You no good for me

193 31 93
                                    

Su delgada espalda se arqueó contra la madera de la barra, jadeando repetidas veces en busca de algo de aire fresco para sus pulmones. Observando el techo oscurecido entre las vacilaciones de su propio cuerpo. Un gemido agudo quebró su voz por la fuerte embestida que le removió las entrañas. Era una sensación tan divina; mística. Enterró las uñas en la amplia espalda varonil en lo que lágrimas rebeldes perlaban su rostro moreno. Por momentos como estos agradecía enormemente ser bastante flexible.

—¡Ahg! ¡Husk!

El azabache, pese a su notoria desconexión a la realidad no se detenía en su tarea: empotrar bruscamente a Alastor sin importarle si llegaban a ser muy ruidosos o los descubrían. Daba igual, eso sería adrenalina extra a la candente situación.

—Oh joder...

Husk deliraba por la caliente sensación de ser tomado por completo y a un ritmo que aunque cansón era lo que su cuerpo demandaba. Además, era divertido ver como los lentes de su compañero rebotaban en su lugar con cada bombeo de su sexo en su interior. Era el toque perfecto, algo tierno para el erótico desastre en el que el más joven se había convertido; medio desnudo, lloroso y con maldiciones en forma de gemidos plagada en sus labios. La manera en la que su piel canela brillaba por el sudor y las lágrimas era precioso, como toda su persona. Él apenas tenía varios mechones de cabello desarreglados por el constante vaivén entre sus caderas.

Era suertudo de muchas maneras si lo pensaba bien. Tuvo que cerrar temprano por la baja clientela pero no fue en vano, al menos.

—Más profundo, ¡Ahí! ¡Justo ahí! —Alastor percibió su propio miembro temblar a punto de correrse. Estaba tan cerca...—¡Husk! ¡Oh Husk! —no era alguien precisamente silencioso en cualquier situación, mucho menos en situaciones íntimas en donde estaba más que abierto de piernas a su amigo.

¿Amigo? Si, amigo con ciertos beneficios.

—¡Awhm! —un quejido se escurrió de entre sus labios. Husk había tomado su pene desde la base, colocando un dedo sobre la uretra para evitar que se corriera tan pronto.

Con su mano libre sostenía su cadera, enterrándose con aún más desesperación en la apretada cavidad de un adolorido locutor, que perdido en la razón y lo irracional estaba a punto de llorar de lo abrumado que se sentía (si no es que ahora mismo lo estaba haciendo. Sus piernas temblaron alrededor de la cadera del más alto, débiles. Y sus manos, aunque debilitadas, seguían sosteniendo la camisa del hombre que justo ahora estaba haciendo estragos en su interior con su verga, mismo que parecía succionar y apretar con tal desesperación por el orgasmo que le negaba tener.

—Hu... Husk... Vamos... —pidió con la desesperación y agobio comiéndole desde adentro, mesiéndose débilmente contra él. ¿Por qué tenía que pasarle algo como eso justo ahora?—Vamos, querido... Una vez más... S-solo una vez más... —su sonrisa de siempre flaqueaba, sus ojos acastañados brillosos por las muchas lágrimas que estaban al borde de salir otra vez.

El bartender sonrió con divertimento ante tales súplicas, enternecido y hasta encantado con la vulnerabilidad de Alastor en momentos como estos en donde no lucía tan amenazante o intimidante.

Se inclinó un poco más hasta que sus rostros estuvieran a centímetros, dando una última embestida que desestabilizó al pobre Alastor antes de detenerse por completo, arrancando de sus sonrojados labios un gemido de aguda desesperación, seguido de eso las contracciones que los hacía a ambos delirar.

Diet mountain dew [ HuskerRadio ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora