Capítulo IV

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Detalles Inesperados


-Sr. Verstappen, la Junta está satisfecha con las ganancias de este trimestre. También estamos anticipando un mayor crecimiento para el próximo trimestre de Industrias Verstappen, considerando la nueva cuenta de Armstrong que ha adquirido.

Max acarició rítmicamente con sus dedos la elegante mesa de caoba. –Es una noticia maravillosa, Mick. ¿Hemos oído algo en la cuenta Kinsman? Diez pares de ojos se volvieron hacia el hombre mientras él nerviosamente revolvía algunos archivos.

Otro ejecutivo intervino demasiado entusiasmado antes de que pudiera responder. –Sí, señor Verstappen. Han aceptado la oferta y deben estar preparados para avanzar a finales de julio, señor. –El hombre se aclaró la garganta–. Le di toda la documentación necesaria a su hermano.

Max se levantó de su silla, dio un guiño satisfactorio y terminó la reunión. Mientras el último de los miembros de la Junta salía, Max caminó hacia la ventana que iba desde el suelo hasta el techo de su oficina. Mirando hacia las calles de Manhattan, observó las caóticas vidas de otros retumbar debajo de él. A la edad de veintiocho años, sabía que tenía el mundo por las bolas. Industrias Verstappen era una de las más grandes agencias de publicidad de Nueva York. Sin embargo, le faltaba la necesidad más vital –amor. Interiormente lo sabía, infiernos, lo sabía mejor como conocer sus propios rasgos faciales. A pesar de que jugó el juego de las citas después de que una relación a largo plazo terminara, pocas –o ninguna de las concursantes– evocaron sentimientos dentro de él.

Encontrar a alguien que realmente lo quisiera por lo que él era se había convertido en.... algo interesante desde el rompimiento. Observando las diminutas figuras escabullirse por las aceras, encontró sus pensamientos regresando a Sergio. Hacía menos de veinticuatro horas desde que fue golpeado por el hecho de a quién realmente pertenecía. Max estaba furioso por el hecho de que Hamilton lo utilizara como un peón con Mónica. Sin embargo, a pesar de que tenía una atracción con Sergio, Max sabía que tenía que cubrirlo por su amistad.

Aun así, sus emociones iban y venían entre la mentira a la que se vio obligado a contar y el aumento de deseo por ella serpenteando su camino a través de su mente. Claro, algunas de esas emociones eran una atracción sexual. Sergio era más allá de hermoso y él no podía negar ese hecho. Sin embargo, eso no era lo que alimentaba su deseo por él. No podía definir con exactitud lo que era, pero sabía que era diferente a cualquier otra atracción que había sentido. Sentía una conexión – con el –un profundo tirón en sus entrañas porque se suponía que él debía estar con él.

Su atracción irresistible, colisionando, su química –por decir lo menos– era explosiva. Lo sintió la primera vez que la vio, la atractiva energía que irradiaba de sus ojos mientras lo miraba. De pie entre el imperio que había construido mientras que el sol proyectaba sus rayos contra los gigantes de acero de las calles, luchó con la imperiosa necesidad de ofrecerle otra visita inesperada. Sacudiendo la cabeza ante la loca idea, Max se movió a través de su oficina. Se sentó al escritorio, fue a través de algunos informes trimestrales y trató de librar de su mente del hombre que nunca podría ser suyo.

Fue entonces cuando el hermano mayor de Max, Charles, entró en la oficina. Cruzando sus brazos con enfado, Max vio a su hermano con una mirada de disgusto en su rostro. –¿Dónde estabas? ¿No has recibido el mensaje que le dejé a Victoria sobre la reunión?

Charles le dio a Max una sonrisa irónica. –Debo decir que juegas el papel muy bien, hombrecito, –respondió de manera uniforme, caminando a través de la oficina mientras una risa ahogada salía de sus labios.

–Deja de ser un sabelotodo. En serio, ¿qué carajo pasó?

–Jesús, Max, fui abordado en frente de casa por Melanie y los niños. Theresa y Timothy tenían un musical de preescolar.

Collide- Chestappen/ PerstappenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora