8. ¿Bailamos?

60 12 2
                                    

—Muy bien, entonces eso es todo lo que necesitamos.

Estábamos frente a los nuevos chicos, explicándoles los detalles a los que habíamos llegado. Si bien algunos se veían sin ganas de hacerlo, la cara de asesino que tenía Alastor detrás de mí no los dejaba negarse.

—¿Y si no hay servilletas rojas bermellón? —preguntó el pequeño Dante, curioso y podría jurar que era el único emocionado.

—¿Y si no hay ningún rojo? —añadió la chica que parecía medio vampiresa, realmente no soy bueno con los nombres... ni con las fechas.

—Bueno, ehm, pueden traer negro.

—¿Y si no hay negro? —esta vez fue el imp con apecto de brujo, estaba sonriendo burlón, pero no me di cuenta en ese momento que le daba gracia mi actitud nerviosa.

—Quizás no hayan escuchado a Lucifer —Alastor empezó a hacerse grande, sus ojos negros viéndolos con intensidad— traen rojo bermellón o traen rojo bermellón.

Los pecadores temblaron y empezaron a asentir de inmediato (Excepto Dante, que podía ver que se cagaba en los pantalones de la emoción). Ninguno de ellos era un overlord o un pecador reconocido, así que no los juzgaba.

Después de repetir varias veces que sí, salieron corriendo, casi dejando el polvo de su huida frente a nosotros.

—Eso no era necesario, Bambi —me giré a verlo, incluso en su tamaño colosal seguía detrás de mí—. Lo tenía controlado.

—No iba a dejar que se efectuara tal falta de respeto —masculló con su voz estruendosa antes de volver a la normalidad—, alguien tiene que recordarle a los súbditos quien es el rey.

—¿De qué sirve que me respeten si tu quieres mi corona?

—Sí soy capaz de matarlos o engullirlos por lealtad a un rey que no soy yo —se acercó, con su sonrisa cubriendo su cara y sus ojos mostrando la confianza de siempre—, ya sé imaginarán lo que haré siendo yo el rey.

—Ajá, si, buena suerte con eso —me burle dejando que se acercara a mi.

Sí... Supongo que para ese día Alastor ya no me parecía un monstruo.

—Igual no quiero causarles miedo —añadí dejando de verlo.

—No espero tal cosa de un ángel, pero si quiere ayudar a Charlie con este tema de la redención, debería empezar a imponer y exigir respeto.

Había puesto su mano en mi hombro y me hablaba con suavidad. ¿De verdad ese tipo quería mi trono? Parecía todo lo contrario, atento y siempre dispuesto a ayudar, dándome consejos sabios y haciéndome reír de vez en cuando.

Supuse que quizás intentaba jugar con mi mente, pero incluso así no podría hacerme frente, si no pudo con Adán, menos conmigo.

—Deberíamos preparar la coreografía del baile de bienvenida —hablo en mi oído, causando un leve corrientazo en mi nuca.

—Ehm, p-pero faltan tres semanas —entre nervioso y sorprendido, me alejé de él. Estaba sonriendo, pero definitivamente no con burla, era casi como si pudiera leer sus pensamientos en sus ojos: "interesante".

—Cierto, pero planear una coreografía toma tiempo, además debemos mostrarla a los demás y practicarla todos juntos.

—O-ok... —rasque mi nuca nervioso por su acercamiento y confundido por mi nerviosismo— Ahora debo ir con Charlie a unos asuntos, ¿podemos hacer esto en la noche?

—Cuando su majestad tenga tiempo, es perfecto para mí —hizo una leve reverencia, luego alzo sus ojos hacia mí y, sin que yo lo previniera, me guiñó un ojo.

Vals del Infierno || AppleRadioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora