Rothnia:Tierra De Leyendas Y Batallas.

Capítulo once:Los secretos de la Corte.

El rey se encontraba en uno de los salones de su torre, junto a su consejero, Harold Finch.
También se encontraban allí Lord Hope y Lord Johnson.
Tomaban té mientras observaban un gran plano de Rothnia,mientras planeaban el futuro de Edoril.
-Pero, señor, ¿está usted seguro? -Dijo el consejero.
-Completamente, Finch. -Contestó el rey.-Si seguimos raptando críos, nadie se atreverá a revelarse contra nosotros. Porque si no, mataríamos a sus insignificantes mocosos. -De solo escuchar sus propias palabras, sonreía con maldad.
-Señor... -Antes de que Lord Johnson pudiera continuar, Hope lo calló.
Se sabía que Hope era un hombre de cerebro avispado. Pero a pesar de eso, era un necio. Él de verdad creía que sin ningún impedimento, Edoril, con un ejército de niños secuestrados conquistaría Rothnia.
-Cállese, Johnson.

Finch era un hombre razonable, aunque solo le daba la razón en todo al rey porque,este mismo, al igual que Hope, era un necio.

Edward se pasaba mucho tiempo ocupado, haciendo entrevistas, practicando lo que diría en estas mismas, dándole órdenes al comandante Hope (William), y planeando cómo entrarían en los pueblos para hacerse con ellos.
De momento, habían logrado matar al Alcalde de Grover, que era un pueblo costero al norte de Rothnia.
Lord Johnson lo había asesinado a sangre fría delante de su pueblo, y así, Edoril conquistó Grover.

Había aldeas que aún resistían, y habían logrado, con sus pocas armas, ganarles a los soldados de Edoril.
No eran un ejército invencible, ni mucho menos. Muchos estaban allí porque no valían para nada más, eran tan tontos que solo sabían pelear. Aunque no se les diera mal, burlarlos o tenderles una emboscada era fácil, si eras una persona lista.
Pero para desgracia de las aldeas, la mayoría de gente tenía casi la misma capacidad mental que los soldados de Edoril.
Y así, días y días se pasaba el rey planteando cómo sería la guerra y cómo él  podría hacerse con toda Rothnia para él solo.
Supervisaba los entrenos, apuraba a los herreros para que hicieran las mejores espadas, los escudos más fuertes y las armaduras más duras.
Cada vez trabajaban más, morían más rápido, y Edoril necesitaba trabajadores. Si no, todo el plan retorcido de Edward se iría al traste.