Capítulo 4

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El reloj estaba a favor de Maksym, pero en contra de Alice. El mafioso había recibido el armamento a la hora y en el momento perfecto. Nikolas, líder de la mafia griega y cuarto al mando del Sacerdocio, le había prometido que todo llegaría a su debido tiempo, pero Maksym era terco y desconfiado. Más que todo por los enemigos que tenía, no por su gente.

—Normalmente, no te preguntaría, pero tu jodida cara amargada me jode la vida —se quejó Nikolas, al compartir un trago de whisky en celebración por la entrega segura.

El mismo bar de siempre, en la ciudad en la que el polaco era dueño, estaba todo custodiado y no porque fueran débiles, simplemente, querían disfrutar un minuto de tranquilidad sin matar a nadie.

—Hay una mujer en mi casa —Nikolas levanta la ceja—. Es débil y viene de Finlandia. Nadie sabe de ella y llegó a mi territorio como prostituta.

—¿Y te afecta por qué?

—No tiene aspecto de prostituta y la han golpeado. Tanto en su país como en el mío —se quejó—. Kassia quiere ser su amiga y a la rubia la traté como a una espía. Sentí compasión y ahora estará bajo el mando de la gente de mi mansión.

—Ah... La tienes vigilada para matarla —culminó el griego—. ¿Por qué no le preguntas más sobre su vida? Capaz y quiera vivir...

—Se resignó más rápido de lo que te puedes imaginar —lo interrumpió—. Creo que está loca. Dice que morirá de algo porque su cuerpo se enferma. Pasó de morir por hipotermia, a morir por una infección.

Nikolas se rió y lo vió tomar del vaso de whisky de un sorbo.

—¿Pero está enferma? —negó con la cabeza—. No creo que sea una espía porque nadie se mete con el Sacerdocio. Puedes intentar darle una cucharada de confianza. Ve hasta donde es capaz la mujer y si te sirve de algo.

—No será mi puta —le advirtió.

—Nunca lo dije de esa manera, hombre —Nikolas tomó del whisky y se levantó de la silla—. Algo interesante ella debe hacer. Mira, en la mansión hay bastante gente con talento y todos te lo han demostrado, además de darte su lealtad. Ve que guarda esa mujer y si tiene algo bueno, hazte su dueño y que te jure lealtad.

—Es demasiado débil para tener algo positivo —hizo una mueca de desagrado.

—Nadie es demasiado débil en esta vida, Maksym. Solo ve que te ofrece y si te sirve en la organización. Si la mujer no es de utilidad, déjala libre o envíala de regreso a su país.

—Todo lo que está en mi territorio me pertenece, Nikolas. Ella ha visto demasiado en tan poco tiempo y no quiero tener que matarla.

El griego le puso su mano en el hombro y lo miró.

—Algo debe tener porque tú la dejaste vivir después de considerar que ella era una espía —le sonrió—. Ninguno de nosotros tiene el buen corazón de la esposa de Alessandro —quitó su mano—. No somos buenos y solemos matar y después preguntar si era inocente o no. Ve si tiene algo para ti o déjala ir.

Eso fue una clara advertencia. Maksym era el quinto al mando del Sacerdocio y aunque no tenía restricciones, se le podían poner límites si los otros líderes veían que estaba haciendo mal.

Y para Nikolas, tener a una mujer que no parecía ser peligrosa y estar secuestrada en la mansión, no le parecía una de las mejores opciones.

***

El tiempo para Alice parecía que estaba de maratón. En un respiro pasaron muchísimas horas y ella seguía sin saber a dónde ir o que hacer. Nana se dió cuenta de la situación y Maksym le ordenó dejar a la chica salir. Ella fue bañada y vestida con la ropa vieja de Kassia. La menor de los hermanos siempre donada sus cosas a las criadas para estas ocasiones.

La Princesa del Mafioso Donde viven las historias. Descúbrelo ahora