría el suelo podía notarse desteñida y de la habitación parecía emanar un olor a cigarrillos.

Golpee la puerta como solía hacerlo, aunque probablemente mi amante debía confirmar que no era una de sus alucinaciones

— ¿Si, diga?, ¿Quién es? — Preguntó Xóchitl con voz temblorosa

— Servicio a la habitación — Respondí intentando emular una voz un poco más nasal

— Adelante, pase — Respondió abriendo la puerta

Me observó un momento con determinación y me dejó entrar. En cuanto cerró la puerta detrás de mí, se lanzó sobre mi rostro como un depredador hambriento, sus brazos rodeaban mi cintura y me acercaban hacia su cuerpo, ella me había extrañado tanto como yo a ella. Sus labios chocaron contra los míos sin pudor alguno, me importaba un carajo su sabor a cigarrillo, había estado estresada y ahora estaba aquí para ayudarla.

— Buenas noches, cariño — Dije separándome un momento de ella para tomar aire

— No tienes una idea de la tortura que fue no saber nada de ti, no poder hablarte o estar contigo, solo tenía eso — Confesó Xóchitl mirando un periódico sobre su cama

— Creí que no querías verme más, estaba tan aterrada, solo dejaste de llamar y no supe que hacer

Podía sentir un par de lágrimas recorrer mi rostro, no sabía ni siquiera como debía sentirme. Xóchitl enjugó mis lágrimas con sus pulgares y nuestras frentes se mantuvieron juntas

— Me prohíben tantas cosas, tengo un teléfono, pero están monitoreandome, sé que lo hacen, por eso no podía llamarte o comunicarme de alguna manera contigo y por lo visto, tú tampoco puedes hacer mucho quiero decir, ¿Cómo llegaste aquí?

— Denise me ayudó, sabe de nosotras... Porque lo dije, le expliqué como no pensaba perderte, ella movió algunas cosas y me ayudó a escapar al menos por esta noche, Xóchitl, creo que no hace falta que te diga lo mucho que me muero por tener algo contigo

— ¿Es que no te has dado cuenta, Claudia? Me cuesta tanto ser tu amiga, no puedo acercarme a tu boca, sin deséartela de una manera loca, a veces solo siento que necesito estar en tu vida, saber quién te besa, quien te abriga — Expresó Xóchitl completamente deshecha — Ya nos quedan muy pocos caminos, y aunque pueda parecerte un desatino, no quisiera yo morirme sin tener, algo contigo

Ambas volvimos a besarnos, pero algo había cambiado, no me besaba con hambre, lo hacía con lentitud, Xóchitl me disfrutaba como si fuera su bebida preferida o su plato predilecto.

Mis manos se recorrían sus brazos desnudos como si fuera la toalla que se deslizaba sobre su piel mojada, quería estar en el más suave toque de sus dedos y entrar en lo más íntimo de sus secretos, quería ser la cosa buena, liberada o prohibida, ser todo en su vida.

Roberto Carlos solía decir que

"El hombre, sabe querer
Y se apasiona por una mujer
Convierte su amor en su vida
Su comida y bebida en la justa medida"

Si, yo era una mujer, pero estaba dispuesta a todo por alguien que me amaba, me satisfacía y me hacía sentir plena cada vez que cruzábamos miradas.

En aquella antigua habitación, la reclamé como mía, como mi amante, como mi promesa, como mi mujer, la sostenía entre mis manos y nos volvíamos una.

Pero no contábamos con la delgadez de aquellas paredes y de todo lo que vendría después.

Máynez

— Bien, ahora, ¿Qué tienes para mí?, ¿Cómo podemos contraatacarlas? — Expresé cruzando una pierna sobre la otra

El atractivo hombre dejó una grabadora frente a mí y un sobre que contenía algunas fotos

— Con esto será suficiente Rubén, creo que podemos hacer este debate más interesante, no solo eres atractivo, también eres un buen detective

Tomé a aquel hombre mayor por las solapas de su saco y lo acerqué a mi rostro, sintiendo con malicia su frialdad. La vieja política ahora estaba acabada y el show debía continuar

Camino Al Poder (Claudia x Xóchitl)Where stories live. Discover now