Spiderbear Fem Au (Futbolista x Porrista)

¿Dónde está Ro?

El partido había terminado pero Iv no se sentía feliz por ello.
¿La razón?
Ro no estaba.
Era extraño.
La castaña no se perdía ningún partido o práctica.
Incluso cuando ella le decía que no era necesario que fuese todos los días a verla, sabía que la terquedad de su novia era demasiada.

Salió lo más rápido que pudo hasta los vestidores para poder tomar su mochila y patineta.
No tenía tiempo ni de cambiarse el uniforme y ojalá no oliera a perro mojado por el sudor.

— Dale, Ro. Contesta— no tenía que estar usando su celular mientras patinaba, pero esto ya era preocupante.

Se detuvo bruscamente frente a la casa de su novia, apenas tomándose unos segundos para calmar su respiración cuando la puerta fue abierta por uno de los tantos hermanos de Ro.

— ¿Ivanna? ¿Qué haces aquí?—

Entro a la casa como si fuera la propia, ignorando las preguntas de su cuñado.
Subiendo las escaleras de dos en dos notando por fin la razón de la falta de la castaña.

— Estás enferma.

Y ahí teníamos a Ro, envuelta en muchas mantas, con pañuelos a su alrededor y una cara casi de muerte.

— ¿Pod que no estás en tu padtido?— su voz se escuchaba graciosa.

— Ya terminó.— no iba a reclamarle.
Era obvio que por su estado de salud era mejor quedarse en casa.

— ¿Cómo?— miró la hora en su celular dándose cuenta que se había quedado dormida.
No fue a ver a Iv.
¿Qué clase de novia era?

Se llevó un pañuelo hasta el rostro sin saber si debía limpiarse la nariz o quitarse las lágrimas que querían salir de sus ojos.

Iv se asustó creyendo que se sentía peor, pero pronto la castaña volvió a hablar.

— Yo tenía que estad ahí, soy tu poddista. La que te da ánimos. ¡Segudo estás enojada conmigo!

La morena se acercó dándole un pequeño beso en los labios.

— ¡Do! ¡Te vas a enfedmad!- reclamó limpiandole con un pañuelo.

— Estuviste ahí.—

Esto la dejó confundida.
¿Se había escapado y por la fiebre no recuerda nada?

— Siempre estás porque cada día te tengo en mis pensamientos.—

Sus mejillas se pintaron de rojo, estaba con el corazón latiendo a mil.
Eso tenía que ser lo más dulce que su novia le había dicho.