CAPITULO 45

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Extra cortesía de Leydi y Dolores, 2/6 
No olviden dejar sus estrellitas y comentarios.

NARRA ISIS

—No me toques. — manotea y me alejo antes que me toque. — ¿Quién te crees?

—Señora, retírese.

—¡no tienes más autoridad que El Gran Duque! ¡cómo te atreves a ser tan insolente! — levanta la mano, me preparo para el golpe.

Cierro los ojos y no siento el dolor, solo escucho la dura bofetada. Abro los ojos... Asaf está de pie frente a mí.

—Hijo. — ella se altera.

—¿estás bien? — dice volteando a verme, tiene la mejilla roja. ¿Asaf? ¿Por qué? —Isis, lo siento. — me mira triste.

Quería que me golpeara para tener motivos para matarla. Solo arruina mis planes.

—Madre, no pelees con Isis. — pide Salatiel.

—¡ahora la defienden! ¡hace unos días la odiaban! — le grita. — ya olvidaron lo que les advertí sobre ella, ¡es hija de esa mujer! ¡les advertí que se cuidaran de sus artimañas! ¡no ven que lo planearon todo desde siempre!

Ellos se mantienen en silencio, los educaron para no faltarle al respeto a ninguna mujer y menos a su propia madre, los príncipes perfectos.

—Es igual a esa mujer, solo serán su diversión, como cualquier mujer es...

—¡Mi madre fue la Reina de Mónaco Iris Isabella Ivianchi Mironova Kima! — la interrumpo. —¡no se atreva a faltarle al respeto! — gruño furiosa. — ¡No fue cualquier mujer! ¡no insulte su memoria!

—Eres igual de insolente, como esa mujer, tan irrespetuosa, ¿te crees la gran cosa? No eres más que una mocosa, ni siquiera deberías optar al trono. — gruñe. — ¿Qué hará una mocosa como tú al frente de un país? Tú padre solo te alimento el ego, ni siquiera eres digna. ¿ahora pretendes engatusar a mis hijos? No dudo que hayas sido tú la de la idea del compromiso, no te saldrás con la tuya, mi esposo te pondrá en tu lugar. — sentencia.

—¡ja, ja, ja, ja! — que risa. — ¿esposo? ¿se volvió a casar? Quien fue el pobre desafortunado ahora. — me burlo. — qué pena me da.

—Isis, madre, por favor, no discutan. — pide Eros. — recuerden que son damas.

—Como mi padre me haya educado no es de su incumbencia señora, insulto a la realeza, no dude que pronto le llegara el requerimiento de la corte, usted no es nadie, no vale un centimo. — digo serena.

—Tú y tu madre siempre fueron iguales, creyéndose las grandes monarcas, creen que pueden hacer lo que quieran con los hombres, no son más que mujeres débiles que dependen de los hombres, tú madre era una sanguijuela...

Con todas mis fuerzas estrello mi mano sobre su cara para callarla.

—¡no vuelva a insultar a mi madre! — gruño. — ¡No fue una puta como usted! Que se revolcó en la cama de todos los ministros solo por capricho, haciéndole un berrinche a su esposo, ¡el hombre que si la respeto y amo! — le grito. — ¡ya dejé de fingir que le importan sus hijos!

—Isabel. — su voz me hace callar un segundo. ¿Por qué?

Miro a los trillizos, ella solo los hace apagarse, ellos no son los niños que recuerdo, no son tan alegres y traviesos. Ella les roba la luz, es como si a su lado solo se marchitaran lentamente.

—¡Solo los manipula a su favor! ¡no todas las mujeres somos como usted señora!

—Isabel, detente. — miro al frente, Caius está de pie.

CATARSISWhere stories live. Discover now