Felicidades, Esteban

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El olor a mirra no era de su agrado, le recordaba una mala temporada de su vida.

Sin embargo había aprendido a convivir con él, la iglesia formaba ya parte de su rutina diaria.

pasó al centro de la ronda de sillas ante la atenta mirada de sus compañeros de AA y se aclaró la garganta, no era muy bueno con las oratorias pero quería intentarlo.

-lo peor de ser alcohólico no son las perdidas-empezó, sintiendo un pequeño nudo aflojandose en su garganta-que son muchas. lo peor de ser alcohólico es el dia después, y siempre es el día después, porque uno es alcohólico todos los días. es ver la mirada del otro, que no es de enojo o de rechazo, es de lastima, la gente le tiene lastima al borracho-agregó mientras muchos de sus compañeros asentían-cuando decidí parar fue por una de esas miradas. era una mujer grande, yo me había quedado dormido en la parada de un bondi, ahí me había quedado después de una noche demasiado larga. ella me miraba y me acuerdo lo que dijo, textualmente, palabra por palabra-continuó tomándose unos momentos para no emocionarse-"un muchacho tan joven, tan bonito...es una pena"...eso dijo y a mi me destruyó, o me ayudó a arreglarme, mejor dicho-terminó sonriendo, mostrando la medalla que acababa de obtener-pero ya son ocho meses sobrio

-felicidades, Esteban-dijo el lider del grupo

-¡felicidades Esteban!-repitieron los demás mientras Esteban volvía a su asiento.

La reunión de alcohólicos anónimos continuó algunos minutos más y cuando llegó a su fín, Esteban se acercó a la administración de la iglesia dónde cada martes y jueves tenía la Junta.

Lo vio nuevamente allí, alto, delgado, con una mirada compasiva entre el verde de esos ojos que a él le parecían hermosos.

No habían hablado mucho en esos ocho meses, pero Esteban estaba listo para dar el siguiente paso.

-ocho meses-le dijo orgulloso mostrando su medalla

Francisco sonrió mientras terminaba de limpiar el escritorio de recepción

-felicidades

-gracias-dijo él listo para irse, pero volvió ganándose una mirada curiosa-¿todos los días estás acá?

-si, mi viejo es el pastor

Esteban ya sabía eso, pero fingió que no

-ya veo-murmuró sintiendose muy nervioso, desde que no bebía parecía haber olvidado como coquetear-¿podría invitarte a tomar algo alguna vez? pero va a tener que ser sin alcohol, que me pongo loquito si no

Fran se rió y desvió la mirada levemente

-está la cena del viernes, de recaudación de fondos para...

-no-le dijo acercándose un poco por encima del escritorio-vos y yo, solos, si me entendes- Fran no respondió pero sus mejillas se pusieron carmesí-hace un tiempo que te miro, sé que me miras también, estoy dispuesto...

-no sé de que hablas

-yo creo que si sabes

-Fran ¿terminaste acá?-preguntó una mujer que Esteban supuso, era su madre-necesito ayuda en el cuartito

-si, ya voy-dijo Fran nervioso y miró a Esteban-felicidades-le repitió mirando la medalla para luego perderse en los largos pasillos de esa gran iglesia.

Los doce pasos: 𝐞𝐬𝐭𝐞𝐛𝐚𝐧 𝐱 𝐟𝐫𝐚𝐧𝐜𝐢𝐬𝐜𝐨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora