Dedicatoria

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El 28 de marzo tuve la oportunidad de conocer a la familia de una gran amiga con la que vivo. Ellos son de Jipijapa, Manabí, en Ecuador, y me recibieron con mucho cariño. Allí conocí a una niña encantadora llamada Sara, con quien compartí momentos de mucha risa.

Antes de conocerla, estaba bastante nervioso porque me dijeron que ella no era muy abierta con extraños. Y como a veces tengo mala suerte y caigo mal sin que la gente me conozca, me mostré cauteloso al tratar de interactuar con ella. Sin embargo, no fue necesario hacer mucho esfuerzo para ganarme su simpatía: bastó con llamarla "Sirenita". Y es que Sara adora el agua. Lo pude ver con mis propios ojos cuando la llevé a una piscina y al río en el lugar donde vivo, en la Amazonía. Ella, sin embargo, viene de la costa cerca del Pacífico, y me contaron que ama el mar y cualquier cosa relacionada con el agua.

Descubrí que el 28 de abril era su cumpleaños, así que le prometí que le escribiría un cuento sobre "La Sirenita Sarita". De ahí nació esta historia, un cuento con un mensaje para los niños, inspirado en algunas cosas que noté en mi pequeña amiga Sara que podrían mejorar. Ella ama tanto el agua que para sacarla de la piscina hacía falta reunir al ejército de Troya. Y, como vi que lloraba y le costaba obedecer a sus abuelitos, decidí tratar ese tema en la historia, con la esperanza de ofrecerle una lección de vida. No sé si el cuento logrará su objetivo, pero esa fue mi intención. Confío en que Dios siempre cuide de Sara.

Sara y el Bosque de AlgasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora