Imprevistos calientes

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             ≪❈ Ayla Williams ❈≫

—Buenas tardes, pasajeros. Estoy informando que debido a las condiciones climáticas adversas en nuestro destino original, Los Ángeles, tenemos que cambiar nuestro itinerario para garantizar la seguridad de todos a bordo. En lugar de continuar directamente a Los Ángeles, vamos a hacer una escala en Denver, Colorado, donde podremos esperar a que las condiciones mejoren. —comunica el piloto a través de los altavoces del avión —. Una vez que lleguemos a Denver, tendremos información actualizada sobre los horarios y la disponibilidad de vuelos hacia Los Ángeles. Es posible que debamos esperar un corto período en Denver antes de tomar un vuelo directo hacia nuestro destino final.

  «Pedimos disculpas por cualquier inconveniente que esto pueda causar. Estaremos trabajando diligentemente para asegurar que nuestro viaje continúe de manera segura y sin complicaciones. Si tienen alguna pregunta o necesitan ayuda, por favor, no duden en acercarse a nuestro personal de atención al cliente. Muchas gracias por su comprensión y paciencia en esta situación.

   —Genial, lo que faltaba —murmuro por lo bajo, tratando de enfocarme en el libro que tengo en las manos. Sin embargo, esta vez no logro perderme entre las páginas, la ansiedad se apodera de mí a cada minuto y un sudor frío se desliza por toda mi espina dorsal. Mi mente se ahoga con preguntas irracionales producto del miedo ¿Qué pasa si el avión se estrella? ¿Y si es tanta la lluvia que el piloto no puede ver y chocamos con otro avión? ¿Estoy a salvo? 

   Los minutos pasan y mi ansiedad aumenta cada vez más. Finalmente, el avión aterriza con cuidado en la pista, no obstante, no puedo respirar con normalidad hasta que no estoy parada en el suelo del inmenso aeropuerto viendo a las personas ataviadas con sus maletas caminar de un lado a otro.

   Odio volar desde que era pequeña y, sin embargo, he montado más aviones en lo que va de año que en toda mi vida.

   Entro a una cafetería mientras espero a que las condiciones meteorológicas mejoren y pueda continuar hacia mi destino. Paso las horas sentada con mi libro en la mano y un gran vaso de batido de fresa.

    —Se prendió esta mierda, señores —digo demasiado alto llamado la atención de las personas alrededor. Pero es que no lo puedo evitar, la emoción de leer algo a veces es incontrolable. Sigo con mi lectura ignorando las miradas curiosas, como si no hubiera dicho nada, hasta que el protagonista hace algo que me saca de mis casillas —¡Es que eres idiota, oír conversaciones ajenas lo único que trae son malentendidos! —Enojada cierro el libro, respiro profundo, me termino el batido y pido otro bajo la mirada de todos en el local. Cuando tengo mi bebida y ya estoy más calmada vuelvo a abrir el libro justo donde me quedé y sigo.

Cuando termino de leer el final de la historia de romance entre Romeo y Dallas ya estoy más tranquila, pero no lo suficiente.

     —Me encantan los finales felices —murmuro.

  Saco mi teléfono y busco entre mis contactos el número de mi prima. Pulso llamar y espero a que conteste, se demora tanto que estoy a punto de colgar cuando su voz algo agitada me responde.

   —¡Dios! ¡Pensé que no me cogerías la llamada! ¿Estás ocupada?

    —No, no estoy ocupada —contesta. —Ayla ¿Le pasó algo a mis padres o a ti? —pregunta preocupada.

    —No, no te preocupes, todos están bien.

   —¿Seguro que están bien?

  —Sí, no te preocupes por ellos, el problema soy yo.

  —¿Qué pasó?

  —No lo que pasó, sino lo que va a pasar. Llevo casi once horas de vuelo y aún me faltan cuatro más para llegar a los Ángeles porque hicimos escala en Denver —aclaro. 

Resiliencia/ Melodias Del Alma Libro II (Pausada)Where stories live. Discover now