CAPÍTULO 16 (PARTE I)

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A pesar de estar tan cerca del invierno, a la mañana siguiente el cielo amaneció despejado y coronado por un sol brillante

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A pesar de estar tan cerca del invierno, a la mañana siguiente el cielo amaneció despejado y coronado por un sol brillante. Lilian tuvo que bajar a desayunar con el resto de la familia, pues su hermana, que solía despertar con malestares matutinos debido al embarazo, apareció en su habitación para invitarla. Ella no pudo negarse, ya que, el marqués madrugaba y ya estaría ocupado en sus deberes.

Llegaron al comedor cuando el desayuno ya había sido servido, y en cuanto entraron, el capitán y un taciturno lord Eric se pusieron en pie. Lady Arabela les comentó que habían organizado un almuerzo a la orilla del río, y que vendrían algunos invitados.

—He invitado al señor Craig y a las hermanas Barret —le murmuró al oído su hermana cuando estaban abandonando la sala de desayunos.

Lilian la miró nerviosa. No había pensado que vería al comandante también ese día.

La noche del concierto habían hablando mucho y él se había comportado de manera excepcional. Le había hecho preguntas acerca de todo y  escuchado como si de verdad le interesaran sus respuestas. Además le había contado anécdotas divertidas y no se dedicaba a alabarse a sí mismo como era costumbre de muchos caballeros.

El hombre sabía de su atractivo, mas no lo usaba como arma, ni presumía de ello, como sí lo hacía el menor de los Rochester, que había abandonado el comedor en cuanto tuvo la posibilidad, y apenas le dedicó una mirada durante el desayuno.

Allí estaba el problema. Sin importar cómo ni por qué, siempre terminaba comparando a todo caballero con lord Eric. Sacarlo de su cabeza y de su corazón estaba resultando una tarea imposible para Lilian, que apenas había podido pegar ojo la noche anterior.

Ofuscada, se disculpó con su hermana, y se dirigió a su habitación para prepararse para el picnic. Tenía que recordar que su misión era hallar un buen partido, no perseguir a un soltero empedernido.

El señor Damien Craig era el candidato perfecto para ser su esposo. Un poco intimidante y serio, e inmejorable aun así. Pertenecía a una excelente familia local; la propiedad de su padre, el conde de Kent, quedaba bastante cerca. Craig le había dicho que poseía su propia casa y que su trabajo era más bien en Bristol y rara vez lo comisionaban en otro destino.

Lilian estaba segura de que, si se casaba con él, no nadarían en lujos, pero tendrían una vida plácida y cómoda. No necesitaría nada más, pues tendría su propio hogar e hijos para cuidar.

Para su desilusión, aquel cuadro mental que se había hecho no le generaba ningún tipo de emoción, parecía más bien como si estuviera imaginando la vida de una desconocida muy diferente a ella.

Lo cierto era que cuando intentaba imaginar al comandante siendo su esposo y el hombre a quien sus ojos verían cada mañana al despertar, su cabeza no podía recrear otro rostro que el de Eric Rochester.

Lo veía sentado junto a su cama, dándole los buenos días y sonriéndole de aquella manera íntima que la hacía sentir un enjambre de abejas en el estómago.

Conquistar a un lord*PRÓXIMAMENTE RETIRADO*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora