2- FERTILIDAD

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—Hoy estás muy distraído, Draco —mencionó ella, antes de observarlo directamente a los ojos —¿Qué sucede? —prosiguió.

Él movió su cabeza en un gesto de fingido cansancio que a ella le hizo cuestionarse su propia pregunta.

—Estoy bien, es solo que... —meditó un segundo antes de decidirse a continuar —¿Has pensado en nuestros futuros hijos? Porque yo sí, y me preguntaba si ya era hora de hacer crecer a nuestra pequeña familia de dos.

Entonces, ella simplemente sonrió con una brillante chispa en sus hermosos ojos color miel.

—Pues... Creí que aún necesitabas tiempo, pero...

—Eso es un sí —cuestionó dubitativo.

—Creo que sí, es que te imaginas un pequeño rubio consentido —dijo ella con una vocecita soñadora que lo hizo reír —. Espera un momento, pensándolo bien, será igualito a tí. —soltó con una mueca de angustia que lo hizo quejarse en voz alta, mientras ella, se doblaba de la risa en la silla que apenas sostenía su peso, debido a la extraña pose que había conseguido está última al burlarse de su esposo.

El silencio prosiguió a la efusiva burla de su elegante esposa que en ese momento, podría ser cualquier cosa que quisiera, menos elegante.

—¡Oh, por Merlin! Aún eres un estirado de lo peor, Draco Malfoy.

—Ven aquí, Leona. —pidio él, con una calma que cualquiera podría haber considerado peligrosa, pero ella sabía que su rubio jamás le haría daño, así que caminó un par de pasos hasta estar frente a él, con una mueca que la hacía ver pequeña e indefensa ante sus ojos que no paraban de observarla con una calidez que solo pertenecía a su linda y desordenada esposa.

—Quiero un mini yo o, en su defecto quiero una mini tú, que sé me matará de disgustos, pero aún así la quiero —susurró en palabras dulces que solo ella había escuchado a lo largo de su vida —todo lo que nos involucre, yo lo quiero.

Ella, solo se dejó querer y se empapó de las lindas palabras que él le regalaba, respondiendo a todo con una sonrisa abierta que denotaba su alegría. 

—Me convenciste —respondió ella, escondiendo su rostro en la curva de su cuello, dónde poso sus labios en un silencioso y delicado beso que lo hizo estremecerse de placer.

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Las noches y los días, se habían vuelto una inexpresiva invitación a procrear y después de un mes, estaban más que presentes los nervios asociados a la antelación de una respuesta afirmativa que no llegaba. Incluso, comenzó a cuestionarse su fertilidad, pues no era raro. Osea, había sufrido ataques y torturas que podrían haber dañado su organismo, o peor aún, su leona tan poderosa e indomable, había golpeado y maltratado su hermoso cuerpo por defender a esos inútiles que tenía de amigos, pero no...

—Deja de pensar idioteces, Draco —gritó la castaña, mirándolo a través del espejo.

—No son idioteces y si...

—Y si nada —soltó ella, irritada del comportamiento infantil que adoptaba su rubio en ocasiones tan delicadas como lo era, su posible inútil utero. ¡Y diablos! Ella había pensado muchas veces lo mismo que él se estaba planteando en ese momento, pero no se sentía valiente ante esa posibilidad, así que había preferido ignorarla y confiar. Sin embargo, los días pasaban y la inquietud se volvía notoria en su hogar —. Theo, dijo que debíamos olvidarnos del tema y dejar fluir nuestra vida y no estresarnos por esto.

Ella tenía razón, su amigo le mencionó en varias ocasiones que el estrés, era capaz de inhibir la ovulación, pero quien podría culparlo, era un completo ignorante en esto y además, él jamás pensó en niños con ninguna mujer y ahora que los quería, los malcriados se hacían esperar, poniéndolo en un estado de nerviosismo continúo.

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⏰ Ultimo aggiornamento: Apr 30 ⏰

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