~Epilogo~

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RAMIRO:

Habían pasado diecisiete días luego de aquel día, cuando ví por última vez a Natasha. Nunca me imaginé que ella pudiera perder la cordura y acabara con su vida de tal manera; tal vez si no le hubiese cerrado la puerta, las cosas serían diferentes...

En estos momentos me encontraba en su funeral, estaba totalmente vestido de negro al igual que todo el grupo. Vestíamos como si estuviéramos en una gala, los chicos llevábamos esmoquin, y las chicas lucían vestidos elegantes a la moda. Si se preguntan por qué vestimos así, es porque nuestros funerales deben ser elegantes, nadie puede presentarse con cualquier prenda negra, sería un insulto hacia el miembro que ha muerto, y más en este caso, que se trataba de Natasha, apuesto que, si creyera en esas cosas, nos espantaría si su funeral lucía apagado, triste y corriente; por lo que cabe decir que en nuestros funerales, ninguno de nosotros llora, obvia razón, no nos afecta una persona muerta, solo le damos una digna despedida a nuestra aliada eterna.

—Era una de las mejores — la voz de Diana me saca de mis pensamientos, giro mi cuello y mis ojos se posan en sus labios, estaban muy provocativos con aquel tono rojo caramelo y un delineado negro...

—Ven, necesito hablar contigo — Diana toma mi mano y me hace caminar hacia la salida. Algunos se nos quedan mirando, y Edwin, el chico de un ojo azul y otro verde, se coloca frente al micrófono para decir una palabras.

—¿Qué ocurre, Diana? — digo cuando estábamos afuera y los sonidos de adentro ya no se escuchaban.

—La noche en que murió Natasha, tú me advertiste que ella había sido descubierta y que yo había quedado expuesta, ¿cómo fue que te enteraste? — su pregunta tira acusaciones de manera indirecta, y no aparato la mirada de sus ojos.

—Ella me lo dijo.

—¿Por llamada?

—En persona — Diana arquea una de sus cejas, y yo mantengo mis manos en los bolsillos de mi pantalón.

—Entonces la viste antes de que muriera.

—Sí, pero ¿a qué quieres llegar? — inquiero, y ella contrae ligeramente una de sus mejillas, eso lo hacía cuando quería decir algo, pero no quería dejar mal algo o a alguien.

—¿Rompiste una regla, Ramiro? — y esa era la pregunta que estaba esperando que dijera. Me río irónicamente y me acerco más al cerezo que dejaba caer sus pétalos rosas sobre nosotros.

—No, Diana, no causé la muerte de Natasha, recuerda que la muy poco razonable se lanzó desde una azotea, y solo para atrapar a un niño.

—¿¡Qué!? — muerdo por un segundo mi labio inferior al recordar que ellos no sabían eso. —¿Cómo que un niño, Ramiro?

   Suspiro profundamente y exhalo para continuar hablando, y decir lo que ocurrió esa noche —Sí, un niño, Diana, era el hijo del que, al parecer, abusó sexualmente de Natasha, por eso ella quería matarlo antes de salir de Londres.

—¿Natasha fué abusada? — Diana desvía la mirada y gira su cuerpo lentamente hacia otra dirección, sus ojos mostraban nostalgia, después de todo, ellas se conocían desde hace años.

—Sí, cuando me lo dijo... se fué, se fue para ejecutar su venganza.

—¿Y por qué mierdas no fuiste con ella? — Diana se dirige a mi para golpear mi pecho, y tomo sus muñecas.

—Natasha no era la chica perfecta, nunca lo fue y no me hagas arruinar su imagen en su funeral.

—¿Qué mierda dices? — Diana trata de zafarse, pero ejerzo más presión para que dejara de hacerlo.

El Grupo ConfusoWhere stories live. Discover now