Capítulo 45

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Matteo Anderson

Crecer sin tus padres es lo peor que puede pasarle a un niño, trae inseguridades, tristeza, deja una herida que con el paso del tiempo deja de doler, pero no se borra.

Yo fui uno de esos niños que fue arrebatados de los brazos de su madre, un pequeño niño siendo alejado de ella y criado con las bases de la obediencia, frialdad y sin una pisca de cariño.

Su lema era si muestra tus sentimientos te destruyen, el dolor te volverá fuerte y con ambición se gobierna el mundo.

Durante un tiempo creí que aquel hombre el cual llamaba padre vendría por su hijo, pero eso nunca sucedió, el nunca vino por mí y con ello toda esperanza se esfumó.

Mi abuelo me educo para ser ese hombre bajo sus estándares y expectativas.

En esa mansión habitaba su esposa Susan Anderson, a la cual nunca llame abuela, ya que había dejado en claro que estaba en su casa por lo que era la señora y me advirtió que no quería ver mi presencia ante sus ojos, ella nunca me vería como un nieto.

Igual había otro niño era 7 años mayor que yo, su nombre era Kian Anderson, mi tío era lo más preciado ante los ojos de mi abuelo y solo convivía con él para las lecciones que nos entregaba a ambos.

Tal vez si le preguntas a alguien como fue su vida de niño no recordaría mucho, pero yo recuerdo todo, estuve tras la oscuridad y las sombra, los castigos siempre fueron mis amigos, pero todo aquello acabo cuando llego un pequeño rayo de luz.

—¿Mama porque no vienes por mí? —rogaba por estar en sus brazos, verla otra vez, yo la necesitaba.

—Tranquilo pequeño.

Esa voz tan suave y sus cálidas manos tocaron aquella piel fría, sus brazos rodearon el cuerpo de aquel niño que había sido encerrado sin agua ni comida como castigo por huir de casa a los 6 años.

Sus brazos se convierten en mi refugio desde entonces, ella me saco de esa habitación tan oscura la cual pasaba todas mis noches para llevarme a una más acogedora.

—Ya llegué mi precioso nieto, la abuela cuidará de ti.

Desde que llego ese ángel a mi vida las cosas en esa mansión cambiaron para mejor.

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Volver a ver a aquella niña quien era mayor por 4 años y a quien siempre llama tía fue inesperado, a pesar de todo lo que paso nunca la podre odiar porque junto a ella crecí en aquella mansión y fue quien cuido de mí junto a mi ángel, pero si odiaba a una persona que estaba en esta habitación y si pudiera lo ahorcaría con mis propias manos, pero no puedo, el muy imbécil es mi cuñado y la madre Bianca está presente.

Ver lo que confección mi mujer solo me hacía imaginarme a ella con su propio vestido mientras camina hacia el altar para convertirse en mi esposa, en la señora Anderson.

Cada día que paso junto a ellos era como un regalo que me entregaba la vida, ver como sus ojos brillan, esas sonrisas que adornan sus rostros y que me llamaran papi sanaban algo que no habían roto.

Carajos creí que ganaría la apuesta, pero ella conoce tan bien a nuestros hijos, tomo ventaja, gano y la abstinencia de no poder invadir su coño seguía, sentía que en cualquier momento me quedaría sin bolas ni polla.

Ver la interacción de mis hijos con mis padres fue ver aquello que muchas veces desee de niño, sé que mi madre se culpa por no haberme podido criar y por no entregarme el amor que necesite, pero desde que volvimos a convivir más intenta recuperar cada momento que perdimos y entregarme ese cariño que antes no pudo.

Eras todo lo que necesitaba [EN PAUSA]Where stories live. Discover now