Desconocido

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≪❈  Jacob D’Angelo  ❈≫

Recorro la habitación del hotel de un lado a otro, maldiciendo la rapidez con la que todo se ha descontrolado hoy. ¿Y todo por qué? Por estar tan desconcertado con la chica que ni siquiera se molesta en recordarme. Revivo el momento en que entró al restaurante, tan hermosa como aquella vez que lloraba sobre mi pecho. El cambio en el color de su cabello me dejó en shock por un instante, pero enseguida me embriagué con su nueva imagen, incluso me gustaba más pelinegra. Sin embargo, cuando se presentó ante mí con todo su descaro y sin reconocerme de aquella noche, la rabia se apoderó de mi cuerpo y actué como un adolescente malhumorado. Estoy furioso conmigo mismo por no haber manejado la situación de forma más madura. Ojalá pudiera retroceder el tiempo y cambiarlo todo.

   Sé que no justifica mi falta de tacto, lo que dije no me correspondía a mí. Cometí un error, pero joder, no soy adivino.

   Un golpe en la puerta me hace salir de mis cavilaciones. Me acerco a esta y cuando la abro descubro el rostro apagado de mi mejor amigo.

   —¿Qué paso? —pregunto dejándolo entrar.

   —Es demasiado tarde —contesta sentándose en la cama.

   —No digas estupideces ¿Cómo va a ser demasiado tarde? Explícale a Nyx quién es Robin, ella lo va a entender, Max.

   —Nyx no me contesta las llamadas.

  —Bueno, amigo, eso era obvio que pasaría. —Me mira con mala cara y yo solo levanto mis palmas hacia él —Perdiste mucho tiempo con esa llamada, tenías que haberla ignorado y seguir a tu chica.

   —Era una llamada importante —protesta.

   —Dime una cosa. ¿Qué es más importante Nyx o el trabajo?

    —Nyx, eso está más que claro.

   —¿Entonces por qué tomaste la llamada? —interrogo confundido.

  Él suspira, se pasa la mano por el rostro, se levanta de la cama y camina hasta la ventana.

   —Siempre he estado enamorado de Nyx, desde que era un adolescente desgarbado. Cuando tuve la oportunidad de estar con ella fui un idiota y la dejé, me aliste en el ejército y la perdí. Mi único recuerdo de ella fue el primer y único beso que nos dimos. Un beso que ni ella sabía, uno que le robé en la oscuridad. Ayer… —Suspira de nuevo, como si tomara valor para decir lo que tiene guardado en su mente —Ayer fue su cumpleaños y se lo conté todo. La llevé a ese lugar donde nos besamos y… ¡Se veía tan bien ahí! Sabía que quería verla en ese lugar siempre, quería recordar nuestro primer beso y el momento en el que ella decidió darme otra oportunidad, aunque claramente no la merezco. Quería que ese lugar también le diera la bienvenida a nuestros futuros hijos. Porque si, con Nyx, veo claramente mi futuro.

  —Max… —digo acercándome a él, apoyando una mano en su hombro.

   —Llevo meses detrás del dueño de ese terreno, el tipo es escurridizo, no le interesa nada que tenga que ver con ese sitio que al parecer recibió de herencia años atrás. Hace unos días tuve noticias de él, le dejé un mensaje y llevaba todo ese tiempo esperando su llamada.

   —Por eso fue que contestaste.

   —Si, no era una llamada de trabajo, era el dueño, estaba en la ciudad y se iba una hora después. No podía no coger la llamada.

   —¿O sea que dejaste que Nyx se fuera pensando que la engañaste cuando en realidad estabas comprando la casa en la que quieres que vivan juntos algún día? ¿Por qué la compraste no?

Resiliencia/ Melodias Del Alma Libro II (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora