✨| Prologo |✨

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Las sombras predominaban en el lugar.

El piso estaba tapizado por un sinfín de finas alfombras, unas puestas arriba de otras en un intento de esconder lo que estaba debajo sin un orden en específico, los hermosos diseños con hilo de plata resaltaba, eran finos y bien hechos, como si la mano que las fabricó lo hubiera hecho con cuidado de no estropear el diseño. Si eran tocados, eran suaves y cálidos.

Cubriendo las paredes y colgando del techo oscuro, telas aparecían, algunas eran traslúcidas, tan claras como si no existieran, otras eran tan gruesas que era imposible ver la luz a través de ellas. De diferentes densidades, anchuras y grosores, con algunas rozando el suelo y otras que parecían ser imposibles de tocar, pero si uno mirara con atención, notaria que algunas estaban colgadas por ambos extremos, creando arcos variados por todo el lugar visible.

Acompañando las telas, finas cadenas de platas también bajando del alto techo y en las paredes, siendo varias en su largo, algunas se entrelazan formando telarañas brillantes que tintineaban al ser movidas. Y brillando con fuerza, colgando de las cadenas, hermosos cristales relucían.

El color predominante del lugar era el morado, siendo acompañado por la plata, el color de las flores, estaba en tonalidades diferentes y varias, pero ninguno era claro, sino que todos eran oscuros, siniestros.

Lo único claro en el lugar, era el color de las amatistas, siendo solo presente en un único lugar.

No estaba en las telas, ni en las finas alfombras, tampoco en los cristales que afirmaban las cadenas, sino en unos ojos, unos ojos hermosos que miraban complicados lo que le mostraban.

En medio de la oscuridad, en medio de las cadenas, en un círculo echo por las telas, en medio de una gigante alfombra circular con el más complejo de los bordados, donde las runas antiguas se entrelazaban con las figuras bailarinas de cuervos, gatos negros, arañas, serpientes, lechuzas y murciélagos, una mesa circular se encontraba cubierta por un blanco mantel.

En medio de la mesa, una bola de cristal se hallaba, era grande y brillante, apoyada en tres pequeñas patitas de oro. En su interior se mostraba una imagen, la de una chica tranquila, ignorante de lo que le pasaría en pocos momentos.

-¿Es ella a la que elegiste?- preguntó un hombre, rompiendo el silencio.

Dos pares de ojos miraron al hombre, quien portaba unos ojos brillantes del más hermoso de los verdes, eran afilados como 2 dagas afiladas, esperando saber si ella sería a la que tenía que traer para cumplir el deseo de su hermana, dueña de dicha habitación y una de los seres que lo miraban.

-Si, es ella- dijo la mujer, afirmando con su cabeza.

Los ojos amatista de la mujer estaban brillantes, pero no eran filosos como los de su hermano, sino que eran suaves, compasivos y brillaban por la culpa que estaba experimentando, sabiendo lo que significaba haberla elegido para cumplir su deseo.

-Es la indicada- habló el tercer hombre, llamando la atención de los otros dos -esta vez elegimos bien, ella tiene que ser la guía para evitar el futuro que les mostré-.

-¿Seguro?- preguntó el primer hombre, los ojos verdes desafiaron a los dorados de su hermano -sabes bien lo que cuesta traer un alma de ese tipo a nuestro mundo, y más si es de un mundo con tantas ventanas como lo es ese- dijo, señalando la bola de cristal.

-Ya hicimos los acuerdos necesarios, también arreglamos los acontecimientos de su mundo, para que una vez que recolectes su alma, todo está resuelto- dijo el hombre de ojos dorados -ella es la última carta para evitar más muertes de las necesarias y que finalmente se cumpla lo que los otros no hicieron- ante aquello, la mujer apartó la mirada.

Let's create a new future, Tom [Season 1] |Harry Potter|Where stories live. Discover now