Aullidos de Silbidos

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Para los ignorantes solo soy alguien que causa mala suerte, para los solitarios soy al mejor compañía.

- ¿Entregaste el regalo?

-Si señor.

-Bien... Retírate, Lucius. -ordenó sin mirarlo, con la atención clavada en la ventana.

-Con todo respeto, mi señor... ¿Habrá algún ataque pronto? -interroga al rubio platino con cierto temor al respecto. La mirada fría y sangrienta se clavó en él, produciendo ganas de salir huyendo.

-Retírate. -repitió, Lucius hizo una imperceptible reverencia con la cabeza y salió del despacho tenuemente iluminado por la claridad del exterior.

Hacia un día tan nublado que casi combinaba con su persona y quizás esa fuera la razón por la que no apartaba la mirada. Rascó su entrecejo con mueca fastidiada, pensando en lo mismo una y otra vez, acabaría produciendo jaqueca, más de la normal cabe destacar. En un estante de la habitación se encontraron dos objetos valiosos: una diadema con una joya azulada y una copa dorada con bellos grabados en su superficie, a los pies del estante descansaba una serpiente de enormes proporciones.

En su mano se encuentra un anillo no muy vistoso, pero que permanece allí por precaución. Sus Horrocruxes fueron complicados de recuperar, por no decir que uno, el más importante para él, el guardapelo de Salazar Slytherin está desaparecido. Tenía una idea de quien lo pudo haber robado y aun con eso no podía hacerse con él de forma simple, esto "encabeza" su lista de preocupaciones, al menos así es conscientemente.

Por su lado inconsistente transitaban pensamientos sin sentidos que desplazan todo lo importante de su cabeza. Desde su regreso tuvo la ligera impresión de que aquellos trozos de su alma corrían peligro, por ello fue a tomarlos todos y una vez así mantuvo un perfil asquerosamente bajo para el mundo mágico, que ni siquiera tiene una idea de cómo luce gracias a Merlín.

Estar encerrado en Malfoy Manor veinticuatro horas al día, siete días a la semana lo iba a volver aún más loco de lo que ya estaba persé.

Tuvo la idea de esconder nuevamente sus Horrocruxes, aprovecha que nadie se encuentra muy pendiente de sus movimientos y así no encontrarían raro algún ataque disperso, asociándolo a cualquier otra razón que no sea él para tener la tranquilidad de que su Horrocrux estaría a salvo. Claro, el proceso le llevó unos pocos años por cuestiones técnicas como reagrupar y ordenar sus filas, plantear el momento en que haría a Azkaban volar por los aires para liberar a sus fieles Mortifagos encarcelados.

Esto, tan bien organizado, lógico, cauteloso... Se fue a la reverenda mierda en un simple chasquido. Ni siquiera el entiende que fue lo que pasó, como perdió el control de sí mismo y necesitó con urgencia atacar, matar, torturar sin compasión o importar nada a quienes lo hacía. Evidentemente su discreción se había ido al garete también, el mismo había hecho relucir la marca tenebrosa en los cielos. Lo que empeora el asunto es que no fue una vez, no, nooooo...

Una semana y media se sintió con esa necesidad tan primitiva de hacer daño como si todos a su alrededor fuesen una nociva amenaza, que ellos merecían el castigo y mucho más, lo que le llevaba a preguntarse... ¿Por qué? Existe un elemento que justifica sus acciones más no sabe cuál es, lo completamente ignorante. Algo en el pequeño resquicio de alma que queda en su cuerpo dice que tiene que ver con una mirada terriblemente verde...

Una mirada tan verde como esmeraldas brillantes... como el Avada Kedavra de la fatídica noche en que murió y la noche en la que retorno, iluminada por la luna llena para admirar espera ojos nuevamente.

De alguna manera los Potter siempre tuvieron la culpa de sus desgracias y solo veía con mayor irritación a los únicos que quedan: James Charlus Potter, cuyo mérito no niega y sigue muriendo de iras ante su renuencia a unirse a su lado, hacer honor a su sangre pura; Harry James Potter, el maldito niñato que arruinó todo y más tarde sirvió para su retorno. Quien lo enerva más está en duda, pero está segurísimo de que el menor es culpable de su ira.

Luna AullandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora