Ella

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≪❈  Jacob D’Angelo  ❈≫

Había una vez una hermosa princesa llamada Aly, que vivía en un inmenso castillo junto a su padre, el rey George. Aunque la princesa nunca había salido del palacio, había explorado el mundo a través de los maravillosos libros que llenaban su biblioteca. Un día, el rey cayó gravemente enfermo y la princesa, desesperada, llamó al médico real. El sabio médico examinó al rey y dijo:

“En lo profundo del bosque se encuentra una mágica flor que crece en la cima de una encantada montaña. Si se prepara un tónico con esa flor, el rey podrá curarse. Sin embargo, el tónico se debe hacer antes de que pasen veinte días; de lo contrario, el rey morirá”.

La princesa, al recordar haber leído sobre la mágica planta y preocupada por su convaleciente padre, anunció valientemente: “Aquel que logre traerme la flor de la montaña encantada se convertirá en mi esposo y será recompensado con riquezas inigualables”.

Tanta era la belleza de la princesa que todos los hombres del reino salieron en búsqueda de la flor mágica. Pero uno tras otro fueron regresando al castillo con las manos vacías, ya que nadie había sido capaz de llegar a la cima de la montaña.

La princesa, temerosa de perder a su padre, decidió tomar ella misma la misión de salvarlo. Armada con el conocimiento adquirido de los libros y con determinación en sus ojos, partió hacia el bosque. El primer día logró llegar a lo profundo de la espesura, sorprendiendo a todos aquellos que creyeron que no lo conseguiría. Al encontrarse frente a la montaña, comenzó a subirla con determinación, pero a mitad de camino tropezó con una gran roca y terminó cayendo, deshaciendo el poco camino que había logrado subir. Pensó en rendirse, pero recordó el rostro pálido y enfermo de su padre, cada vez más cerca de la muerte desolada; sintió una nueva determinación arder en su interior. Se levantó del suelo, sacudió su ropa y volvió a intentarlo, esta vez rodeando la roca para evitar caer nuevamente.

Y así, pasaron cuatro días llenos de desafíos y obstáculos que hacían caer a la princesa una y otra vez. Sin embargo, ella nunca se rindió. Cada vez que se caía, se volvía a levantar con más fuerza, se sacudía el polvo y volvía a intentarlo. Superó estrechos puentes, trepó espesos árboles y sorteó astutas trampas sin perder la fe en su misión… —Seguí con la historia mientras firmaba documentos que ya había leído y dejado amontonados. Cuando el cuento acabó, solté los papeles y enfoqué mi atención en los enormes ventanales.

—¿Vivió feliz la princesa, papi? —preguntó la voz adormilada de mi hija.

—Claro que sí. Ella logró salvar a su padre y aprendió una valiosa lección.

—¿Cuál? —dijo luego de soltar un bostezo.

—Aprendió a nunca rendirse ante las adversidades, aprendió a adaptarse a los cambios para encontrar la felicidad. Ahora duérmete, sí, en un rato estaré en casa.

—Te amo, papi.

—Yo te amo más, principessa.

Colgué luego de unos minutos y volví a concentrarme en los papeles sobre mi escritorio. Me enfoqué tanto en los contratos con los proveedores de equipos tecnológicos que perdí la noción del tiempo hasta que el teléfono de la oficina comenzó a sonar. Extrañado, puesto que solo mi madre y los de seguridad sabían que aún estaba en la empresa, contesté.

Resiliencia/ Melodias Del Alma Libro II (Pausada)Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum