Maranello 1.3

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Charles y yo pasamos la noche en la terraza de la casa privada que comparte con Judith. Tomamos un poco de vino y hablamos de muchas cosas. Charles era increíblemente hablador, pero en ningún momento hablamos de eso, de ella o de él. Me había distraído un poco; no quería pensar en lo que había pasado entre ellos. Charles me sirve un poco de vino y se sirve una copa.

—No quería hablar de eso porque sé que te afecta.

Asiento, miro mi teléfono y veo que Carlos me está llamando.

—Judith ha estado muy rara, discutimos mucho, no imaginas —dice frustrado—. Siempre en la discusión entra Carlos.

—Pero ustedes se aman.

—Claro, no dejas de amar a alguien de la noche a la mañana.

—¿Entonces qué sucede?

—Lo sé —se lleva las manos a la cabeza—. No quiero pensar que sea porque siente algo por Carlos.

Lo miro preocupado, tomo su mano y le doy un apretón. Levanta la mirada y sus claros ojos me observan.

—Eres muy bella —dice—. No mereces eso.

—Charles...

—No lo sé, Lulu —me mira—. Mira en la situación que estamos.

La puerta se abre y Judith entra sosteniendo su Kelly rosada de Hermès. Frunce el ceño cuando me ve.

—Debería irme.

Ella abre la boca, indignada.

—Charles, fue un placer. Judith, ¿ya está Carlos en casa?

Va a decir algo, pero agacha la cabeza. Ella se cruza de brazos y cambia de peso. Charles me da las llaves del auto y paso al lado de Judith. Solo me mira, pero no dice nada. Sacudo la cabeza y salgo de aquella casa. Acaba de llegar Judith; de seguro Carlos debe estar como loco. Mientras conduzco, subo un poco el volumen de la música. Yo había pasado la noche con Charles, pero no había pasado nada. Sin embargo, me sentía un poco mal. Carlos había pasado la noche con Judith, y es aquí cuando me doy cuenta de que a Judith le dejó de importar quién soy yo para Carlos.

Cuando llego a la habitación, Carlos está desesperado hablando por teléfono.

—¿Por qué carajos pasaste la noche con Charles?

Me quito la chaqueta y no le digo ninguna palabra. Viene detrás de mí, molesto y frustrado.

—Te estoy hablando, Lucía.

—¿Debería hacerte la misma pregunta?

—Lucía, Judith está pasando un mal momento y me necesitaba.

—¿Qué? Charles también, y soy su amiga.

—Lucía, acabas de llegar al equipo, no has cruzado muchas palabras con Charles.

—Considerado un nuevo amigo.

—Lu —se acerca—, dime si pasó algo.

Tiene los puños apretados y está rojo como un tomate. Sacudo la cabeza.

—No somos iguales, Carlos.

Me dirijo hacia el baño.

—¿Qué quieres decir, Lucía?

—¿Qué? —lo miro—. ¿Me vas a decir que no la besaste?

Se queda un momento callado. Cierro los ojos. Sí, la ha besado. Sacudo la cabeza y me meto al baño. Ahí lloro como una niña desconsolada. Carlos jamás me va a querer como yo lo quiero e incluso sabe que Judith y Charles se están separando. Lo está aprovechando. No puedo seguir así, es humillante.

Quiero que me mires- Carlos SainzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora