Entre Dos Mundos

Parte 2

Mientras cabalgaban a través del bosque oscuro y retorcido, el silencio pesaba entre Helena y el lugarteniente de Drakon. Helena se aferraba con fuerza a la capa que le había ofrecido, agradecida por el gesto de amabilidad en medio de la tormenta.

El lugarteniente, cuyo nombre era Rorik, observaba a Helena con curiosidad y respeto. Era un hombre de pocas palabras, pero su mirada era penetrante, como si pudiera leer los pensamientos más profundos de Helena.

A medida que se acercaban a la fortaleza de Drakon, las luces parpadeantes en las almenas se volvían más visibles a través de la oscuridad de la noche. La estructura imponente se alzaba contra el cielo tormentoso, anunciando la llegada de Helena a un nuevo mundo desconocido.

Cuando finalmente llegaron a las puertas de la fortaleza, Helena se encontró con una vista impresionante. Soldados bárbaros patrullaban las murallas, mientras el sonido de la actividad resonaba en el aire.

Drakon estaba esperando en la entrada, su figura imponente recortada contra la luz de las antorchas. Helena descendió del caballo, sintiendo una mezcla de nerviosismo y determinación mientras se acercaba a él.

"Gracias por rescatarme", dijo Helena, con voz suave pero firme, mirando a Drakon a los ojos.

Drakon asintió con gravedad, reconociendo el coraje de Helena. "Bienvenida a mi fortaleza, Helena. Te prometo que estarás a salvo aquí", respondió con solemnidad.

Con un gesto de su mano, Drakon ordenó a sus hombres que cuidaran de Helena y la condujeran a un lugar donde pudiera descansar y secarse. Mientras ella se alejaba, Drakon permaneció en silencio, perdido en sus propios pensamientos.

El destino había traído a Helena a su puerta en el momento más inesperado, y Drakon no podía evitar preguntarse qué significaba todo eso. ¿Era ella solo una huésped temporal en su fortaleza, o había algo más en su encuentro que aún estaba por descubrir?

Mientras la tormenta rugía en el exterior, los corazones de Helena y Drakon se preparaban para una nueva tormenta que se avecinaba en el horizonte, una que cambiaría el curso de sus vidas para siempre.